“Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”. Le dijo Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Juan 11:21-26
Marta saluda a Jesús con una frase que debió de estar frecuentemente en labios de todos cuando Lázaro se puso enfermo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Yo no creo que ésta sea una expresión de reproche. Marta no está diciendo: “¿Señor, por qué no has venido antes? Te mandamos a llamar, y si tú hubieses respondido, no nos encontraríamos en esta espantosa situación”. Está claro que ella se da cuenta de que Él no recibió el mensaje hasta después de que Lázaro hubiera muerto. No había manera de que Él pudiese haber contestado y llegado allí antes de que Lázaro muriese. De modo que lo que dijo Marta no fue un reproche, sino más bien expresó lo que lamentaba: “Señor, cuánto he deseado que hubieras estado aquí porque, si así hubiera sido, mi hermano no habría muerto”.
Entonces ella continúa, diciendo: “Pero incluso ahora, cualquier cosa que le pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Muchos preguntan al llegar a este punto: “¿Qué es lo que ella esperaba? ¿Qué es lo que ella deseaba de Él?”. Algunos dicen que ella realmente esperaba que Jesús resucitase a Lázaro de entre los muertos, pero da la impresión de que no ven las cosas claras, porque a continuación Jesús dice: “Tu hermano resucitará”. Si Marta hubiese tenido la menor idea de que esto era algo que iba a suceder, entonces ella habría dicho: “¡Qué maravilloso, Señor! Eso es exactamente lo que yo esperaba que hicieses ahora que has venido”. Pero ella no dice esto; lo que dice es: “Sí, lo sé. Él resucitará de nuevo en el día final”. No, Marta no está esperando que su hermano sea resucitado de inmediato.
Entonces, ¿qué es lo que ella estaba esperando de Jesús? ¿Qué quiere decir con las palabras: “Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”. Tenemos que llegar a la conclusión de que ella está esperando recibir Su consuelo, la liberación que puede conceder Dios a un corazón atormentado y entristecido, destrozado por el dolor, anticipando la soledad y el vacío de los días futuros. Dios puede darnos una maravillosa paz interior; son muchos los que han sido testigos de ello.
Al escuchar esto nos damos cuenta de que la fe de Marta la ha depositado exactamente donde la nuestra está con frecuencia, en lo que ella creía que iba a suceder, no en quién es Jesús y con quién está tratando. ¿Cuántas veces se ha dicho usted a sí mismo: “Sé que Dios ha obrado en el pasado y sé que volverá a hacerlo de nuevo en el futuro, pero hoy, da la impresión de que éste no es el día de los milagros”? Al enfrentarnos con la lucha diaria de la vida, nuestro mundo parece estar tan falto de milagros que pensamos: “Esos días han quedado atrás. Dios no puede obrar ahora, pero lo hará algún día”. Ésta es la fe de Marta, algo que tiene que ver con el futuro, con la resurrección del último día. La teología de ella es correcta, pero ella se ha olvidado de que Dios está exactamente ahí, en el momento presente.
Es acerca de esto que Jesús le llama la atención. Fíjese usted en cómo Él cambia el tema del presente a Su Persona, con las palabras: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”. Hasta en la gramática de este pasaje el concepto más importante se encuentra en la primera palabra: “Yo soy la resurrección y la vida”. Jesús está diciendo que dondequiera que Él se encuentre, ¡cualquier cosa que Dios haya hecho o que pueda hacer sucederá! Es en esto en lo que debemos depositar nuestra fe, y es lo que deberíamos recordar.
Padre, te doy gracias por esta palabra de estímulo, por recordarme el increíble poder de nuestro Señor, que es el Señor de la vida y de la muerte.
Aplicación a la vida
¿Sirven nuestros conceptos teológicos para limitar las expectativas y o experiencias de la sabiduría y del poder soberano de Dios? ¿Vivimos nosotros cada día sintiendo gozo y confianza en Sus planes?