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Nuevo Testamento

Tito: La verdad y la prueba

Autor: Ray C. Stedman


Tito, uno de los jóvenes que acompañaban al apóstol Pablo en sus muchos viajes misioneros, vino por primera vez a Cristo siendo griego y estando en la ciudad de Antioquía. Cuando se escribió esta epístola, se encontraba en la isla de Creta, justo al sur de Grecia.

Es posible que la iglesia de Creta la empezasen Pablo y Tito después del primer encarcelamiento de Pablo en Roma. Por lo que sabemos, Pablo fue puesto en libertad después de ese tiempo de encarcelamiento, del que ha quedado constancia en el libro de los Hechos. Puede que recuerde usted que había expresado el deseo de ir a España, y muchos eruditos creen que después de su viaje a España, él y Tito fueron a la isla de Creta y comenzaron la iglesia allí. Como nos dice en su epístola, primero dejó a Tito allí:

... para que corrigieras lo deficiente y establecieras ancianos en cada ciudad, así como yo [Pablo] te mandé. (Tito 1:5b)

Esta epístola nos ofrece una visión interesante acerca de lo que estaba pasando en la iglesia primitiva mientras el apóstol viajaba de un sitio a otro, enviando a jóvenes como delegados apostólicos, para que realizasen algún trabajo por él en diversos lugares.

Descubrimos en el trasfondo de esta epístola el carácter de los de Creta. En uno de los más extraordinarios pasajes del Nuevo Testamento, el apóstol cita de uno de los escritores antiguos de su época, un poeta griego seglar, que describe a estas gentes entre las que el joven Tito tenía que trabajar, diciendo:

Uno de ellos, su propio profeta, dijo: "Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos". (Tito 1:12)

Es evidente que Pablo está escribiendo un mensaje privado a Tito, su hijo en la fe, y quiere que entienda la formidable naturaleza del problema que tiene que resolver. Se enfrenta con personas que se caracterizan por estas tres cosas, y esto lo enfatiza, diciendo: "Este testimonio es verdadero" (Tito 1:13a). Esta gente es así. Y al examinar el mensaje de esta epístola, vemos que estas tres características de los de Creta parecen describirse y ampliarse en varios pasajes más. Por ejemplo, Pablo dice acerca de algunos de ellos:

Todas las cosas son puras para los puros, pero para los corrompidos e incrédulos nada es puro, pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables, desobedientes y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. (Tito 1:15-16)

Esa era la clase de sociedad en la que vivía la iglesia cristiana, y esa era la clase de carácter nacional con el que se enfrentaba Tito. Eran personas cuyas mentes y conciencias estaban corrompidas, profesando conocer a Dios, pero realmente negándole por medio de sus hechos.

Además les llama "malas bestias"; es decir, eran como animales en sus actitudes unos para con otros. Este tema se amplía en el capítulo tres, cuando el apóstol dice:

Pero evita las cuestiones necias, como genealogías, contiendas y discusiones acerca de la Ley, porque son vanas y sin provecho. Al que cause divisiones, después de uno y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y que peca y está condenado por su propio juicio. (Tito 3:9-11)

Estas palabras se refieren principalmente a aquellos que al menos profesaban ser cristianos, pero que reflejaban las actitudes del mundo que les rodeaba.

Cuando la iglesia tiene un problema, es debido a que el mundo está invadiendo la iglesia, en lugar de que la iglesia invada el mundo. Se pretende que el evangelio sea un elemento que cause inquietud y que cambie la sociedad, y, por lo tanto, siempre que la iglesia es fiel a su mensaje auténtico, está en contra del status quo. La iglesia es un cuerpo revolucionario ―lo ha sido siempre― y por ello podemos identificarnos con algunos de los movimientos revolucionarios actuales, pero la diferencia es que la iglesia desafía el status quo con el poder de Dios, algo que ninguna otra organización o grupo puede hacer.

