Este evangelio fue escrito por el discípulo de quien fue dicho que "Jesús lo amaba".
Juan fue el amigo íntimo más cercano de nuestro Señor durante los días de Su ministerio; ello implica que es un evangelio muy importante.
Introducción a las devociones de enero
Estamos comenzando los estudios en el evangelio de Juan. Este evangelio fue escrito por el discípulo de quien se dijo: “Jesús lo amaba”. Juan era la persona más cercana a nuestro Señor durante los días de Su ministerio, así que éste constituye un evangelio muy importante.
Es incalculable el tremendo impacto que hicieron sobre el apóstol Juan los tres años y medio de compañerismo con Jesús de Nazaret. Juan era un hombre viejo cuando escribió este evangelio. Creemos que lo escribió desde la ciudad de Éfeso, donde se instaló después de la destrucción del templo en Jerusalén en el año 70, para poder guiar y dirigir a la comunidad cristiana en ese gran centro romano. Escribió esto, probablemente, hacia el final del primer siglo. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas habían sido ya escritos y estaban en amplia circulación entre los cristianos tempranos. Todas las cartas de Pablo habían sido escritas, así como todas las cartas de Pedro.
Este evangelio fue uno de los últimos libros escritos del Nuevo Testamento. A causa de que vino tan tarde, muchos sintieron que quizás Juan había olvidado algunos de los detalles de las cosas que le habían ocurrido. No recuenta muchos de los acontecimientos grabados en los llamados evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas. El evangelio de Juan es diferente. Juan mismo nos dijo por qué escribió este evangelio:
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:30-31)
Está claro que el método de Juan es selección, y su propósito es la regeneración: la vida en nombre de Jesús, realmente vital, excitante, convincente, gratificante, una vida satisfaciente, lo que Jesús quería decir cuando dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10b).
Aunque Juan ha permitido que pasaran quizás cuarenta o cincuenta años desde que ocurrieron los acontecimientos que grabó aquí, sin embargo, debemos acordarnos que ha estado recontando esta historia casi todos los días durante todos estos años. Era, por supuesto, ayudado por la promesa de Jesús de que cuando viniese el Espíritu, “él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26b). Los apóstoles no sólo tenían sus vívidas memorias, sino que tenían la ayuda del Espíritu para acordarse de lo que Jesús había dicho en ocasiones específicas, y meditaron muchas horas sobre esos acontecimientos. Quizás por eso Juan podía añadir conocimientos e interpretaciones a sus relatos que los otros no incluían. Todo esto fue retenido en las memorias de los apóstoles por esta constante recitación de lo que había ocurrido. A través de los años nunca se olvidaron de lo que Jesús dijo e hizo. Podemos estar seguros que éste es un testimonio auténtico de un auténtico discípulo, que se acuerda clara y vívidamente de todo lo que Jesús dijo e hizo en esos maravillosos tres años y medio.