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Devoción del 7 de diciembre

Perfecto por medio de las aflicciones

Convenía a aquel por cuya causa existen todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten que, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionara por medio de las aflicciones al autor de la salvación de ellos.

Hebreos 2:10

La vida terrenal de Jesús está referida en una frase: “perfeccionara por medio de las aflicciones”. ¿No era perfecto cuando vino? Cuando Jesús era un bebé en el pesebre de Belén, ¿no era perfecto incluso entonces? Cuando fue tentado en el desierto y Satanás procuró apartarle de la cruz, ¿no era ya perfecto? Cuando estaba dando de comer a los cinco mil, en Su ministerio compasivo a las multitudes hambrientas, ¿no era perfecto? ¿Por qué entonces dice que fue perfeccionado por medio de las aflicciones?

Hay, por supuesto, dos perfecciones involucradas. Era perfecto en Su Persona todo el tiempo, pero no era todavía perfecto en Su obra. Una persona puede que sea perfecta en salud, perfecta en cuerpo, perfecta en fuerza, perfecta en firmeza de humanidad, pero no perfecta ya en la obra a la que ha sido llamado. Suponte que Jesucristo hubiera venido al mundo como un adulto una semana antes de Su muerte. Suponte que nunca hubiera nacido como un bebé y crecido a una vida adulta, sino que vino a la tierra como un hombre adulto. Suponte que en una semana hubiera declarado el sermón del monte, el discurso del monte de los Olivos, el discurso en el aposento alto y todas las enseñanzas que tenemos de Sus labios grabadas en las Escrituras. Imagínate que hubiera venido en lunes, y el viernes le hubieran tomado y crucificado, colgándole en la cruz, y que hubiera muerto, llevando sobre Sí los pecados del mundo. ¿Hubiera sido todavía un Salvador perfecto?

Ciertamente hubiera sido perfecto en cuanto a llevar nuestra culpa; eso sólo requería un Salvador inmaculado. Pero no hubiera sido perfecto en cuanto a llevar nuestra enfermedad, nuestra debilidad. Nos hubiera hecho dignos para el cielo, pero nunca nos hubiera hecho listos para la tierra ahora mismo. En tal caso, siempre podríamos decir: “¿Cómo puede Dios esperar que viva una vida perfecta en mi situación? ¡Después de todo, sólo soy humano! Cristo nunca ha estado donde estoy yo. ¿Qué sabe Él de mis presiones? ¿Qué sabe Él de las cosas a las que me enfrento?”. Pero fue hecho perfecto por medio de Sus aflicciones. ¡Sí que sabe! ¡Sí que sabe!

Fue un hombre que experimentó temor e incertidumbre. Si negamos esto, negamos Su identificación con nosotros como humanos. Éstas fueron las tentaciones con las que se enfrentó, las presiones que aguantó. Cada temor es tentación, cada sentido de incertidumbre es tentación. Claro que Él nunca se dejó llevar por la incertidumbre, nunca habló con temor. El momento que Jesús sintió temor en Su corazón, se respaldó de la plena vida de la presencia del Padre que moraba en Él, y ese temor se contrarrestó con la fe. El momento que se sintió incierto, descansó en la sabiduría de Dios que moraba en Él, y fue dado inmediatamente la palabra correcta para la situación. Sin embargo, porque entró plenamente a nuestros temores y presiones, Él es completamente uno con nosotros y capaz de “llevar muchos hijos a la gloria”.

Señor, concédeme la profundidad, la honestidad, la sinceridad, para que pueda creer este maravilloso ministerio hecho disponible a mí por el Señor Jesús al traer muchos hijos a la gloria por medio de Sus aflicciones.

Aplicación a la vida

Jesús sufrió intensa tentación al pecado, sin embargo eligió llevar los pecados del mundo en la cruz para nuestra salvación. ¿Comprendemos la profundidad de Su sufrimiento y Su total identificación con nosotros en nuestro pecado y en nuestro sufrir?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

The True Man

Lea el mensaje de Ray