La mayoría de las epístolas que escribió Pablo a las iglesias fueron dirigidas a aquellas iglesias que él mismo había fundado, pero no fue él quien comenzó la iglesia en Roma, ni la de Colosas. No se sabe con certeza quién fundó la iglesia de Colosas, pero es muy factible que fuese un hombre al que se menciona en algunas de las otras epístolas de Pablo, Epafrodito o, debido a que ese era un nombre demasiado largo como para que ni siquiera los griegos lo pronunciasen, Épafras. Se le menciona en esta epístola como procedente de Colosas y es el que probablemente fundó esta iglesia. No sabemos dónde oiría el evangelio, pero es evidente que lo había llevado a su ciudad natal y había empezado a proclamar a Cristo, y de dicha proclamación había surgido la iglesia de Colosas.
Epafrodito había ido a Roma a ver al apóstol Pablo, que en aquel entonces se hallaba prisionero, llevándole los informes acerca de la iglesia en Colosas. Hubo otro hombre que también fue a visitar a Pablo durante su primer encarcelamiento y que le llevó informes de la iglesia de Colosas. De modo que fue a estos nuevos cristianos, que nunca habían conocido al apóstol cara a cara, a los que Pablo escribió esta epístola desde Roma.
Fue escrita aproximadamente en la misma época en que lo fue la epístola a los filipenses, y se dará usted cuenta de que es muy parecida en su estructura y contenido a la de Efesios. Probablemente fueron escritas en el mismo período, durante el primer encarcelamiento del apóstol, y, por eso, se las llaman Las epístolas carcelarias del apóstol Pablo. La diferencia principal entre la de Efesios y la de Colosenses es que los colosenses tenían un problema, y es precisamente sobre dicho problema sobre el que se concentra fundamentalmente el apóstol. Daba la impresión de que estaban al punto de perder su entendimiento del poder que hacía posible vivir la vida cristiana. Por lo tanto, esta epístola es la gran proclamación y la explicación del poder de la vida cristiana experimentada gracias a Cristo, como el medio del que se puede valer el cristiano.
El tema de esta epístola se puede expresar por medio de estas palabras, que forman parte de la oración introductoria del apóstol, al dirigirse a los cristianos colosenses:
Fortalecidos con todo poder [que es el motivo por el que escribió la epístola], conforme a la potencia de su gloria [ese es el tema de la epístola a los colosenses]... (Colosenses 1:11a)
Como Pablo no ha estado nunca en Colosas, empieza su epístola con unas referencias concretas acerca de sí mismo como apóstol y con saludos a estos hermanos, expresando su gratitud por haberse enterado de la fe que prevalece entre ellos, por su amor, gozo y otros factores que ponen de manifiesto que estas personas han escuchado el evangelio de Jesucristo y han sido radicalmente transformados.
Esa era siempre la señal que buscaban los apóstoles. Siempre que oían hablar acerca de otros cristianos, esperaban enterarse de que les había sucedido algo, que se habían convertido en personas diferentes, que no seguían, como muchos cristianos intentan hacer hoy en día, sin cambiar para nada sus actitudes ni sus puntos de vista. Pero en el caso de los cristianos del primer siglo, el hacerse cristianos representaba una transformación radical, que resultaba de un cambio revolucionario de gobierno, algo que era evidente en estos cristianos de Colosas. El apóstol les escribe y da gracias a Dios por lo que ha oído contar acerca de ellos. Comenta acerca de su fe y luego ora por ellos. Esta oración es una de las oraciones más refrescantes y deliciosas del Nuevo Testamento:
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así podréis andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, obtendréis fortaleza y paciencia, y, con gozo, daréis gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. (Colosenses 1:9-12)
Comenzando, pues, sobre esa nota, les expone el origen de todo poder en la vida cristiana: el propio Jesucristo.
