La primera epístola de Pablo a los corintios es una epístola muy, muy importante para nosotros, porque capta con absoluta exactitud los problemas con los que nos enfrentamos como personas modernas que viven en estos tiempos. El motivo es, como es lógico, que Corinto era la ciudad más americana del Nuevo Testamento, era una ciudad de recreo, la capital del placer del imperio romano.
Si recuerdan ustedes sus conocimientos de geografía, sabrán que se encontraba en la península del Peloponeso, y las condiciones bajo las cuales vivían los corintios eran muy semejantes a las condiciones en las que vivimos nosotros, o para expresarlo de otro modo, las condiciones en las que vivimos actualmente son las condiciones corintias. Corinto era una hermosa ciudad, una preciosa ciudad de palmeras y de estupendos edificios, el centro de placer de todo el imperio, y se dedicaba de lleno a dos cosas: la búsqueda del placer (en especial de la pasión) y la sabiduría. Era una ciudad griega, y a sus habitantes les encantaba filosofar y se dedicaban a lo que Pablo llama "la sabiduría de las palabras".
De manera que las dos fuerzas activas en esta ciudad, que creaban un ambiente en el que debía vivir la iglesia de Corinto, eran estas: el intelectualismo y el sensualismo. Esta era una ciudad dedicada de lleno a la adoración de la diosa sexo. Por eso es por lo que digo que existían unas condiciones muy parecidas a las que tenemos actualmente. En la ciudad de Corinto había un templo que estaba dedicado a la diosa griega Afrodita, y parte de la adoración a la diosa griega consistía en la celebración de ciertas ceremonias religiosas en las que existía el elemento de las relaciones sexuales; por lo tanto, las sacerdotisas del templo eran realmente prostitutas y había aproximadamente unas 10.000 relacionadas con el templo. La ciudad se había dedicado abiertamente a las prácticas libertinas, siendo consideradas como algo normal y como una parte apropiada de la vida, por lo que la gente no le prestaba en realidad demasiada atención. Si nosotros estamos convencidos de estar viviendo en condiciones en las que la sensualidad es algo desenfrenado y está muy extendida la adoración del sexo, la verdad es que esta situación no se acerca ni remotamente a la que tenían que vivir los cristianos en Corinto.
Además, se veían continuamente asaltados por las doctrinas, los dogmas y las ideas de los hombres que seguían a los grandes filósofos. Esta ciudad era la heredera de los grandes pensadores de la edad de oro de Grecia, como Sócrates, Platón y Aristóteles, que tenían todos ellos a sus seguidores en la ciudad de Corinto. Y al igual que sucedía en todas las ciudades griegas, les encantaba reunirse en las plazas públicas para debatir interminablemente acerca de los diversos temas. Eran personas que sentían una gran pasión por la sabiduría.
Fue a esta ciudad a donde llegó el apóstol Pablo. Recordarán ustedes la historia del libro de Hechos. Había descendido, pasando por Tesalónica, y había sido echado de la ciudad por un grupo de judíos que se habían sublevado en su contra, yendo durante un corto tiempo a la pequeña ciudad de Berea y a continuación a Atenas. Allí en Atenas, al caminar solo por la ciudad, se dio cuenta de que había muchos templos en ella, y finalmente decidió predicar a los atenienses en la colina de Marte. Cuando se marchó por fin de Atenas, lo hizo descendiendo por el estrecho istmo a Corinto, donde permaneció durante un período de un año y medio a dos años, predicando el evangelio y fabricando tiendas de campaña para ganarse la vida.
Había encontrado a un matrimonio que había venido de Roma, llamados Aquila y Priscila, que también eran fabricantes de tiendas, y se quedó con ellos, llevándoles a Cristo. Formó una iglesia en su casa, y fue gradualmente extendiendo el evangelio por la ciudad. Se nos dice que al oírlo muchos de los corintios creían y eran bautizados y se convertían en miembros de esta iglesia.
