Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios vivo. Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado, porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.
Hebreos 3:12-14
Participamos en Cristo si esa fe que comenzó continúa produciendo en nosotros aquello que sólo la fe puede producir: el fruto del Espíritu. Ésta es una importante advertencia de este libro; una advertencia que es en contra del peligro de endurecimiento: de oír las palabras y creerlas, entender lo que significan, pero de no tomar ninguna acción sobre ellas; el riesgo de tener la verdad en la cabeza pero nunca dejar que llegue al corazón. Pero la verdad conocida nunca hace nada; es la verdad hecha que nos libera. La verdad simplemente conocida sólo nos enorgullece con soberbia de conocimiento. Podemos citar las Escrituras de memoria, podemos memorizarlas, podemos conocer el mensaje en cada libro y sabernos el libro completo de tapa a tapa, pero la verdad conocida nunca hará nada por nosotros. Es la verdad hecha, la verdad sobre la que actuamos, que se mueve y cumple y cambia.
El terrible peligro el cual el escritor está señalando es que la verdad que es conocida pero sobre la cual no actuamos es un horrible efecto del endurecimiento de corazón, de modo que ya no es capaz de actuar, y perdemos la habilidad de creer. Esto es lo que quiso decir el Señor Jesús cuando dijo a Sus discípulos: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos” (Lucas 16:31).
Un hombre me dijo: “Si tan sólo tuviéramos la capacidad de hacer milagros como lo hacía la iglesia primitiva, entonces realmente podríamos avanzar esta causa cristiana. Si pudiéramos llevar a cabo estas cosas de nuevo y tuviéramos bastante fe para hacer milagros, podríamos hacer que la gente creyera”. Pero tuve que decirle que después de treinta años de observar esta escena y estudiar las Escrituras, estoy completamente convencido de que si Dios nos concediera este poder, como es perfectamente capaz de hacer, de tal forma que milagros del poder de Dios fueran demostrados a cada paso, ¡no habría ni un solo cristiano más añadido a la causa de Cristo de lo que hay ahora! Al cierre del ministerio de Jesús mismo, después de esa notable demostración del poder de Dios en medio del pueblo, ¿cuántos estuvieron con Él al pie de la cruz? Una pequeña banda de mujeres y un solo hombre, y habían sido ganados no por Sus milagros sino por Sus palabras.
Es por esto que Dios dice en el versículo 11: “Por tanto, juré en mi ira: ‘No entrarán en mi reposo’”. Esto no es petulancia. Esto no significa que Dios está molesto porque ha ofrecido algo y ellos no lo quieren tomar. Esto es simplemente una revelación de la naturaleza del caso. Cuando la verdad es conocida, y no se actúa sobre ella en cada nivel de la vida, en cualquier área de conocimiento humano, tiene esta peculiar cualidad: endurece, así que el corazón no es capaz de creer aquello en lo que se niega a tomar acción.
Padre, sea que yo preste atención a esta importante advertencia a actuar sobre la verdad que me ha sido mostrada.
Aplicación a la vida
¿Estamos trivializando la eterna pérdida a nuestras almas de simplemente conocer, mientras que deliberadamente fallamos en vivir la verdad bíblica? ¿Cuál es la pérdida tanto a corto plazo como a largo plazo?