Cuando aprendemos a depender de la obra de Dios en nosotros, aprendemos a estar perfectamente en paz y calma,
sin alterarnos por las circunstancias, con confianza, poderosos, eficaces, haciendo las cosas por amor a Cristo. Esta es la fuente del descanso.
Introducción a las devociones de diciembre
Un grupo de cristianos estaba reunido en una casa discutiendo el estado del mundo. Comentaron sobre los temores, las tensiones, el sentimiento de futilidad que prevalece en tantos círculos estos días. Surgió la pregunta: “¿Qué podemos hacer sobre esto?”. Como cristianos, sabían la respuesta a los problemas del mundo, pero el problema era: “¿Cómo hacer que el mundo crea la respuesta?”. Entre ellos había un joven cristiano que estaba afligido por la discusión. Con una mirada de preocupación, dijo: “¿Por qué el mundo no cree lo que tenemos que decir?”. Entonces añadió: “Creo que es porque tantos cristianos no actúan como que ellos mismos se lo creen”. Entonces preguntó algo lógico, pero controvertido: “¿Cómo podemos hacer que los cristianos crean lo que creen?”.
Ése es el mismo tema del libro de Hebreos: Cómo hacer que los cristianos crean. Esto es lo que el mundo está esperando ver y lo que la epístola fue escrita para efectuar. Está dirigida a un grupo de cristianos judíos que habían comenzado a distanciarse, a perder su fe. Habían perdido toda conciencia de la relevancia de su fe en los asuntos diarios de la vida. Habían comenzado a derivarse hacia el desempeño externo y formal de la religión, pero a perder la realidad interna. Las dudas estaban comenzando a entrar en sus corazones desde algunas de las filosofías humanísticas que abundaban en el mundo de su día, como abundan en nuestro mundo hoy en día. Algunos estaban a punto de abandonar su fe en Cristo, no porque estuvieran atraídos de nuevo por el ritual y la ceremonia judía, sino a causa de la persecución y la presión. Sentían que no valía la pena, que estaban perdiendo demasiado, que era posible que hubieran sido engañados y que el mensaje de Cristo no fuera verdad al final.
Nadie sabe exactamente dónde vivían estos cristianos. Algunos sienten que esta carta fue escrita a los cristianos hebreos viviendo en la ciudad de Roma. Otros creen que fue escrita a los creyentes en Jerusalén. Ésa es mi convicción personal. Si alguien deseaba influenciar el mundo de los judíos cristianos, ciertamente ése sería el lugar para comenzar.
Nadie sabe de cierto quién escribió la carta tampoco. En una versión dice: “La epístola de Pablo el apóstol a los hebreos”. Era una broma favorita en el seminario preguntar: “¿Quién escribió la epístola de Pablo a los hebreos?”. Nadie lo sabe de cierto. Si lees esta carta en inglés estás casi seguro que fue Pablo el que la escribió, ya que tantos pensamientos son obviamente paulinos. Pero si la lees en griego estás igualmente cierto que Pablo no la escribió, ya que el lenguaje utilizado es distinto al de las otras cartas de Pablo. Ha habido muchas suposiciones a lo largo de los siglos, incluso Lucas, Silas, Pedro, Apolos, Bernabé, y hasta Aquila y Priscila. Algunos han sentido que Priscila la escribió; si es así, ésta sería la primera carta del Nuevo Testamento escrita por una mujer. Es mi propia convicción que Pablo la escribió en hebreo mientras estaba en prisión en esos dos años en Cesarea después de su visita a Jerusalén, y que fue traducida por Lucas al griego, y ésa es la copia que nos ha llegado a nosotros hoy.
Fuera quien fuera el escritor, vio una cosa claramente: que Jesucristo es la respuesta a cada necesidad humana. Ningún libro del Nuevo Testamento se enfoca sobre Cristo como el libro de Hebreos. Es la presentación más clara y sistemática de la disponibilidad y la suficiencia de Jesucristo en toda la Biblia. Presenta el cristianismo como la religión perfecta y final, simplemente porque la incomparable persona y obra de Jesucristo permite a los hombres un libre e ilimitado acceso a Dios. En cada edad ésa ha sido la desesperada necesidad del hombre.