Esa fue la iglesia a la que Pablo escribió su epístola, y al leerla se darán ustedes cuenta de que era una iglesia que tenía graves problemas; era la iglesia con más graves problemas en todo el Nuevo Testamento, pero aunque había muchas cosas que estaban mal en ella, también había unas cuantas cosas muy positivas. Al comenzar Pablo su epístola dirigida a esta iglesia, reconoce algunas de las cosas que estaban muy bien. Para comenzar, les llama "santos"; dice:
... a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos... " (1 Corintios 2:2a)
y a continuación eleva sus ojos al horizonte, tanto desde el punto de vista geográfico como del tiempo, y nos ve incluso a nosotros y dice:
... con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. (1 Corintios 1:2b)
Y luego viene su saludo habitual:
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. (1 Corintios 1:3)
A continuación el apóstol habla acerca de algunas de las cosas que hacen que estas personas fuesen cristianas, los temas importantes de nuestra fe cristiana. Menciona el hecho de que habían recibido a Cristo por fe y por gracia, habían comenzado una nueva vida y habían sido enriquecidos por Él. Había además muchos motivos por los que alabar a esta iglesia, como vemos en los primeros versículos de esta epístola, pero presenta en seguida la clave de toda la epístola. Si no logran ustedes recordar ninguna otra cosa acerca de Primera de Corintios, recuerden por lo menos este versículo, porque todo en esta epístola depende de él:
Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (1 Corintios 1:9)
Hay algo que es de vital importancia en la vida cristiana, que es el hecho de que hemos sido llamados a compartir la vida del Hijo de Dios. En eso consiste la fraternidad; es compartir. La fraternidad o comunión con otros es el tiempo dedicado a compartir, y es aquello para lo cual Dios nos ha llamado. Pablo hace que esto ocupe el primer lugar en esta epístola, para llamar la atención de los cristianos a lo que faltaba en su experiencia, y todo lo que se trata en ella gira alrededor de este versículo.
Esta epístola puede dividirse en dos partes principales: primeramente tenemos una parte extensa que trata acerca de lo que podríamos llamar "lo carnal", que abarca del capítulo 1 al 11. Luego hay una sección final, de los capítulos 12 al 16, que trata acerca de lo que el mismo Pablo denomina "lo espiritual", lo carnal comparado con lo espiritual. Lo relacionado con lo carnal incluye todo lo que estaba mal en esta iglesia, y lo espiritual era lo que necesitaban a fin de corregirlo. Al leer esta epístola hasta el final, se darán ustedes cuenta de que también nosotros padecemos de los mismos problemas carnales, al menos en principio, y que lo que necesitamos con desesperación para enderezar nuestras vidas es todo lo espiritual. Por lo tanto, esta epístola está especialmente escrita para todos aquellos que viven en un ambiente saturado de sexualidad, amante de la sabiduría, y que están intentando vivir como cristianos, rodeados de las presiones que se producen constantemente en estos dos aspectos.
En la primera sección, y dirigiéndose a la iglesia sumida en toda esta problemática, hay tres aspectos fundamentales acerca de los cuales trata Pablo. Para empezar, está el problema de las divisiones, luego estaba el problema de los escándalos en la iglesia y, finalmente, habla acerca de ciertos asuntos sobre los cuales le habían escrito a él, preguntas que les preocupaban, todos los cuales se reúnen bajo el denominador común de "lo carnal", es decir, las cosas que inquietaban a la iglesia.
El primer problema, el asunto de las divisiones, había sido ocasionado por el hecho de que el espíritu de la ciudad se había introducido en la iglesia. Hay aquellos que nos dicen que lo que la iglesia necesita actualmente es recuperar de nuevo el espíritu del tiempo en el que vivimos. ¡Pero nada podría estar más lejos de la verdad! Precisamente lo que no debe hacer nunca la iglesia es adaptarse al espíritu de la época, sino que su labor consiste precisamente en corregir dicho espíritu. El momento en que una iglesia comienza a reflejar el espíritu de su tiempo, pierde de inmediato su poder, y eso era exactamente lo que le había sucedido a la iglesia de Corinto.