¿Qué haría usted con gente que se portase como animales, gruñendo y quejándose unas contra otras, personas que participasen en insensatas controversias y discusiones sobre la ley, que se mostrasen divididas unas contra otras? ¿Cómo trataría usted a esa clase de personas? Pero eso no era todo; aquellas gentes se caracterizaban además por ser "glotones perezosos", gente indolente, que iban tras los placeres. Esto también se amplía en el capítulo tres, donde el apóstol habla no solo acerca de ellos, sino acerca de sí mismo y de todos los hombres y de cómo son antes de hacerse cristianos. Aquí tenemos una asombrosa descripción del mundo tal y como Dios lo ve:

Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de placeres y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, odiados y odiándonos unos a otros. (Tito 3:3)

Esa era la clase de mundo al que el apóstol había enviado a aquel joven, con el poder del evangelio.

La necesidad básica de aquellas gentes era tener "la sana doctrina", una frase que se repite en varias ocasiones a lo largo de esta epístola. Pablo sabía que a fin de introducir un cambio en la sociedad, era preciso decirle la verdad a la gente, que es el problema que tienen los hombres y mujeres por todas partes. Por eso es por lo que andan en tinieblas y se portan como animales, destrozándose unos a otros y odiándose unos a otros, porque no se entienden a sí mismos ni al mundo. Por lo tanto, es preciso empezar enseñándoles la verdad.

Juntamente con esta, existe otra necesidad muy básica: el tema de las "buenas obras", frase que aparece en cinco ocasiones diferentes. El capítulo uno termina con la idea de que eran "reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tito 1:16b). Luego, en el capítulo dos, dice: "Preséntate tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza, mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable... " (Tito 2: 7-8a). Y el capítulo dos termina con la idea de: "... purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14b). En el capítulo tres, dice: "... procuren ocuparse en buenas obras" (Tito 3:8b), y nuevamente, dice: "Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras... " (Tito 3:14a).

¿No es eso lo que está buscando la iglesia, lo que busca también el mundo? La sana doctrina, la enseñanza buena y sólida, las revelaciones sinceras acerca de la verdad y las buenas obras, para apoyarlas y demostrar la realidad de esta enseñanza. Primeramente y en cuanto a la doctrina, el apóstol enfatiza varios puntos. Para comenzar, debían tener muy clara cuál era la base de la salvación del hombre. ¿Cómo se trasforman los corazones humanos? En la actualidad, aún seguimos esforzándonos por cambiar la naturaleza de las personas por medio de los estudios, de la legislación, y cambiando de ambiente o de medio, pero, como alguien ha dicho muy apropiadamente: "¡Si se lleva a un cerdo a una sala, no cambiará al cerdo, pero sin duda cambiará la sala!". Y ese es precisamente el problema con que nos topamos en este caso, de manera que necesitaban saber la verdad acerca de la salvación. El apóstol dice en el capítulo tres:

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó... (Tito 3:4-5a)

Nos salvó. ¡Él nos salvó! Él es el único que puede hacerlo. Él nos salvó; no fuimos nosotros los que nos salvamos a nosotros mismos. De hecho, continúa, diciendo:

... no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho... (Tito 3:5b)

Todo el mundo intenta hacer buenas obras, pero las buenas obras no nos salvan, cosa que deja muy claro el apóstol. Solo el Salvador puede salvar, y él lo explica muy bien:

... nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo... (Tito 3:5)

Él nos transforma desde el interior; no nos pone algunos parches en el exterior. No nos da una nueva página que pasar ni intenta animarnos, para que tengamos el valor moral necesario o para que nos esforcemos un poco más, sino que nos transforma por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación en el Espíritu Santo.

La psicología es totalmente impotente cuando se trata de esa clase de procedimiento, pero el evangelio logra lo que ni puede conseguir la psicología ni ninguna otra cosa. El mensaje supremo de la iglesia es declarar y proclamar estas buenas e importantes nuevas de que hay un medio para ser regenerados y renovados en el Espíritu Santo.

