Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —dice el Señor—: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo. Ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos, porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades.
Hebreos 8:10-12
En el aposento alto, Jesús dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”. Éste es el nuevo arreglo, la nueva constitución, desde la cual la vida de todos los que conocen a Jesús será vivida. Éste es el pacto hecho entre el Padre y el Hijo. No está hecho entre nosotros y Dios. Si cualquier hombre está en Cristo, todo en este pacto está disponible para él. Este arreglo es válido para cualquier individuo sobre la faz de la tierra que esté dispuesto a estar “en Cristo”, a dejar que Cristo viva en él.
Hay cuatro provisiones de la nueva constitución. Dios dice: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré”. Ahí está la respuesta al problema de la motivación humana. ¿Has descubierto que el problema en tu vida no es incertidumbre sobre lo que está bien? Eso lo has sabido durante mucho tiempo. Es un problema de motivación. Estamos demasiado fatigados; simplemente no estamos suficientemente motivados, pero el nuevo arreglo, esta nueva constitución, hace provisión para eso. Hemos de mirar a Cristo cuando nos enfrentamos con la cosa que no queremos hacer. Debemos decir: “Señor Jesús, has prometido escribir Tus leyes en mi mente y en mi corazón, para que pueda hacer lo que quieres que yo haga”. Entonces, por amor a Su nombre lo hacemos. Hay una nueva motivación, un motor, un nuevo poder para hacer lo que ha de hacerse.
Entonces dice: “Seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo”. Menuda respuesta a la búsqueda de identidad, al hambre de pertenecerle a alguien. He aquí la respuesta a la pregunta doliente del corazón humano: “¿Quién soy?”. Dios dice: “Tú eres mío para siempre. Yo seré tu Dios, y tú me serás a mí por pueblo”.
Entonces, hay la promesa: “Ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: ‘Conoce al Señor’, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos”. He aquí la respuesta al deseo de la humanidad de un héroe. Hay en el corazón humano un hambre desesperada por un héroe. Queremos admirar a alguien, queremos conocer personalmente a algún gran personaje. Dios dice: “Yo satisfaré eso en tu vida. ¡Tú me conocerás a mí!”. Sabes que la única cosa que un verdadero cristiano nunca le puede decir a otro cristiano, en ningún sitio del mundo, es: “Conoce al Señor”, ya que ésta es la cosa que es siempre verdad de incluso el cristiano más joven: el conocer al Señor. Es ahí donde comenzamos en nuestro vivir cristiano. Es el mínimo denominador común.
Entonces, la última cosa: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades”. Ésta es la respuesta al sentido universal de condenación. Un hombre me dijo una vez: “Tengo un jefe que es muy difícil. Nunca sé qué opina de mí”. ¿Nos sentimos de esa forma sobre Dios? Decimos: “Nunca sé qué piensa Dios de mí”. Pero Dios dice que si tienes tus ojos fijos en el gran Sumo Sacerdote, quien te está ministrando todos los efectos de Su sacrificio, nunca hay un problema, ya que lo ha escrito en términos bien claros: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). ¡Ninguna! Él siempre es por ti; nunca está en contra de ti. No significa que ignore el pecado, pero dice: “Seré misericordioso hacia él”. Cuando lo admites, no hay ningún reproche, ¡y ninguna discusión! Él nunca te saca a relucir tu historia, tu pasado. ¡Dios nunca hace esto!
Padre, gracias por este vistazo al ministerio de mi gran Sumo Sacerdote, un ministerio que tantas veces no me tomo en serio, sino más bien busco entre las cisternas rotas de la tierra para intentar encontrar algo como sustituto. Perdóname, y ayúdame a reclamar mi herencia en Él, este nuevo arreglo para vivir.
Aplicación a la vida
¿Cuáles cuatro vitales y radicales provisiones en el Nuevo Pacto hecho entre el Padre y el Hijo están disponibles para nosotros en Cristo Jesús? ¿Cómo aborda esto nuestra necesidad de motivación y poder para vivir como nuevas criaturas en Cristo?