Una de las más fuertes y gloriosas proclamaciones respecto a Su deidad esencial es la que se encuentra en este pasaje:
Cristo es la imagen del Dios invisible... (Colosenses 1:15a)
Una imagen es una expresión exacta, y Pablo está explicando en este pasaje que Jesús, el hombre, es la expresión exacta de todo lo que es Dios, y además es
... el primogénito de toda creación, (Colosenses 1:15b)
Tal vez haya vivido usted la experiencia de encontrarse a una pareja ante su puerta, con un librito color verde debajo del brazo, presentándose como Testigos de Jehová y pidiendo que les dejase usted entrar, para que ellos le hablasen a usted acerca de la verdad, la vida y la Biblia. Si les dejó usted pasar, antes o después le mostrarían un pasaje diciendo que Jesucristo no es Dios, sino que es esencialmente una criatura, la más suprema de toda la creación, y usan este término, es decir, el primogénito de toda la creación, con el propósito de reforzar su argumento, diciendo que Jesús fue el primero en ser creado. (Claro que hay un sentido en el que, efectivamente, esta palabra primogénito tiene ese sentido. Al referirnos a nuestros hijos, decimos que el mayor es el primogénito porque fue el primero en nacer.) Esa es uno de los sutiles engaños de los que se valen las sectas para propagar sus errores, y es muy sutil porque parece algo lógico y bíblico. Pero lo que están haciendo, en realidad, es dar al término un significado moderno que es totalmente diferente del uso que se le da en el Nuevo Testamento. En este caso la palabra primogénito quiere decir heredero o principal, el propietario. Esta frase "el primogénito de toda creación" significa que el Señor Jesús se halla, en relación con la creación, como el heredero de la propiedad de Su Padre. No forma parte de ella, sino que es más bien el propietario de ella, el heredero.
Este término se usa en diversas maneras en el Antiguo Testamento. Hay dos casos concretos en el que el que ha nacido el segundo es el primogénito de la familia. En el caso de Isaac y de Ismael, Ismaél fue el primero en nacer; sin embargo, Isaac fue el primogénito. Lo mismo en el caso de Jacob y Esaú; Esaú nació primero, pero Jacob fue el primogénito. De modo que, como vemos, Jesús no fue el primero de una línea de creación, pero sí el heredero de toda la creación, el propietario de ella, y esto encaja con lo que el apóstol continúa diciendo:
porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:16)
Si examina usted detenidamente la traducción de las Escrituras del librito verde de los Testigos de Jehová, se dará cuenta de que a fin de dar sustancia a su mentira acerca de Jesucristo, han insertado la palabra "otros" en esta frase: "Todas las otras cosas fueron creadas por él. En él todas las otras cosas fueron creadas". Pero no hay la más mínima justificación en el texto griego de la inserción de la palabra "otros". Este es un caso claro de la clase de engaño en el que son capaces de caer con el fin de extender sus mentiras.
Pero aquí tenemos la importante declaración hecha por Pablo; aquí está el Señor Jesús, que declara que es el creador, el que hizo que los mundos tuviesen vida, que estaba presente juntamente con Dios (y que era Dios) cuando se proclamaron las grandes palabras: "Sea la luz", "Produzca la tierra", como las demás grandes declaraciones sobre la creación de las que ha quedado constancia en Génesis. Fue el Señor quien lo hizo y, además, como sigue diciendo Pablo:
Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. (Colosenses 1:17)
Uno de los rompecabezas de la ciencia es por qué las cosas se mantienen unidas. Sabemos que todo lo que podemos tocar está formado por diminutos átomos que consisten en electrones que giran alrededor del núcleo, y todo cuanto rota o se revuelve posee una fuerza que se proyecta hacia el exterior, una fuerza centrífuga, y, por lo tanto, las cosas debieran volar hacia arriba. Debida a esta fuerza centrífuga, cada átomo debiera volar separándose. ¿Qué es lo que los une? La ciencia no puede ofrecer una respuesta, y los científicos afirman que es una fuerza desconocida. Eso es algo que siempre me ha interesado porque me recuerda la experiencia de Pablo en Atenas al encontrarse a un pueblo que estaba adorando a un dios desconocido. La ciencia está precisamente debatiéndose actualmente con un Dios desconocido, y Su nombre es Jesús de Nazaret. Por Él todas las cosas subsisten o se mantienen unidas, y todo el poder del mundo natural procede de Él.
Pero el apóstol afirma además:
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, (Colosenses 1:18a)
Usa el término el primogénito en dos ocasiones diferentes. Es el primogénito de la antigua creación; es el primogénito de la nueva creación, la resurrección, el primogénito de entre los muertos, lo cual no significa que fuese el primero en ser levantado de entre los muertos, porque las Escrituras nos cuentan que hubo otros que le precedieron, pero Él es el heredero, el Señor de toda la nueva creación. Es la cabeza de la nueva creación, como nos dice el apóstol, y nosotros formamos parte de un cuerpo nuevo, de la nueva raza de hombres que ha estado formando Dios a lo largo de los siglos, y de ese cuerpo del cual Jesucristo es la cabeza. Por lo tanto, de Él fluye todo el poder, el poder de la resurrección.