Estaban permitiendo que todas estas divisiones sobre las filosofías de los hombres se introdujesen en la iglesia y habían escogido a ciertos dirigentes religiosos alrededor de los cuales se unían formando pequeñas facciones, diciendo que tal o cual persona era mejor y que los puntos de vista de un hombre eran mejor que los de otro. Estaban formando pequeñas sectas, camarillas y cismas dentro de la iglesia. Estas divisiones se producían principalmente alrededor de ciertas opiniones con las que creían que contribuían estos hombres, y Pablo menciona ciertos nombres aquí con el fin de aclarar lo que quiere decir. Algunos estaban siguiendo a Pedro, otros a Apolo, mientras que otros se reunían alrededor del nombre de Pablo. Y había un pequeño grupo exclusivo que afirmaban ser los más puros porque decían seguir a Cristo y solo a Cristo, pero que eran en realidad los más perturbadores de todos. Pero el problema consistía en que cada uno de estos grupos estaba convencido de que el punto de vista de su dirigente era superior al de los otros. Y estaban haciendo exactamente lo que hacía la gente en la ciudad, dividiéndose por causa de las opiniones de los hombres.
Pero ahora Pablo responde con una tremenda palabra, mediante la cual demuestra que la sabiduría de los hombres no sirve para nada, dejándola completamente de lado, y dice que en la iglesia la manera de pensar de los hombres es siempre parcial y en gran medida no es digna de confianza, además de que los corintios no aprenderán nunca nada hasta que no se entreguen de lleno a buscar la sabiduría de Dios. "El mundo", afirma Pablo, "mediante su sabiduría, no reconoció a Dios" (1 Corintios 1:21a), y no llegarán nunca al punto vital de sus problemas intentando seguir las opiniones de lo popular hoy día o de los filósofos seculares.
Eso sigue siendo cierto en la actualidad. La iglesia no resolverá nunca sus problemas mientras se dedique a seguir a tal o cual escritor, a un hombre o a un orador determinado, creyendo que conseguirá, gracias a los esfuerzos y los puntos de vista de los hombres, los conocimientos que precisa para entender sus problemas. El apóstol dice que es imposible que obtengamos jamás la solución a nuestras necesidades a este nivel, porque falta algo vital. El elemento que falta es la vida del Espíritu en el hombre, y sin ello no podrá resolver nunca los misterios de la vida. De manera que el apóstol reacciona frente a estos cismas, facciones y divisiones haciendo que se enfrenten con la palabra de la cruz, la palabra que presenta a la cruz de Cristo como el instrumento mediante el cual Dios elimina toda sabiduría humana, no como si fuese algo carente de todo valor en su propio ámbito estrecho, sino como algo inútil para resolver los principales problemas que tiene el hombre.
Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que no empezaremos nunca a entender hasta que antes no aprendamos que no sabemos nada. Cuando empezamos a apreciar la palabra de la cruz, entendemos que en la cruz de Jesucristo Dios tomó a Su propio Hijo, que se había hecho hombre como nosotros, identificándose en todo con nosotros, y le clavó en la cruz, para que muriese como si fuese inútil en lo que se refiere a resolver ninguno de los problemas de la humanidad. Esa es la palabra de la cruz, y por eso es por lo que al hombre natural le parece una locura. Por eso es por lo que sigue un principio totalmente diferente al de la sabiduría del mundo. Y una vez que hayamos aceptado eso, nos dice el apóstol, empezamos a descubrir esa sabiduría verdadera, secreta y oculta que desvela poco a poco las respuestas a los problemas de la vida. Entonces comenzamos a entendernos a nosotros mismos y a darnos cuenta de por qué este mundo es lo que es y a dónde se dirige, y por qué existen toda la confusión, las dificultades y los problemas, al ir descubriéndose ante nosotros las cosas profundas de Dios y Su sabiduría, que Dios ha ocultado en Cristo, manifestada ante nosotros gracias a la enseñanza del Espíritu y por medio de la Palabra de Dios. Esta es una sección maravillosa.
