Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo y le informaron diciendo: “Tu hijo vive”. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: “Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre”. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su casa.
Juan 4:51-53
¡Qué encuentro tan emocionante! Los sirvientes se encontraron con este hombre con las gloriosas noticias: “Tu hijo vive”, las mismas palabras que Jesús le había dicho al padre. De inmediato comprobó la hora en que había sucedido y comprendió que en el momento preciso en que Jesús le había dicho: “Ve, tu hijo vive”, la fiebre le desapareció al muchacho, y comenzó a mejorar. Entonces fue consciente de algo totalmente nuevo, no en cuanto a lo que Jesús podía hacer, sino en cuanto a quién era Jesús, que tenía autoridad sobre todas las enfermedades, que no estaba limitado por la distancia ni por el tiempo, que tenía poder sobre aspectos muy por encima del conocimiento y las posibilidades de los hombres. Cuando el hombre lo entendió, “creyó él con toda su casa”. Ésta es la misma palabra para “creer” que se usó acerca de él antes, pero que ahora se utiliza a un nivel muy superior, al de la confianza de que Dios estaba obrando y resolvería el asunto de maneras que él no podría haberse imaginado.
El poder de esta historia nos ha sido dado en el libro de Hebreos, donde leemos: “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1-2a). Eso es lo que ha venido a hacer Jesús: conceder fe y hacer que aumente. Una versión traduce esto como “el pionero y perfeccionador de la fe”. Esta historia nos dice que estamos en las manos de Aquel que no siempre contesta a nuestras oraciones de la manera que nosotros esperamos, pero que al hacerlo nos eleva para que seamos aún más conscientes de quién es Él, de Su autoridad y poder en el mundo y en la vida. Como resultado, nuestra fe se vuelve más fuerte, limpia y verdadera, pudiendo ejercitarla a un nivel superior. Jesús es el Autor y Perfeccionador de nuestra fe. Ése es el significado de la señal que realizó Jesús ese día.
Tom Landry, un anterior entrenador del equipo Dallas Cowboys, dijo en cierta ocasión: “La labor del entrenador es hacer que los hombres hagan lo que no quieren hacer, con el fin de conseguir lo que realmente quieren”. Eso es lo que hace Jesús: hace que pasemos por circunstancias por las que no deseamos pasar; hace que nos enfrentemos a cosas que no nos gusta tener que enfrentar, con el fin de conseguir lo que hemos deseado siempre de todo corazón. Pero el conseguirlo requiere la fortaleza de la fe. El estímulo de la fe, de eso trata este incidente.
Padre celestial, de qué modo me habla este relato en mi situación hoy. Concédeme que pueda enfrentarme a la situación con un valor renovado, una nueva confianza y un nuevo sentido de que Tú sabes lo que estás haciendo en mi vida, y en el proceso estás fortaleciendo mi fe.
Aplicación a la vida
¿Estamos aprendiendo a considerar todas las circunstancias de la vida como las oportunidades de Dios para que madure nuestra fe? ¿Aceptamos Sus preceptos como una aventura de fe y de confianza que nos permite experimentar el gozo del viaje?