... el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (Tito 3:6-7)

Ahora bien, cuando la Biblia habla acerca de la esperanza, no se refiere a una ligera posibilidad, de la misma manera que el mundo se refiere a la esperanza: "Espero ser rico algún día", o "Espero tener buena salud". Cuando el Nuevo Testamento habla sobre la esperanza, se refiere a algo seguro: la esperanza de la vida eterna depende de Aquel que vino para darnos vida eterna, y somos justificados por Su gracia.

Más allá de estos hechos fundamentales del evangelio, estos habitantes de Creta necesitaban aprender alguna verdad acerca del modo en que se estaban comportando. En el capítulo dos, Pablo escribe en relación con la llegada del evangelio:

La gracia salvadora de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad [es decir, a todos los que creen], y nos enseña que, renunciando a la impiedad... Tito 2:11-12a)

Los psicólogos nos están diciendo que muchas personas, en especial los jóvenes, padecen de "shock de futuro". Esa es una especie de reacción emocional que se produce cuando alguien contempla el futuro y lo considera falto de toda esperanza, sin posibilidad de hacer nada en él. Y son muchos los jóvenes que actualmente se dan por vencidos con respecto al futuro, diciendo: "¿De qué sirve?".

Pero aquí tenemos la respuesta a esa desesperación: "... mientras aguardamos la esperanza bienaventurada". ¡Qué frase tan indicada para contrastarla con la anterior de "shock de futuro"!: "la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13b). ¿Ve usted con qué facilidad se le llama a Jesús Dios en este pasaje? Hay un Salvador, y es Jesucristo, que es el gran Dios, que aparecerá en gloria para enderezar todas las cosas que están mal en este mundo.

A continuación, era preciso que los cretenses aprendiesen algo acerca del orden en la iglesia; así que, en el primer capítulo, Pablo da a entender que encargó a Tito que nombrase ancianos, a los que más adelante llama "obispos"; y son los mismos "ancianos", porque lo primero se refiere al hombre, mientras que "obispo" se refiere al cargo. Y nos dice cuáles deben ser sus cualidades:

El anciano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, y que tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Es necesario que el obispo sea irreprochable, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no amigo de contiendas, no codicioso de ganancias deshonestas. Debe ser hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo y dueño de sí mismo... (Tito 1:6-8)

¿Dónde se puede encontrar hombres así? Pablo esperaba encontrarlos en Creta y esperaba encontrarlos entre aquellos que antes se caracterizaban por ser mentirosos, malas bestias y glotones perezosos. Ese es el cambio que produce el evangelio. Y los encontró, porque Tito fue enviado para encomendarles esa labor, a fin de realizar la obra de la iglesia. De este modo, la iglesia se convierte en una especie de grupo de terapia, introduciendo en la comunidad en general las virtudes sanadoras del amor, de la luz y la gracia, que transformarán gradualmente a la comunidad. Para eso ha sido enviada la iglesia.

Finalmente, era preciso que aquellos cristianos cretenses supiesen algo con respecto a la responsabilidad cívica:

Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean amigos de contiendas, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con toda la humanidad. (Tito 3:1-2)

¡Qué contraste con algunas de las actividades que se llevan a cabo en la actualidad en nombre de la iglesia! Pero la iglesia recibe la exhortación aquí de reconocer que las autoridades son, en cierto sentido, los ministros de Dios, enviados y usados por Él para mantener el orden, y que debe haber cortesía y obediencia en todos los aspectos relacionados con lo estipulado por la ley, excepto aquellos en los que claramente desafía los preceptos espirituales, o resulta impía; en cuyo caso debe repudiarse, usando nuestras mentes y voluntades para decir que no a estas cosas:

... renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente... (Tito 2:12b)

No es en la iglesia, sino en el mundo, en medio de la vida de los negocios, del comercio, el mundo profesional y las empresas normales de la vida; es ahí donde debemos vivir sobria, justa y piadosamente. Esa era la verdad que necesitaban conocer.