Cada vez estoy más convencido de que el problema que tiene la mayoría de los cristianos es que no entienden lo que enseña la Biblia acerca del poder de la resurrección. Si tuviesen la menor idea de cómo es este poder y cómo funciona, y los aspectos y situaciones en que se pretende que se manifieste, nunca más volverían a vivir como lo están haciendo ahora; serían totalmente diferentes. Por supuesto, no quiero decir que serían personas brillantes, que realizarían grandes despliegues de poder y moverían montañas, porque no es preciso tener el poder de la resurrección para hacer eso.
El poder de la resurrección es apacible y es la clase de poder que se manifestaba de modo evidente en el Señor Jesús. No era el hecho de que hubiese salido del sepulcro lo que deslumbró los ojos de los soldados que estaban allí, ni lo que produjo el terremoto. Él salió del sepulcro sin el menor sonido. La gran piedra fue quitada de en medio, no con el fin de que saliese, sino para que las personas pudiesen entrar, para que viesen que el sepulcro estaba vacío. No hubo sonido alguno, ni la menor demostración, poniéndose de manifiesto el poder tranquilo e inexorable de una vida resucitada, a la que ningún poder mecánico o natural puede oponerle resistencia alguna. Eso es lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Un poder tranquilo, que transforma los corazones, las vidas y las actitudes, cambiándolo todo desde dentro. En eso consiste el poder de la resurrección, y fluye de nuestro interior, desde la cabeza de la nueva creación, el Cristo resucitado, fuente de todo poder.
Pablo continúa mostrándonos a quiénes se pretende conceder este poder:
También a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos por vuestros pensamientos y por vuestras malas obras... (Colosenses 1:21a)
Eso nos incluye a todos, ¿no es cierto? Todos encajamos en esta categoría y somos las personas a través de las cuales debe ahora manifestarse este poder.
... ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprochables delante de él. (Colosenses 1:21b-22)
A continuación Pablo nos ofrece una demostración de este poder en su propia vida. Dice que Dios le ha llamado y le ha colocado en el ministerio a fin de proclamar un misterio, y nos dice de nuevo cuál es el misterio:
... para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades... (Colosenses 1:25b-26a)
No encontrará esto explicado en el Antiguo Testamento. Se experimentó en él, pero no se explica nunca.
... pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio... (Colosenses 1:26b-27a)
¿Cuál es el misterio?
... Cristo en vosotros, esperanza de gloria. (Colosenses 1:27b
Cristo habitando en vosotros; es la suprema declaración de la iglesia cristiana. Usted no habrá llegado realmente a predicar el evangelio hasta que les haya dicho a los hombres que no solo es que sus pecados les serán perdonados si acuden a Cristo, sino que Él mismo habitará en los que le reciban, a fin de hacer por medio de ellos lo que se espera que hagan. Él murió por nosotros, con el propósito de vivir en nosotros. Esta es la gloria del evangelio cristiano en toda su plenitud.
Fijémonos en la manera en que Pablo experimentó esto. Él nos dice:
Nosotros anunciamos a Cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre con toda sabiduría, a fin presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre. Para esto también trabajo, luchando según la fuerza de él, la cual actúa poderosamente en mí. (Colosenses 1:28-29)
¿De dónde procede la energía? Este asombroso apóstol, con sus incansables viajes, día y noche, que se encontró en naufragios y pasó por toda clase de dificultades, que trabajó con sus manos, esforzándose, viajando por todo lo ancho y lo largo del imperio romano, es incesante en sus empresas. ¿De dónde se saca las fuerzas? ¿Le gustaría a usted saberlo? Pablo nos dice:
... luchando según la fuerza de él, la cual actúa poderosamente en mi. (Colosenses 1:29b)
¡Cristo en vosotros! La esperanza de gloria. Por eso es por lo que digo que si los cristianos tuviesen idea de lo que Dios ha puesto a su disposición, nunca volverían a ser los mismos. Nunca más tendríamos que suplicar a las personas en la iglesia que se responsabilizasen de ciertas empresas, ministerios, o pedirles que enseñasen en la escuela dominical. No nos encontraríamos con la excusa: "Oh, es que no tengo la fuerza para hacerlo. No tengo la energía necesaria". Porque, como ven, dice Pablo, aquí tenemos la fuente de la energía, y esa energía es constante y consistente y fluye de Él, creada por el Espíritu de Dios morando en Él. Al enfrentarse con la labor a realizar, Pablo se disponía a realizarla con la energía que le daba Dios, que es el poder de la resurrección.
