Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea bien recibida.
Romanos 15:30-31
¿Qué es lo que estaba tras el poderoso ministerio del apóstol? ¿Por qué ha durado durante dos mil años? ¿Qué es lo que le abrió puertas y le dio acceso, incluso a los familiares del César y ante el trono del emperador mismo? Pablo te diría que era a causa de las oraciones del pueblo de Dios por él. Estaba bien al tanto del ministerio de oración, y les urge a orar. Da una breve palabra sobre la naturaleza de la oración. ¿Cuál es la base de ello?: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu… ”. La oración es nacida del Espíritu de Dios en nosotros, despertando un deseo de ayudar, un sentido de amor y compasión. Oramos para honrar al Señor Jesús. Esto es lo que provoca a la gente a orar más que ninguna otra cosa, no dándoles una paliza con un látigo. Aprendí eso hace mucho tiempo. Es cuando la gente comienza a ver que el honor a Cristo está involucrado y el amor al Espíritu es cumplido cuando oras, que realmente comenzarán a orar. Es a esto que el apóstol apela aquí: “Juntéis conmigo en la batalla”. La vida es una batalla, y Pablo ve la oración como una manera de luchar en ese combate. Es una gran arma que puede derribar puertas y abrir otras. Puede remover obstáculos, resistir tremendas presiones y fuerzas, y sostener a la gente y sustentarlos.
Yo diría que si hay algo que una iglesia necesita más que ninguna otra cosa, es esta clase de oración. Ésta es una hora crítica en la historia de la iglesia. Tenemos grandes oportunidades frente a nosotros. Pero lo que necesitamos más que nada es gente que ore para que podamos asirnos de la necesidad del momento. Fíjate lo que Pablo les solicita: “que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea bien recibida”. La razón por la que pidió eso es porque hay dos áreas en las que a Satanás le encanta atacar. Si puede causar caer a una persona con una enfermedad física o un ataque espiritual, eso es lo que hará. La oración es particularmente poderosa en este punto. Puede proteger a alguien que está en peligro. Cuando Pablo llegó en Jerusalén, llegó un momento en el que fue asediado por una muchedumbre en los pórticos del templo. Querían matarle ahí mismo. Tenían piedras en sus manos, y le iban a apedrear a muerte. Pero ocurrió que en el momento crítico, el comandante de la legión romana miró al pórtico del templo y vio lo que estaba pasando. Bajó con una banda de soldados y rescató al apóstol justo a tiempo. Así que, esa oración fue contestada, y Pablo fue protegido de los rebeldes.
Padre, muchas gracias por las muchas oraciones contestadas en las que me regocijo hoy: las muchas vidas cambiadas; los muchos hogares que han sido restaurados y hechos felices, donde una vez eran tristes y hostiles; las muchas vidas que han sido llenadas de júbilo y paz y acción de gracias.
Aplicación a la vida
¿Consideramos la oración como opcional? ¿Hemos considerado las consecuencias a la gloria de Dios y el ministerio fructífero de sus mensajeros? ¿Cuál es el impacto de las oraciones como un arma vital en la saga continua de la batalla espiritual?