Y Pablo dice: "No voy a perder el menor tiempo discutiendo con vosotros acerca de Sócrates, Platón o Aristóteles, ni ninguna otra sabiduría de los hombres. Ellos tienen su lugar, pero cuando se trata de resolver los problemas profundamente arraigados de la naturaleza humana, no hay más que una sola clase de sabiduría que puede conseguirlo, y es la palabra de la cruz. Esto se convierte, por lo tanto, en una de las más poderosas respuestas de todos los tiempos frente al intelectualismo que constantemente acosa a la iglesia cristiana e intenta minarla, el falso intelectualismo. Con eso quiero decir que la Palabra de Dios no intenta nunca dejar de lado ni llamar inútil la búsqueda del conocimiento. Dios desea que los hombres aprendan cosas, porque Él nos hizo de ese modo, pero debe ser el conocimiento basado sobre un principio justo, y somos llamados de nuevo al principio expuesto en el Antiguo Testamento: "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría... " (Proverbios 9:10a), y ahí es donde empezamos.
Ahora Pablo pasa a exponer que la verdadera razón por la que se ha producido la división no era lo que ellos creían que era, es decir, las diferencias en los puntos de vista humanos, sino más bien era la carnalidad, el amor a lo carnal y a su deseo de ser orgullosos, de saberse idolatrados y tener seguidores. Ese era su problema. Pablo dice que mientras siguiese en vigencia ese principio, seguirían siendo como bebés y no crecerían nunca. Es preciso que se introduzca la palabra de la cruz y que acabe con la carne antes de que las personas puedan empezar a desarrollarse. Mientras esto se mantenga, las personas se verán continuamente metidas en discusiones, luchas y divisiones, pudiendo vivir toda la vida cristiana sobre esa base, según dice Pablo.
Pero uno de estos días se encontrarán ustedes ante el fin y las pruebas, los análisis de lo que valen sus vidas. En ese día se darán ustedes cuenta de que si han estado viviendo sus vidas conforme a la carne, no serán otra cosa que madera, paja y rastrojo. Se habrán quemado, no tendrán valor alguno, y sus vidas, a excepción del hecho de que han recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, habrán sido una empresa perdida. Es posible, incluso dentro del ámbito espiritual, obtener la aprobación de los hombres y ser aceptados como personas importantes en la iglesia, gozando del favor de otros y el prestigio que viene por el puesto ocupado, y llegar al final para descubrir tan solo el juicio implacable y absoluto de Dios, que no se ha dejado impresionar ni mucho menos por nada que no tenga su origen en la obra del Espíritu de Dios en nosotros; pues ha de ser el Espíritu y no la carne.
Ahora Pablo pasa a tratar el tema de los escándalos que estaban teniendo lugar en este iglesia y que eran, de hecho, la causa de estas divisiones. Para empezar, había un caso intolerable de inmoralidad sexual en la iglesia, que estaba siendo abiertamente considerado con un cierto grado de aceptación y tolerancia, y dice: "Esto está muy mal; es preciso resolver esta situación. Siempre que aparece abiertamente un pecado así y no hay arrepentimiento, es preciso que la iglesia intervenga y actúe con una medida de disciplina, por lo que Pablo reprende a estos dirigentes por no haber presentado el caso para que fuese juzgado por la iglesia y para eliminar la iniquidad que estaba minando sus filas.