En el capítulo dos tenemos la advertencia en contra de ciertos falsos poderes que nos apartarían del verdadero poder que Cristo nos ha dado. Estas advertencias son igual de válidas e importantes hoy en día que cuando Pablo las escribió. Hay ciertas cosas entre los hombres que siempre se consideran como fuentes de poder. Si se pueden conseguir, puede usted convertirse en una persona poderosa y tendrá usted una poderosa y radiante personalidad. Será usted un dirigente dinámico de hombres. Sin duda habrá visto usted anuncios en los que aparece esta clase de lenguaje, diciendo: "Solamente por diez dólares podrá usted obtener un curso que transformará su vida en quince días, convirtiéndole en un dirigente dinámico. Nunca más volverá usted a ser el mismo".
Hay otros enfoques más sutiles que nos ofrecen poder, pero todos ellos proceden en general de tres líneas de pensamiento que sigue aquí Pablo. Sin embargo, lo primero que hace es recordarnos la gloria de Jesucristo:
... en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. (Colosenses 2:3)
Tenemos todo cuanto precisamos para vivir la vida en Él, y, en el versículo seis, Pablo nos dice:
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo Jesús, andad en él, (Colosenses 2:6)
Ahora tiene usted lo que necesita; así que, póngalo en práctica y deje que se vea.
... arraigados y sobreedificados en él y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. (Colosenses 2:7)
¿Ha leído usted alguna vez ese versículo con anterioridad? En ocasiones nos suena como si aquello en lo que abundásemos fuesen las quejas ¿, no es cierto? Pero Pablo dice: "abundando en acciones de gracias". ¿De qué nos priva eso? Para empezar, la idea de que el poder tiene su origen en el conocimiento humano. El versículo 8 dice:
Mirad [nos dice el apóstol] que nadie os engañe [literalmente, que nadie os secuestre] por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciónes de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2:8).
No sé exactamente cuántos casos de esta clase de secuestros he presenciado o a cuántos jóvenes que van a la universidad a estudiar he visto abandonar la fe. Los jóvenes que se han criado en hogares cristianos, pero que se han visto expuestos a las enseñanzas endiabladas y sutiles de humana sabiduría, han perdido su fe y se han apartado de las cosas de Cristo, llevando con frecuencia una vida alocada y licenciosa. ¿Por qué? Porque nadie les advirtió o, de lo contrario, porque no prestaron atención, a fin de no ser víctimas del conocimiento humano. Puede que al principio esto suene como si el evangelio estuviese en contra de todo lo intelectual, pero la Biblia no está en contra del conocimiento, sino en contra de esa clase de conocimiento que no encaja con lo que la Palabra de Dios considera positivo.
El apóstol analiza lo que hay de malo en el conocimiento humano, aunque también hay otras cosas que son buenas y hay mucho de verdad en lo que el hombre ha descubierto a lo largo de los siglos, y eso es algo que debemos admitir; pero Pablo comienza por dejar claro que hay cosas que resultan dignas de sospecha por ser conocimientos que se basan en la tradición, que se han ido amontonando gradualmente toda una serie de conocimientos a lo largo de los siglos y que han ido transmitiéndose de una generación a otra. Por consiguiente, el conocimiento humano está formado por grandes verdades, acompañadas de grandes errores, sin que haya manera de distinguir entre los dos. Aquellos que lo aceptan sin reservas tienden a aceptar igual cantidad de error que de verdad y, por lo tanto, esto les lleva a aceptar conceptos equivocados e ideas erróneas y dañinas.
Nos dice, en segundo lugar, que el conocimiento humano es según los espíritus elementales del universo. ¿Qué quiere decir esto? Pablo se refiere, en este caso, a los poderes tenebrosos que, como nos hace ver en otras epístolas, gobiernan las mentes de los hombres, nublan su intelecto y limitan su comprensión. Por lo tanto, el conocimiento humano es esencialmente rudimentario. Es decir, elemental, permaneciendo dentro de la periferia de la verdad, no llegando nunca al fondo verdadero de las cosas. Por eso es posible que exista una comunidad universitaria, dominada por la vileza, la corrupción, la inquietud, la aflicción, con un elevado porcentaje de suicidios y evidencia de decadencia y deterioro por todas partes. El conocimiento humano no llega al fondo de las cosas de la manera que lo hace la Palabra de Dios. Ambos se complementan, pero es preciso que se realice una evaluación crítica de las palabras, sometiéndolas a la sabiduría de Dios.
