Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a éste señaló Dios, el Padre.
Juan 6:27
Está muy claro en este pasaje que estas personas habían malentendido totalmente quién era nuestro Señor, lo que estaba haciendo y lo que les dijo. Ningún otro pasaje de las Escrituras revela de manera más clara la confusión que sienten muchas personas respecto a Jesús.
Fíjese usted en lo que Jesús tiene que corregir respecto a la confusión de ellos: para empezar, les dice: “Trabajad, no por la comida que perece”. Como es lógico, Él no está diciendo: “No trabajéis para ganaros el sustento”. Jesús no está promoviendo este concepto. Lo que quiere decir es: “No trabajéis tan sólo para poder alimentaros”. La comida es importante; es necesaria para la vida, y usted se la ha ganado. Pero no permitáis que ése sea el único motivo por el que trabaja usted. Más bien “sino por la comida que permanece para vida eterna”.
Estas personas, como muchas actualmente, creían que lo más importante era mantenerse con vida, estar sanos, fuertes, y contar con suficientes medios económicos. De eso se trataba la vida, pensaban ellos.
Evidentemente la mayoría de las personas por todo el mundo hoy en día cree que éste es el motivo por el que las personas trabajan.
Jesús hace la pregunta: “¿Por qué trabajáis?”. ¿Está usted trabajando solamente para ganarse el sustento, para tener un hogar hermoso, para estar cómodo? Si es así, nuestro Señor está diciendo que cuando consiga todo esto, se preguntará a sí mismo: “¿Es esto todo lo que hay?”. Esto es cierto de toda la humanidad. Lo que distingue a los seres humanos de los animales es que el tener el estómago lleno y un lugar cómodo en el que descansar no hace que nos sintamos satisfechos.
Respecto a esta hambre, Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás” (Juan 6:35). Jesús reconoce el hambre universal de pan como un pan por encima del pan físico. Hoy en día usted no puede ir a ninguna parte en la tierra sin encontrarse con personas que tengan hambre de algo que sea más que tener el estómago lleno y un hogar cómodo. Hay una inquietud en nosotros que clama pidiendo más. Jesús reconoció esto. Todo el mundo en esta multitud quería lo que Él ofrecía. No entendían lo que era, pero lo deseaban, sintiendo que en la vida hay algo mucho más que el pan.
Jesús le dice claramente a la multitud cómo comer y compartir del pan de vida. Para ello usa dos cosas sencillas que todo el mundo puede entender: el hambre y la sed. ¿Qué hace usted cuando tiene hambre? Usted come, y si continúa comiendo con regularidad, no tendrá nunca hambre. ¿Qué hace cuando tiene sed? Usted bebe, y si continúa bebiendo, no tendrá sed jamás. Lo que Jesús está diciendo es que el alimentarse de Él es acudir a Él, o acudir a Él es alimentarse de Él. “Acudir” quiere decir verle a Él como presente en su vida, esperando que Él haga algo. “Comer” significa un sentido de expectativa, es decir, esperar que Él esté disponible y que Él actuará. “Beber” es creer, escuchar lo que Él tiene que decir y obedecerlo. Si continúa usted haciendo esto, nunca tendrá sed. ¡Qué sencillo y qué hermoso es esto! “¡Venid y creed!” Continúe usted acudiendo; continúe creyendo. Es así como puede apoderarse del don del pan del cielo, la vida que es verdadera vida.
Gracias, Padre, por el Pan que vino del cielo, el Pan de Vida que me has ofrecido y que me das porque creo en Ti.
Aplicación a la vida
¿Hay algo más en la vida que el sencillo hecho de tener un techo sobre la cabeza y comida en la mesa? ¿Cuál es el pan de vida que Jesús quiere que tengamos?