Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios, porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Hebreos 4:9-10
Aquí hay un nuevo principio revolucionario de comportamiento humano en el cual Dios tiene la intención de que el hombre opere. Es de esto que el hombre cayó, y es a esto, ahora, en Jesucristo, que ha de ser restaurado. A menos que este principio sea operativo en nuestra vida, no podemos tener ninguna seguridad de que pertenecemos al cuerpo de Cristo. Ésta es la clara declaración de este escritor a través de todo el libro.
A todos se nos ha lavado el cerebro desde que nacimos con el falso concepto de la base de actividad humana. Nos han vendido la mentira satánica de que tenemos en nosotros lo que es necesario para ser lo que queramos ser, para lograr lo que deseemos. Estamos seguros de que tenemos lo que es necesario, o si no lo tenemos ahora, sabemos que podemos conseguirlo. Podemos educarnos, podemos adquirir más información, podemos desarrollar más talentos, y cuando hagamos eso, tendremos lo que es necesario para ser lo que queremos ser.
No tenemos lo que es necesario, y nunca lo tuvimos. El único que puede vivir la vida cristiana es Jesucristo. Él propone reproducir Su vida en nosotros. Nuestra parte es el exponer cada situación a Su vida en nosotros, y por esos medios, dependiendo de Él y no de nosotros mismos, hemos de enfrentarnos a cada situación, entrar en cada circunstancia y desempeñar cada actividad. Cesamos de nuestras propias labores.
Ésta es la forma en la que comenzaste tu vida cristiana. Llegaste al sitio donde paraste de intentar salvarte a ti mismo, ¿no es así? Paraste de intentar ser lo bastante bueno como para entrar en el cielo. Dijiste: “Nunca lo conseguiré; nunca lo conseguiré”. Miraste al Señor Jesús y dijiste: “Si Él ha tomado mi lugar, entonces eso es todo lo que necesito”. Por consiguiente, al recibirle, y descansar en ese hecho por fe, cesaste tus propios esfuerzos, cesaste de tu propia obra y descansaste en la de Él.
Pablo dice en Colosenses: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Colosenses 2:6). De la manera que le habéis recibido, así vivid en dependencia de Él para hacer todas las cosas por medio de vosotros. Confiad en eso, ¿y cuál es el resultado? ¡Descanso! ¡Maravilloso descanso! Alivio, liberación, no tener que preocuparte, no inquietarse, no estresarte, ya que estás descansando sobre Aquel que es completamente adecuado para hacer por medio de ti todo lo que necesita ser hecho. Él no hace autómatas de nosotros; no nos vuelve robots. Obra por medio de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestro razonar, pero nuestra dependencia debe ser de Él.
Señor Jesús, gracias por esta maravillosa cirugía que me libera. Me regocijo de que queda un descanso al cual puedo entrar. Concédeme que lo haga.
Aplicación a la vida
¿Cuál es el principio operativo de la vida cristiana que nos asegura que somos auténticamente cristianos? ¿Estamos afirmando la total suficiencia de Jesucristo nuestro Señor en nuestra constante dependencia de Su presencia y poder?