Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Hebreos 10:24-25
¿Cómo estimulas a alguien a amar y hacer buenas obras? Estas dos cosas son siempre la marca del verdadero cristianismo. Los cristianos nunca son juzgados por la confesión que hacen, o por el credo que recitan; es siempre por sus obras. ¿Cuánto amor práctico has manifestado? ¿Cómo de lejos has ido para responder a la petición de ayuda de alguien cercano a ti, alguien que está menesteroso o decepcionado, que necesita palabras de ánimo o una mano de ayuda o un cheque generoso? Ésta es la prueba final.
¿Cómo consigues esto? Él sugiere dos formas: Primero, no dejando de congregarnos juntos; eso es muy importante: “no dejando de congregarnos..., sino exhortándonos”. Eso sugiere el carácter de las reuniones. Han de ser reuniones donde puedes oír de nuevo los principios tremendos, radicales de la fe cristiana y ver de nuevo en las vidas humanas el poder potente de Aquel a quien alabamos y servimos; y donde puedes entender cómo Dios obra por medio de la sociedad humana, cómo Él está transformando y cambiando a los hombres en todas partes. El reunirnos así es el animarnos los unos a los otros a estas cosas. Es así como deben ser los servicios cristianos: para oír la Palabra de Dios, para que llegue con poder al corazón, y para compartir los unos con los otros los resultados.
Si nuestros servicios fueran más como esto, nunca tendríamos problemas consiguiendo que viniera la gente. Demasiados servicios de iglesia son del tipo como el que aparece en la historia del padre que estaba enseñándole a su hijo el edificio de una iglesia. Llegaron a una placa en la pared, y el niño pequeño preguntó: “Papá, ¿para qué es eso?”. Su padre dijo: “Oh, eso es en memoria de aquellos que murieron en el servicio”. El niño dijo: “¿Qué servicio, papá, el de la mañana, o el de la tarde?”. Pero las reuniones de cristianos han de ser alentadoras, y ésa es una forma en la que nos estimulamos al amor y las buenas obras.
La segunda forma es una conciencia vigilante del tiempo: “tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. El “día” es el cierto regreso de Jesucristo. Al volverse la maldad más sutil, al volverse más y más difícil ver la diferencia entre la verdad y el error, lo malo y lo bueno, lo correcto y lo equivocado; al derramar mentiras engañosas las voces demandantes de nuestra edad, y encontramos que toda la sociedad está impregnada e infiltrada con falsos conceptos que deniegan la verdad de la Palabra de Dios, necesitamos tanto más juntarnos y animarnos los unos a los otros para compartir los secretos de la vida en Cristo Jesús.
Padre, gracias por la oportunidad de estimular a otros al amor y a las buenas obras. Ayúdame a no faltar de reunirme con los otros creyentes y fijarme en el día que se aproxima.
Aplicación a la vida
Al distribuir los medios de comunicación sus noticias que son a menudo desconcertantes y cada vez más amenazantes, ¿estamos fielmente y provechosamente reuniéndonos con otros de la familia de Dios? ¿Estamos asegurándonos que somos responsables los unos con los otros de ser como expresiones vivientes de la Palabra de verdad y amor?