He aquí otro parecido con la iglesia actual. Casi da miedo ver cómo algunos dirigentes de la iglesia están abiertamente a favor de las inmoralidades sexuales y algunos de los pastores y dirigentes de los jóvenes en la iglesia están abiertamente animando a los jóvenes a acostarse y a vivir juntos. Pero en la época en que fue escrita esta epístola, el ambiente era tal que la inmoralidad sexual disfrutaba de una amplia aceptación en la ciudad como una forma de vida normal. Sin embargo, dentro de la iglesia se desecha totalmente como algo que resulta de todo punto incompatible con la profesión cristiana, porque es un quebrantamiento de la humanidad de la persona involucrada. El amor de Dios ardía en celoso juicio en contra de ello, porque estaba destruyendo y además destruiría a las personas que viviesen de esa manera. Es por eso por lo que el apóstol habla con términos tan severos acerca del asunto. Tanto el capítulo cinco como el seis tratan sobre el tema de la inmoralidad, y el apóstol hace notar que la defensa del cristiano no debe derivarse de niveles morales fuera de sí mismo; no se trata de "harás" o "no harás" lo que hace que los jóvenes o las personas mayores se vean libres de problemas y presiones sexuales, sino que es más bien el reconocer que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo. El Hijo de Dios mismo mora en nosotros, y no estamos nunca alejados de Su presencia. Adondequiera que vayamos, Él va con nosotros y está en nosotros, y, en ese sentido, todo lo que hacemos lo estamos realmente haciendo ante la presencia del mismo Hijo de Dios, y eso es lo que hace precisamente que la persona joven se sienta libre de las presiones ejercidas sobre ella.
Comenzando en el capítulo siete, Pablo responde a las preguntas que le hacen por escrito:
Acerca de lo que me habeis preguntado por escrito... (1 Corintios 7:1a)
Y le escribieron principalmente acerca de cuatro problemas. En primer lugar, estaba el tema del matrimonio. Le preguntaron a Pablo si estaba bien casarse, teniendo en cuenta las presiones que les rodeaban, pensando si tal vez sería preciso dedicarse de lleno a servir a Dios, llevando una vida de ascetas. Aunque Pablo mismo no estaba casado, les dice en esta sección que es mejor que los hombres y las mujeres se casen, que el matrimonio es una manera perfectamente adecuada de vivir, y que, debido a la tentación a la inmoralidad existente, cada hombre debía tener su propia esposa y cada mujer su propio marido, en vista de la situación existente en Corinto.
Luego les explica que también está bien la vida de soltero, siempre y cuando Dios lo conceda a la persona como un llamamiento especial, que es una forma de vida perfectamente honorable. El matrimonio no es una necesidad, aunque con frecuencia es una ventaja, pero a pesar de todo puede ser un problema. Pablo enfoca todo el tema del matrimonio con sumo cuidado, reflexivamente, de manera que les sea de ayuda.
A continuación le escribieron sobre tres cosas que les preocupaban, principalmente relacionadas con la iglesia de Corinto. Lo primero que les preocupaba era ofender a Dios, y ofender la conciencia del hermano más débil, en lo que se refería a comer carne que había sido ofrecida a los ídolos. A pesar de que nosotros no tenemos que preocuparnos ya del problema de si debemos o no comer carne ofrecida a los ídolos, a pesar de todo, en principio nos enfrentamos en esta sección con todo el tema, un tanto espinoso, de los tabus cristianos, como puede ser el fumar, el beber, el bailar, todo aquello que se ha presentado como un problema en la iglesia y que no se reconoce concretamente como algo malo en las Escrituras. ¿Qué hacemos al respecto?
Resulta muy interesante que Pablo fuese un apóstol con toda la autoridad de un apóstol, pero que se negase, a pesar de ello, a establecer unas normas siguiendo esta línea de pensamiento. Eso es debido a que el cristiano débil e inmaduro está deseando siempre que alguien le coloque bajo la ley, pero si se pone a un cristiano bajo la ley, ¡deja de estar bajo la gracia! Y Pablo sabe que es preciso que los cristianos aprendan a enfrentarse con lo que llama "la ley de la libertad". El hecho es que todo está bien, que nada está mal en sí mismo. El demonio no hizo nunca ninguna de las habilidades ni las capacidades que están en los seres humanos, sino que fue Dios el que las creó todas. Y no hay realmente ningún impulso, deseo o tendencia que esté mal de por sí, porque tenemos libertad en relación con todas estas cosas.
