Y al que puede fortaleceros [“estableceros”, en la versión en inglés] según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero se ha manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.
Romanos 16:25-27
Esas notables palabras constituyen un resumen de toda la carta a los romanos, un bello final a esta gran epístola. Notarás que la meta que el apóstol tiene como visión al escribir esta carta y resumen es que aquellos que leamos esta carta seamos establecidos.
¿Alguna vez has sentido el deseo de ser establecido? Mucha gente piensa que están establecidos, cuando realmente están atascados en una mala situación. Muchos de nosotros pensamos que el ser establecido significa que todo progreso cesa. Nos sentamos, acampamos ahí, y eso es todo. En ese sentido, hay muchos cristianos que están establecidos. Pero cuando Pablo habla de estar establecido, significa ponernos sobre algo sólido, terreno estable. ¿Alguna vez has erigido una mesa de picnic e intentado encontrar un lugar donde todas las cuatro patas tocaran el suelo al mismo tiempo? Intentabas establecerla para que no se moviera ni temblara ni estuviera insegura. Ésa es la idea que Pablo tiene en mente en esta palabra establecer. Dios quiere traernos a ti y a mí a un lugar donde ya no nos movamos ni temblemos ni estemos inseguros, un lugar sólido y seguro. La idea es básicamente lo que buscan todos los seres humanos: una seguridad interna de la cual puedes manejar todos los problemas de la vida. Te vuelves confiable, y tienes un verdadero sentido de valía, para que nada te desoriente ni te tambalee ni te desequilibre.
Ésta es la meta de todas las enseñanzas cristianas en el Nuevo Testamento (y especialmente la meta de la carta a los romanos): que nosotros los creyentes seamos traídos a ese sitio de seguridad donde no seamos conmovidos por las cosas, para que no perdamos el genio fácilmente, ni nos frustremos, nos enfademos, estemos resentidos u hostiles; donde no le gritemos a nuestros hijos ni a nuestros esposos, ni nos molestemos con los vecinos.
Fíjate en los recursos con los que cuenta el apóstol para conseguir esto: “Y al que puede fortaleceros (“estableceros”, en la versión en inglés)… ”. Es Dios mismo quien es responsable de esto. Tú y yo no tenemos la responsabilidad final para conseguir esto. ¿No te anima eso? Ahora bien, hay cosas que nos pide que hagamos: Hemos de entender lo que nos está diciendo en esta carta, y hemos de estar dispuestos a cooperar y a darnos a ello. Pero aunque no lo hagamos, Pablo está diciendo que no tenemos la responsabilidad final para conseguir esto; Dios lo hará.
Dios lo hizo con Pablo. Pablo era un brillante joven judío con un corazón ambicioso, una mente perspicaz y un fuerte sentido de logro, a causa de sus notables dones y su deseo de volverse famoso. Sin embargo, Dios le humilló, le suavizó, le cambió y le hizo pasar por circunstancias que Pablo no entendía en el momento. Esto finalmente le estableció, para que, sin importar lo que ocurriera, permaneciera firme, constante, confiado y cierto. Éstas son las grandes buenas nuevas de esta carta: “Y al que puede estableceros… ”.
Gracias, Señor, que Tú has prometido establecer en mí la fe y traerme al lugar de seguridad y fuerza en Ti.
Aplicación a la vida
¿Somos meramente parte del establecimiento, o estamos firmemente establecidos en Cristo como nuestra verdadera identidad? ¿Estamos plena y confiadamente involucrados como Sus sirvientes que llevan fruto?