¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ninguna manera!, pues a Moisés dice: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca”. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia, porque la Escritura dice al faraón: “Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra”. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
Romanos 9:14-18
No sé cómo reaccionar a eso, pero está claro lo que dice. No dice que la salvación está basada en el esfuerzo o la elección humana; es Dios quien elige. La razón final por la cual Dios elige a cualquier persona es que Él elige a quien quiere. Ésta es la verdad sobre Dios que la gente más desprecia. Debemos enfrentarnos con el hecho de que Dios es un Ser soberano. Él no contesta a nadie. No nos gusta eso, porque para nosotros la soberanía siempre viene conectada con tiranía. El confiar en cualquier persona con ese tipo de poder es ponernos a nosotros mismos en las manos de alguien que quizás nos destruya. Luchamos con eso en nuestra vida nacional, luchamos en nuestra vida familiar y luchamos en nuestras relaciones individuales. No confiamos en nadie que tenga poder absoluto sobre nosotros. No es de sorprender que, cuando somos enfrentados por un Dios con poder absoluto, que eso nos preocupe. Pero si Dios tuviera que contestar a cualquiera, esa persona a la cual Dios tuviera que dar cuentas sería realmente Dios. La idea misma de Dios es que Él hace lo que a Él le place. Lo que nosotros tenemos que hacer es deshacernos de la idea de que Su soberanía será destructora para nosotros. ¡Como veremos, Su soberanía es nuestra única esperanza!
Dios declara Su propia soberanía. Dios le dice a Moisés: “pues tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente” (Éxodo 33:19b). Moisés era un ejemplo de la elección de Dios de bendecir a alguien. ¿Quién era Moisés que Dios debiera elegirle a él? No era nadie: un asesino y un fugitivo de la justicia. Vivió en el desierto durante cuarenta años. Pero Dios le eligió y le hizo Su mensajero, y le dio un nombre que fue conocido a través de la historia. ¿Por qué? Dios eligió hacerlo.
Por el otro lado, Dios demostró Su soberanía con el faraón así mismo. Tomó a un hombre que no era mucho mejor que Moisés y le puso sobre un trono, y le dio autoridad y poder sobre toda la nación de Egipto. Luego, cuando Moisés se le enfrentó, Dios permitió que el faraón continuara resistiendo Su voluntad. Dios pudo haberle detenido, pero no lo hizo. Le permitió hacer lo que todos los hombres hacen por naturaleza: resistir a Dios. Así que el faraón se resistió contra Dios, para que Dios pudiera demostrar Su poder y atraer la atención de los hombres en todas partes a Su grandeza.
Eso nos molesta. Pensamos que cualquier persona que se presuma de su grandeza, que intente conseguir que la gente piense sobre lo grande que es, es engreída. No nos gusta ese tipo de persona. Pero en nuestra tendencia a pensar de Dios como nada más que un hombre aumentado, le atribuimos a Dios nuestras propias motivaciones. Cuando un hombre hace esto, es destructivo y tiene que necesariamente echar por tierra la reputación de otros para elevarse a sí mismo. Pero lo que Dios hace es necesario para el bienestar y el beneficio de Sus criaturas. Cuanto más entendamos Su bondad y la gloria de Dios, lo más ricas que serán nuestras vidas. Así que, cuando Dios nos invita a pensar sobre Su grandeza, no es porque necesite que alguien le alabe; es porque necesitamos eso para nuestro propio bienestar. Por lo tanto, Dios encuentra la forma de hacerlo y utiliza a gente hasta para resistir Su voluntad, para que pueda haber una ocasión para demostrar Su grandeza y Su poder.
Dios soberano, gracias porque Tu lugar es sobre todo, por Tus planes de hacerte conocido a través de la humanidad y por Tu justa justicia.
Aplicación a la vida
El concepto mismo de Dios debe de reconocerlo como la autoridad final. ¿Podemos confiar en la soberana autoridad de Dios, quien es Amor?