Pero a esta ley une otras dos. Una a la que llama la "ley del amor", es decir, la ley que dice "Puede que tenga libertad para hacerlo, pero si estoy realmente colocando una piedra de tropiezo en el camino de otra persona, entonces no lo haré"; esa es la ley del amor. La limitación la impone no la conciencia, sino la conciencia del otro. El otro se convierte en la "ley de la conveniencia", es decir, todo es legal, es aceptable, pero no todo ayuda. Hay muchas cosas que yo haría y muchas direcciones que seguiría como cristiano, pero si paso todo mi tiempo haciendo todo lo que tengo libertad para hacer, ya no me quedará tiempo para hacer aquellas cosas que he sido llamado a hacer, y, por lo tanto, no siempre es de ayuda. Estas cosas pueden ser una pérdida de tiempo y hasta pueden hacernos retroceder, aunque no estén realmente mal. Es lo que llama Hebreos los "pesos"; como dice el escritor "... despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia... " (Hebreos 12:1b).
Luego le escribieron además acerca de las mujeres; también había mujeres en la iglesia de Corinto que se habían convertido en un problema. (¡No he querido decir nada malo con eso!) Pero era así, debido a que se veían envueltas en un difícil problema relacionado con los sombreros. La cosa es que la situación había llegado a un punto exagerado, porque en Corinto si se veía a una mujer con la cabeza descubierta, se la identificaba de inmediato con una prostituta, con una de las sacerdotisas del templo, y es por este motivo por lo que Pablo escribe a esta gente de Corinto diciéndoles: "Y ustedes, señoras, cuando vengan a la iglesia, pónganse un sombrero; porque eso es señal de que la que lo hace es una mujer cristiana, sometida a su marido".
Eso se aplicaba a Corinto en la práctica; en principio (el principio se aplica todo el tiempo), las mujeres cristianas deben vivir en sujeción a sus maridos, como ven ustedes que dice en todas las Escrituras, en todos los sentidos, como indicación y señal de que la iglesia se somete a su Señor. La mujer cristiana cumple con su ministerio al Señor al someterse a su marido, y todo esto está relacionado con el problema de quién es la cabeza, que el apóstol define como igualdad, cooperación, pero al mismo tiempo, sumisión.
El tercer problema tiene que ver con la mesa del Señor, que algunos estaban celebrando de manera mecánica y superficial, sin ver el profundo significado de lo que estaban haciendo. Por eso el apóstol tuvo que mostrarles que todo lo que hace el cristiano debe hacerlo de manera realista y reconociendo que lo está haciendo para el Señor.
Ahora bien, del capítulo 12 en adelante, trata acerca de los grandes conceptos espirituales, la corrección de las actitudes carnales. Esas cosas no se corrigen sencillamente intentando nosotros mismos enderezar nuestra vida. ¿Cómo podemos hacerlo? Para empezar, reconociendo el ministerio del Espíritu Santo en nuestra vida. Por eso es por lo que el capítulo 12 empieza con esa misma palabra:
No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. (1 Corintios 12:1)
¿Por qué no? Porque eso es precisamente lo que hace que la vida funcione o tenga sentido, y sigue explicando que es la presencia del Espíritu lo que hace que Cristo sea real para nosotros, y los dones del Espíritu tienen el propósito de hacer que el cuerpo funcione y pueda alcanzar a otros, realizando su labor y ejerciendo una influencia sobre la sociedad por todas partes.
Una vez más nos damos cuenta, en este caso, de lo mucho que nos hemos perdido en cuanto a las grandes riquezas de la provisión de Cristo para Su iglesia, porque es tan poco lo que sabemos sobre los dones del Espíritu. ¿Qué don tiene usted? ¿Lo sabe? ¿Lo está usted utilizando? ¿Está poniéndolo en práctica? ¿O necesita usted la advertencia que le hizo Pablo a Timoteo: "... te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti... " (2 Timoteo 1:6a)? El cuerpo funciona ejercitando sus dones, y cada cristiano tiene un don, por lo menos uno, y son diferentes dones porque no todos tenemos el mismo don.
