La Biblia sin el Espíritu conduce a un cristianismo institucional y muerto. El Espíritu sin la Biblia lleva a un fanatismo carente de fundamento.
Necesitamos a ambos, el Espíritu y la Palabra, para recorrer eficazmente la Biblia.
Dios ha puesto a nuestra disposición el tesoro de la Biblia, Su Palabra, que nos revela las riquezas de Su reino y de nuestra vida eterna en Cristo.
Dios anhela que le conozcamos, y nos ha revelado a Sí mismo en Su Hijo. Nos ha redimido por la sangre de Su Hijo resucitado derramada en la cruz, y nos ha llamado a entrar en una relación espiritual con Él.
Dentro de nuestra alma y vida ha derramado todas las riquezas del cielo: "medida buena, apretada, remecida y rebosando", como nos dice Lucas 6:38. Pero debemos conocerle al llegar Él a nosotros por las páginas de las Escrituras, siendo guiados por Su Éspíritu Santo. ¡No podemos imaginar una aventura más grande!