Éste estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.
Juan 1:2-3
Juan dice sin ninguna duda que Jesús es Dios. Declara que Jesús es el Creador de todas las cosas. Esto explica la personalidad extraña y asombrosa de Jesús. Él es el originador de todas las cosas. En ocho ocasiones diferentes en el primer capítulo de Génesis dice: “Dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz. Dijo Dios: ‘Haya un firmamento en medio de las aguas’. Y fue así. Dijo Dios: ‘Haya hierba que dé semilla, árbol que dé fruto’. Y fue así”. El Hijo de Dios habló, y fue hecho lo que el Padre había diseñado con Su asombrosa mente.
Cualquier científico que estudie el reino natural se queda siempre sorprendido cuando contempla la complejidad de la vida, la maravillosa simetría de las cosas, lo que se encuentra tras toda la materia visible, las moléculas, el átomo, la composición de una flor o de una estrella. El órden, el diseño y la simetría de todo resulta asombrosa.
Todos nos hemos asombrado en cuanto a lo que hemos visto relacionado con algunos de los descubrimientos de la ciencia. Todo esto se hallaba en el pensamiento de Dios, pero no habría sido nunca expresado hasta que el Hijo lo dijo. Él habló, y así es como existieron todas estas cosas. De manera que este Hombre asombroso, Jesús de Nazaret, en el misterio de Su ser, no sólo fue un ser humano aquí en la tierra con nosotros, nos dice Juan, sino que fue el que al principio habló, haciendo que el universo cobrase vida. Él lo entiende; sabe cómo funciona; puede dirigirlo, guardarlo y guiarlo. Al hablar, hizo que existiese.
Es más, Juan dice que Jesús lo sostiene: “Sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. Él es esencial para que así sea; Él es quien hace que se mantenga y hace que siga existiendo. Yo me he sentido siempre fascinado por el gran acelerador linear que se extiende por dentro de las montañas en la parte de atrás de la Universidad de Stanford. Este acelerador lineal es un gran destructor de átomos, que toma la energía que se desarrolla al principio de ese gran túnel, aumentando constantemente su velocidad hasta que se aproxima a la velocidad de la luz, de modo que las partículas de la energía se estrellen contra el blanco de un átomo. ¿Por qué es precisa tanta potencia para soltar lo que es un átomo, de modo que los científicos puedan investigar los electrones, los protones y otras partículas que forman el átomo? Hace mucho tiempo que la ciencia viene haciéndose esta pregunta, pero no ha logrado dar con la respuesta. Existe una fuerza, que ellos no pueden describir ni entender, que mantiene todas las cosas unidas.
El apóstol Pablo nos dice que Jesús es esa fuerza: “y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:17). Hebreos dice que Él es “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3). Es por ello que no podemos olvidarnos de Jesús: nosotros estamos mantenidos aquí hoy por Su palabra y por Su poder. Es por este motivo por lo que no nos derrumbamos y quedamos hechos añicos, porque hay algo que nos mantiene en un solo ser, y es algo que procede de Él.
Señor Jesús, te doy gracias porque Tú creaste todas las cosas y Tú las sostienes. Te alabo por Tu poder, Tu sabiduría y creatividad.
Aplicación a la vida
Cuando nuestro mundo y nuestras vidas dan la impresión de desmoronarse, ¿encontramos nosotros sanctuario en El que todo lo mantiene unido?