Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis un fuerte y doloroso combate; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo, y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa.
Hebreos 10:32-35
El autor reconoce que la mayoría de estos a quienes escribe ya han dado prueba de verdadera fe y un nacimiento genuino. Sus tempranos años cristianos fueron marcados por el amor, el gozo y la esperanza, a pesar de las dificultades y la persecución. Habían seguido a Cristo, aunque les había costado mucho. Se habían sometido al señorío de Cristo, incluso cuando su propia voluntad hubiera sido distinta. Ésa es la marca de la realidad, la prueba de fe. Aceptaron alegremente y con compasión las persecuciones, las necesidades, las adversidades que se les presentaron. Tomaron el yugo de Cristo sobre sí mismos, obedecieron Su señorío, y lo manifestaron por amor y buenas obras. Estaban viviendo por fe.
Puedes hacer estas cosas sólo cuando vives por fe. Cuando has aceptado la Palabra de Dios y has reconocido que Cristo es quien dice ser, que la historia del mundo va a resultar como dijo que iba a resultar, y que los valores de la vida son lo que Él dice que son, entonces, y sólo entonces, puedes hacer este tipo de cosa. Sólo necesitaban hacer una cosa más: ¡continuar! Eso es todo. Están haciendo lo que es bueno; simplemente continúa haciéndolo. El camino terminará al amanecer de un nuevo día y la venida del Dios viviente.
¿Te parece tu camino a veces duro y difícil? ¿Es, quizás, a menudo solitario y expuesto al reproche de otros? No te desesperes; no te rindas. Ese patrón ha sido predicho. Si vives por fe; si aceptas lo que Su Palabra dice como verdad y ves que está obrando en la historia exactamente como Dios dijo que lo haría; si estás contando con Sus fuerzas para conseguir todo lo que promete; si así vives por fe, entonces, aunque sea por medio de riesgos y peligros, llegarás a “Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). No por medio de las circunstancias, no por medio de las apariencias externas, sino por fe en lo que dice la Palabra de Dios. Sólo necesitas continuar a alcanzar la meta, perdurar. Podría muy bien ser traducido, en términos modernos, por la palabra “resistencia”.
En Hebreos 11, hay algunas ilustraciones de hombres y mujeres que han vivido por fe. Éstas son personas resistentes de la historia. Han perdurado; han resistido; han sido duros. Se enfrentaron a todas las presiones, todos los problemas, toda la duplicidad confusa de la vida, pero, porque tenían sus ojos fijos en Aquel que nunca cambia, eran resistentes; nada les podía mover de lado o desviarles. Es a eso a lo que el apóstol nos está llamando, esa resistencia interna que se enfrenta a la vida firmemente, inquebrantable; nunca se aparta de su postura de fe. Constantemente se enfrenta a cada encuentro, cada reto, al descansar sobre la Palabra de Dios.
Enséñame, Señor, a vivir por fe, incluso cuando todo parece estar yendo mal en mi vida.
Aplicación a la vida
¿Si o cuando la integridad de nuestra fe es puesta a prueba por los problemas y la persecución, está listo para el reto? ¿Estamos entonces alerta a las necesidades de otros a ser animados, para que podamos permanecer lado a lado sin importar las circunstancias?