La epístola a los romanos nos dice cómo Dios puede salvar a la persona en su integridad: cuerpo, alma y espíritu.
Esa plenitud se consigue, no siendo simplemente seguidores de una filosofía, o un filósofo,
sino a través de una relación con una Persona viva, el Salvador y Redentor.
Introducción a las devociones de noviembre
Hay un versículo en el libro de Jeremías que se me viene a la mente al comenzar a estudiar la segunda mitad de Romanos. Cuando Jeremías estaba muy afligido sobre las cosas que le estaban ocurriendo, vino a Dios y le dijo cómo se sentía. En vez de ser consolado, como pensó que sería, el Señor le dijo: “Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos?” (Jeremías 12:5). Si has tenido problemas manejando los argumentos de Pablo en los capítulos 1 al 8 de Romanos, ¿qué vas a hacer ahora que estamos en el noveno capítulo?, ya que, en este capítulo, el apóstol trae frente a nosotros algunas de las más duras preguntas con las que el hombre se haya enfrentado al contemplar las acciones y obras de Dios. Todas las acusaciones amargas que el hombre trae en contra de Dios son enfrentadas directamente en este capítulo.
Los capítulos del 1 al 8 constituyen la primera mayor división de la carta y tratan con la explicación de Pablo del evangelio de la gracia de Dios, el plan completo de redención, y cómo Dios lo ha obrado. Es una explicación maravillosamente brillante: la mejor, la más precisa, la explicación más teológicamente detallada que tenemos en las Escrituras. Entonces, comenzando en el capítulo 9, hay una segunda división. Pablo ha estado hablando sobre la gracia de Dios y el evangelio de Dios, y ha dado una explicación de ello, y ahora lo repasa; pero esta vez su propósito no es explicar el evangelio, sino exhibirlo. Estos capítulos son una exhibición de la gracia de Dios.
En el Fisherman´s Wharf (el embarcadero del Pescador) en San Francisco, hay un museo de cera con exhibiciones de escenas de varios momentos históricos y las figuras de cera de varios personajes famosos de nuestra historia nacional y mundial. Esas figuras me ayudan a comprender más claramente cómo fueron de hecho esos incidentes históricos. Eso es lo que tienes en estos capítulos de Romanos. Es una demostración ―en términos de personas― de cómo Dios obra en la historia humana, cómo redime y salva.
En los capítulos 1 al 8, el apóstol ha declarado que el hombre es en realidad inútil de salvarse a sí mismo. No hay ni una sola cosa que podamos hacer para salvarnos a nosotros mismos. Tenemos el poder de elegir, se espera que elijamos, y somos libres de elegir, pero, sin embargo, como lo ha dejado claro Pablo, Dios está detrás de todo esto. No entendemos esto, así que Pablo dirige la atención a Israel para demostrar justamente cómo Dios obra. Aprenderemos muchas cosas importantes de esta sección de la epístola a los romanos.
Ésta es una historia triste y un tanto aleccionadora sobre Israel. He aquí una nación que contaba con tener línea directa a Dios, y se vio a sí misma como el pueblo de Dios, como la nación escogida cercana a Dios, con varias ventajas que ninguna otra nación tenía. Los israelitas se consideraban a sí mismos, por tanto, como teniendo una posición especialmente privilegiada con Dios. Sin embargo, Pablo comienza esta sección con un claro reconocimiento de que esta nación está bien bien lejos de Dios. A pesar de todas las posibilidades que disfrutaban, sin embargo, están muy muy lejos.