Dios ha enviado diferentes dones que operan dentro del cuerpo, y todos nosotros funcionamos al poner estos dones en práctica; por lo tanto, este es un capítulo precioso, que nos muestra que no debemos despreciar a otra persona por tener un don distinto al nuestro. "Ni el ojo puede decir a la mano: ꞌNo te necesito... ꞌ" (1 Corintios 12:21a), ni debemos descuidar el don que nos ha sido dado; todo es necesario, porque ni siquiera la cabeza puede funcionar bien sin el pie. Piense usted en ello: la cabeza es Cristo mismo y somos todos miembros los unos de los otros y, por ello, como cuerpo de Cristo cumplimos con nuestras funciones tanto en la iglesia, ayudando al cuerpo mismo, y al mundo, ejerciendo los dones espirituales mediante el poder del Espíritu Santo. Y la prueba de que hemos aprendido el secreto es la que encontramos en el capítulo 13. Ustedes saben cuál es: el amor, la manifestación del amor. Este es un capítulo maravilloso, porque en él se nos explica el valor que tiene el amor, ofreciéndonos un retrato del amor y además el poder que tiene.
En el capítulo 14, Pablo expone otro problema que estaba causando confusión en la iglesia: el mal uso de los dones, el don de lenguas y la presencia del falso don de lenguas, que se estaba utilizando en la iglesias, de la misma manera que sucede actualmente en nuestra sociedad. Al corregir estos abusos que se estaban cometiendo, intenta concentrar todo el peso de esta sección sobre la importancia que tiene el don de la profecía. A mí me resulta siempre asombroso la cantidad de personas que leen este capítulo y, sin embargo, no entienden lo que ha querido decir el apóstol.
El propósito real de este capítulo es que nos ponemos a hablar sobre el don de la profecía y a enfatizarlo, animando a otros a que lo usen y a los que lo tienen a que lo ejerciten, pero casi nunca se oye nada al respecto, porque siempre estamos con el don de las lenguas, ¿no es cierto? Pero Pablo estaba intentando restarle algo de importancia al don de las lenguas y darle más importancia al de la profecía. Ahora bien, el don de profecía es sencillamente la habilidad para explicar y exponer las Escrituras, para consolar, edificar y animar basándose en las palabras de las Escrituras.
Con eso llegamos al capítulo 15, que enfatiza de modo especial la resurrección. ¿De qué servirían ninguna de las cosas anteriormente mencionadas sin un Cristo vivo que las hiciese reales? La resurrección es el punto fundamental sobre el que depende toda la fe cristiana, y todo converge en ese punto. Si Jesucristo no ha sido levantado de entre los muertos, entonces, como dice el apóstol en este capítulo, carecemos de toda esperanza y, no solo eso, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres; estamos locos, somos unos insensatos y nos deberían encerrar en alguna parte, si Cristo no ha resucitado de los muertos.
Pero qué gran cántico triunfal de prueba y de alabanza encontramos en este capítulo acerca de la resurrección. Pablo termina el capítulo con lo que es lo más importante. Todo cuanto hallamos en esta epístola se resume en este versículo:
Asi que [debido a todo lo que había dicho hasta llegar a este punto], hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. (1 Corintios 15:58)
El capítulo 16 no es más que una postdata, en la que apunta pequeños detalles que la iglesia necesitaba saber, muy importantes para nosotros; pero a continuación vuelve al tema que estaba tratando:
Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor. (1 Corintios 16:13-14)
Y tenemos todo cuanto precisamos para hacerlo; así que hagámoslo.
Oración
Padre nuestro, te damos gracias porque nosotros que también vivimos en una sociedad saturada por el sexo, sumida de lleno en el amor a la sabiduría y el intelectualismo, tenemos a Jesucristo, la palabra de la cruz y todo cuanto precisamos para hacer frente a las presiones con las que nos enfrentamos en la actualidad, y no tenemos motivos para fracasar. Así que, Señor, te pedimos que nos ayudes a aprender más acerca de estos temas tan importantes, a descubrir la emocionante fascinación de la vida diaria a este nivel y bajo estos términos, pudiendo de ese modo descubrir la aventura de la vida tal y como tú deseabas que fuese. Lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.