La objeción final que hace Pablo es que no es conforme a Cristo y, por lo tanto, la sabiduría humana carece de la habilidad necesaria para insertar los grandes conceptos positivos en la vida, siendo esencialmente negativa. Tampoco da como resultado las cualidades del amor, la verdad, el gozo, la paz y el poder, que solo proceden de Jesucristo.
Por lo que nos muestra con toda claridad que la respuesta al atractivo de la sabiduría humana es el juicio de la cruz. La cruz nos ha librado y ha hecho que dejemos de confiar y admirar la sabiduría humana como tal. Nos encontramos en una situación en la que podemos juzgar estas cosas y ver, como es debido, los valores morales a la luz de la Palabra de Dios. Pablo nos indica además otra falsa fuente de poder, que también hace que muchas personas se desvíen:
Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. (Colosenses 2:16-17)
Siguiendo esta misma línea de pensamiento, dice en el versículo 20:
Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: "No uses", "No comas", "No toques"? Todos estos preceptos son sólo mandamientos y doctrinas de hombres, los cuales se destruyen con el uso. (Colosenses 2:20-22)
¿Qué fuente falsa es esta? Es el poder que se supone que procede de un celo dedicado a Dios, que se manifiesta guardando los días y las fiestas especiales, las normas y las prácticas ascetas, azotando el cuerpo, llevando un cilicio, trabajando durante largas horas debido al celo suscitado por la causa. Todas estas cosas dan la impresión de ser fuentes de poder. En ocasiones no podemos evitar admirar el celo de aquellas personas que se dedican totalmente a una causa, pero, como dice el apóstol, se están engañando a sí mismas y no descubren el verdadero poder:
Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría, pues exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo... (Colosenses 2:23a)
Hay una especie de falsa humildad que produce esta clase de comportamiento, que produce una admiración a regañadientes por nuestra parte, pero veamos lo que dice el apóstol:
... pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colosenses 2:23b)
Como ve usted, puede ponerse usted una camisa de cerdas y seguir dominado por la lujuria. Puede usted golpearse el cuerpo hasta que lo tenga lleno de cardenales y seguir siendo culpable de tener pensamientos lascivos, puesto que estas cosas no eliminan los vicios de la carne. Por lo tanto, aquí no hay poder para llevar la clase de vida que debemos vivir.
A continuación menciona una tercera fuente de poder falso:
Que nadie os prive de vuestro premio, haciendo alarde de humildad y de dar culto a los ángeles, (metiéndose en lo que no ha visto), hinchado de vanidad por su propia mente carnal. (Colosenses 2:18)
¿Qué quiere decir aquí? Hoy en día estamos oyendo hablar mucho sobre ello. Si se pone usted en contacto con los espíritus invisibles, tendrá usted poder. Si se pone en contacto con los muertos, recibiendo mensajes de ellos, tendrá usted una fuente de poder invisible, que le permitirá vivir de una manera que no pueden vivir otras personas. Estos colosenses estaban preocupados por estas influencias, de la misma manera que nos preocupan actualmente a nosotros. Estamos siendo testigos de un considerable aumento por todas partes de esta vuelta al ocultismo, a la astrología, a las artes oscuras y dudosas, a la magia y a las sesiones espiritistas. Todo ello es una sustitución satánica del poder de Jesucristo, el poder de Cristo que mora en el creyente.
En el capítulo tres, el apóstol se refiere a la verdadera manifestación del poder y explica cómo hacerse con el poder de Cristo:
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, (Colosenses 3:1-2)
Eso no significa, por supuesto, que tengamos que estar constantemente pensando acerca del cielo. Estas palabras no tienen nada de super piadoso, porque lo que está diciendo sencillamente es que no permitamos que nuestros deseos y actitudes sean gobernados o dirigidos por los deseos de alcanzar la fama o el poder terrenal. En lugar de ello, lo que hemos de hacer es que nuestros deseos concuerden con la Palabra de Dios. Hemos de sentir el deseo de manifestar amor, verdad, fe y paciencia, las cualidades que representan la vida del Señor resucitado, y a eso es a lo que se refiere Pablo. No es que tengamos que estar todo el tiempo pensando en el cielo, sino manifestando el cielo en las situaciones en las que nos encontremos.
