Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.
Romanos 13:7
Aquí el apóstol está tratando con nuestra respuesta actual a lo que son estas demandas del gobierno. No tenemos el derecho de retener los impuestos si el gobierno no los utiliza en la forma en que pensamos que debería. Los gobiernos están compuestos de hombres y mujeres falibles como nosotros, y no podemos insistir en que el gobierno maneje todo perfectamente. Por lo tanto, lo que Pablo les escribió a estos romanos, que tenían el mismo problema que tenemos nosotros sobre los impuestos, es: “Si debes impuestos, págalos”.
El punto que el apóstol está claramente haciendo es: No estés resentido con estos poderes de gobierno. Todo esto está expuesto dentro del contexto de las palabras de Pablo en el capítulo 12: “No os conforméis a este mundo” (Romanos 12:2a). No actúes como lo hacen los demás sobre los impuestos. El mundo se queja y se irrita y gime cuando tiene que pagar impuestos. Tienes derecho, por supuesto, como lo tiene todo el mundo, a protestar la injusticia y a corregir los abusos. No hay ninguna duda sobre eso. Pero no estés siempre quejándote sobre los impuestos que has de pagar.
No defiendo para nada las crasas injusticias que prevalecen en nuestro sistema americano. Pero el mismo hecho de que podemos reunirnos para alabar a Dios y que no tengamos que escondernos detrás de puertas cerradas, y el hecho de que tenemos una libertad relativa de no ser acosados cuando salimos a la calle, se deben a la existencia de un gobierno que Dios ha traído a existencia. Quiero hacer todo el esfuerzo que me sea posible, como un buen ciudadano, para mejorarlo y ver que se hagan las cosas mejor. Pero podemos dar gracias a Dios por el privilegio de pagar nuestros impuestos. Eso es lo que quiere decir el apóstol. Quiere que tengamos una actitud distinta a la que tiene el mundo a nuestro alrededor sobre estos asuntos. No hemos de venir con un fanatismo extremo, atacando el gobierno y buscando derrocarlo porque no se porta de la forma que pensamos que debiera. Más bien, debemos entender que Dios lo ha traído a existencia, y lo cambiará, si los corazones de la gente de la nación lo justifican.
Alguien ha bien dicho: “Cada nación consigue el gobierno que se merece”. Así que, al pagar nuestros impuestos, hagámoslo alegremente. Acuérdate de que el apóstol dice no sólo que hemos de pagar nuestros impuestos, pero que si debemos respeto, lo hemos de dar; si honor, darlo. Nunca te olvides que el peor de los gobiernos es, sin embargo, mejor que la anarquía, y sirve ciertas funciones las cuales Dios mismo ha decretado.
Por lo tanto, respondamos como cristianos, con alegría y júbilo por lo que podemos hacer bajo Dios, y hagámoslo con tal actitud que la gente vea que hay algo distinto sobre nosotros. Así que nos encomendamos a Dios y la gente a nuestro alrededor.
Padre nuestro, ayúdame a ser fiel a mi responsabilidad de mostrar honor a aquellos a quienes honor es debido, y a respetar a aquellos que lo merecen.
Aplicación a la vida
La carga de los impuestos pone a prueba nuestra disposición de responder en obediencia a la Palabra. ¿Buscamos responder a esta presión como siervos diligentes y agradecidos de Cristo?