Y en tercer lugar, necesitaban saber la verdad acerca de lo que podían esperar del futuro, y sigue diciendo en el mismo pasaje:

... mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. (Tito 2:13)

En lo que se refiere a la necesidad de las buenas obras, hay unos consejos prácticos para personas de diversas edades. A los ancianos se les dice:

Que los ancianos sean sobrios, serios y prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. (Tito 2:2)

A continuación, aconseja a las mujeres mayores, diciendo:

Las ancianas asímismo sean reverentes en su porte. Que no sean calumniadoras ni esclavas del vino, sino maestras del bien. Que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos... (Tito 2:3-4a)

Esa es la labor de las mujeres mayores: enseñar a las más jóvenes cómo comportarse, a ser buenas esposas, y además:

... a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de sus casas, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. (Tito 2:4b-5)

¡Qué práctica es esta epístola! Pero con todo y con eso, al ofrecer el apóstol estas normas prácticas, está al mismo tiempo inculcando sosegadamente a la comunidad cretense el poder que no tardaría en convertirse en un factor vital para cambiar toda la vida de la isla.

Finalmente, al acabar el apóstol con algunas palabras personales de advertencia y de consejo, es como si pudiésemos echar un vistazo a su propia vida. Dice:

Cuando yo envíe a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí a Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. (Tito 3:12)

Nicópolis se encontraba en la orilla del oeste de Grecia, justo al otro lado del mar Adriático, a la otra punta de lo que es la bota de Italia. El apóstol estaba, al parecer, escribiendo esta epístola desde Corinto, y estaba enviando a dos jóvenes a reemplazar a Tito en Creta, de modo que éste se pudiese reunir con Pablo. Más adelante leemos que Tito fue a Dalmacia, en la costa del norte, enviando a Zenas, su abogado, y a Apolos de camino (posiblemente a Alejandría, que era de dónde procedía Apolos), y el apóstol pide a Tito que se asegure de que no les falte nada.

A continuación, termina la epístola de la misma manera que la empezó, diciendo: "Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras... " (Tito 3:14a) ¿Cómo empezó la epístola?

Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad... (Tito 1:1)

He ahí el tema de la epístola: la verdad que encaja perfectamente con la piedad; la sana doctrina y las buenas obras corren parejas, y la base de todo ello, como ya hemos visto, es "en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esta vida desde antes del principio de los siglos" (Tito 1:2).

Esa promesa se encuentra en Génesis y fue hecha cuando Dios prometió, antes de que Adán y Eva fueran echados del huerto, que vendría un Redentor que daría vida a los hombres (Génesis 3:15), y esta es la referencia que cita Pablo aquí. A continuación, habla acerca del método por el cual esto se convertiría en realidad: "... y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios, nuestro Salvador" (Tito 1:3). Si se ha producido un verdadero cambio en su vida, fue gracias a la predicación, escuchando la exposición de la Palabra liberadora; y cuando usted creyó, se encontraría usted con que también experimentaría el lavamiento de la regeneración y la posterior renovación, la continuada renovación, del Espíritu Santo.

Oración

Padre nuestro, nos sentimos nuevamente animados, al leer esta epístola de Pablo a Tito, a realzar la doctrina de Dios en estos días. Generación tras generación de cristianos han vivido y han muerto desde aquellos días, pero el mundo sigue estando aquí, y las promesas también. Señor, esta es la época en la que nos ha tocado vivir; Tú nos has llamado a que seamos santos, a que seamos miembros del cuerpo de Cristo, como lo fueron aquellos cristianos primitivos. Concédenos el valor, la fortaleza, la perseverancia, la visión y la fe, a fin de que podamos manifestar con claridad estas verdades en nuestra hora de la historia humana. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.