Pablo nos ofrece la fórmula para conseguirlo:
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: (Colosenses 3:5a)
Dios lo ha sentenciado ya a muerte en la cruz, y, por lo tanto, cuando se manifieste en usted, trátelo de ese modo, como algo que se halla bajo una sentencia de muerte impuesta por Dios. A continuación nos ofrece una lista de estas cosas terrenales:
... fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. (Colosenses 3:5b)
A continuación pasa a lo que se refiere a nosotros:
... dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros... (Colosenses 3:8-9a)
Dejad todas estas cosas, que es el primer paso, y el segundo lo encontramos en el versículo 12:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a los otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. (Colosenses 3:12-13)
¿Qué es lo que quiere decir con estas palabras? ¿Que intentemos imitar a Cristo en este sentido? ¡Oh, no! Él ya nos había dicho con anterioridad que Cristo vive en nosotros. Siendo así, nos dice, permitid deliberadamente que estas cosas se manifiesten en vosotros. Propóngase muy en serio que estas cosas se manifiesten en su vida, contando con la vida de Cristo en usted para que se vuelvan reales y no falsas, como manifestaciones genuinas y auténticas de esta vida. El apóstol hace una lista de ciertos aspectos en los que estas cosas se han de poner de manifiesto.
Casadas, estad sujetas a vuestros maridos... Maridos, amad a vuestras mujeres... Hijos, obedeced a vuestros padres... Padres, no exasperéis a vuestros hijos... Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos... Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros esclavos. (Colosenses 3:18-4:1a)
Y finaliza con estas advertencias prácticas:
Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias. Orad también al mismo tiempo por nosotros... Andad sabiamente para con los de afuera... Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal... (Colosenses 4:2-6a)
En la última parte de la epístola, hay sencillamente algunos saludos personales de hombres que están con Pablo. También ellos son una demostración del poder de Cristo que mora y obra a través de ellos. Concluye la epístola, como tenía por costumbre, cogiendo la pluma y escribiendo de su propio puño y letra:
Esta salutación es de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén. (Colosenses 4:18)
En este momento quiero regresar de nuevo a ese versículo del primer capítulo, que es la clave de esta epístola:
Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria... (Colosenses 1:11a)
Esas son palabras impresionantes, ¿no es cierto? Eso es lo que desea usted, ¿no es verdad? El poder de Cristo y Su vida manifestada en usted. ¿Para qué lo quiere? ¿Para poder impresionar a todo el mundo? ¿Para que pueda ir usted por ahí, haciendo milagros, realizando toda clase de cosas sorprendentes que hagan posible que aparezca su nombre en el periódico? ¿Es ese el motivo? Lea usted el motivo por el que Pablo desea que usted lo tenga:
... obtendréis fortaleza y paciencia... con gozo... (Colosenses 1:11b-12a)
Subraye usted estas palabras porque es así cómo se manifiesta el poder de la resurrección, y al mundo le es imposible crear esta forma de vivir. No sabe cómo soportar las pruebas con una sonrisa ni aguantar las dificultades con fe, paciencia y gozo. Y en lo que respecta al mundo, hace falta disponer de un poder desconocido para él, del poder que solo reside en Jesucristo. Ese poder transformará nuestras aflicciones y dificultades en experiencias gozosas, no solo en falsas manifestaciones de gozo, sino que serán genuinas. Cuando pasamos por pruebas aprendemos cosas. Si nuestro corazón tiene una buena relación con Cristo, si estamos dejando a un lado lo antiguo y vistiéndonos de lo nuevo, descubriremos que estas experiencias, en lugar de producir en nosotros quejas, murmuraciones y mal humor, se convertirán en una fundamento de gozo, al ser "fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria".
Oración
Padre, te damos gracias por este libro del primer siglo, que habla a nuestra vida en pleno siglo veinte y nos muestra que nada ha cambiado. No hay nada en nuestro mundo que sea diferente al mundo con el que se enfrentaron los cristianos primitivos. Nada ha cambiando con respecto a nuestra relación con Jesucristo. También nosotros vivimos como lo hacían ellos, sintiendo el gozo y la alegría, dando gracias en medio de esta vida. Te pedimos que hagas posible que descubramos esta verdad, siguiendo las advertencias de Pablo y aplicándolas a nuestras vidas. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.