Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
Juan 12:3
Yo estoy convencido de que Juan decidió incluir este relato para que nosotros pudiésemos entender algo de lo que significa la verdadera adoración. La adoración es el centro de la vida cristiana. María tomó una libra de perfume caro y lo derramó sobre Jesús. Más adelante, Judas se quedó asombrado por lo extravagante que resultaba usar lo que, de hecho, era el salario de un año de un obrero, para ungir los pies de Jesús. Este relato deja muy claro que ella había entendido la obra de Jesús y el cambio que se había producido en su corazón. Ella había sentido un profundo aprecio, no sólo porque su hermano Lázaro había sido sanado, sino por la magnífica enseñanza que escuchó de Él estando ella sentada a Sus pies. Esto es lo que explica la extravagancia de ella aquí. Ella no escatimó el menor gasto, y nada le importaron las costumbres de su época, participando en una cena en la que generalmente las mujeres no eran bienvenidas, dejándose el pelo suelto en público, algo que resultaba impensable en esa cultura, expresando abiertamente su amor a Jesús. Pero así es como actúan el amor y la adoración, sea cual fuere el precio.
Yo no sé lo que hoy en día traen los jóvenes para expresar su amor a las mujeres jóvenes, pero cuando yo era joven, era una docena de hermosas rosas. Recuerdo haber buscado en el fondo de mi bolsillo en una ocasión lo que parecía ser entonces una enorme cantidad de dinero por una docena de estas rosas para una muchacha joven, pero el amor no tiene en cuenta cosas como puedan ser el precio.
Un año me pasé el verano entero viajando y hablando por todo el país, mientras mi esposa tuvo que quedarse en casa de sus padres con nuestras dos hijas pequeñas. Un día cuando estaba en Buffalo, Nueva York, comencé a sentir lástima por ella al pensar que estaba cuidando de las niñas y trabajando mucho, mientras yo estaba libre para viajar y conocer a personas emocionantes. Sentí grandes deseos de expresarle mis sentimientos de amor, aprecio y gratitud. Al andar por una calle en Buffalo vi un precioso abrigo de pieles en un escaparate. Sin embargo, el precio era mucho más de lo que yo podía costear. Yo deseaba llevarle aquel abrigo a casa a Elaine para mostrarle mi aprecio por todo lo que ella había hecho ese verano. Mi compañero, bastante rico y compasivo, simpatizó conmigo cuando le dije lo que deseaba hacer, se mostró muy comprensivo y se ofreció a prestarme el dinero para comprar el abrigo. Llegamos a un acuerdo que me permitió devolverle unos cuantos dólares cada semana, y compré el abrigo. Cuando llegué a casa y le entregué a mi esposa aquel increíble regalo, que nunca podríamos haber costeado, se quedó asombrada y encantada. Hasta el día de hoy ese abrigo sigue colgado en un armario en nuestra casa. No creo que ella pudiese soportar la idea de deshacerse de él, porque representa un regalo de amor, una extravagancia que el amor se deleita en ofrecer para mostrar lo que se siente en lo profundo del corazón.
Una vez más, vemos que el amor y la adoración no tienen en cuenta el precio. La adoración es un corazón transformado que expresa lo que siente, sin tener en cuenta el precio.
Señor, Tú mereces el más extravagante regalo. Enséñame a adorarte con un amor que se deleita en dar.
Aplicación a la vida
La adoración es la esencia de la auténtica oración. ¿Se caracterizan nuestras oraciones por la adoración, la gratitud por quien es Dios, y por Su amor inequívoco y pródigo hacia nosotros expresado en el don de Su Hijo, nuestro Salvador?