Jesús les respondió diciendo: ―Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto.
Juan 12:23- 24
Jesús comienza Su enseñanza aquí con las palabras que requieren que le prestemos toda nuestra atención: “De cierto, de cierto os digo... ”. Siempre que se encuentre usted con estas palabras, présteles mucha atención porque lo que sigue es de gran importancia: “a menos que el grano caiga y muera, permanece solo”. ¿Qué quiere decir con esto? Está hablando acerca de Sí mismo. Él es el grano de trigo. A menos que Él esté dispuesto a morir, a menos que vaya a la cruz, que Él ve en el futuro muy cercano ante Sí mismo, todo Su propósito en venir a este mundo no servirá para nada, y permanecerá solo, “pero si muere, lleva mucho fruto”. Ve a los griegos que le estaban viendo como los primeros frutos, el símbolo de la gran cosecha de la tierra para la que Él vino.
Es posible que pensase en algo parecido a esto: “Estos griegos han pedido verme. ¿Qué significa ‘verme’?”. Imagínese usted en su mente un grano de trigo. ¿Puede usted ver ese grano, tan diminuto, pero al mismo tiempo tan evidente? Usted puede ver exteriormente lo que es, ¿pero puede realmente verlo? No, a fin de poder verlo es preciso que lo plante en la tierra fría y oscura. Si lo observa usted, aparecerá por fin un retoño verde y a continuación la hoja y luego la planta, seguida por el tallo y finalmente la cabeza. Por fin se vuelve dorado y ha llegado el momento de la cosecha. Con todo y con esto, ¿ha visto usted todo en este grano de trigo? No, todavía no. Es preciso que, para empezar, plante los granos de esa cabeza dorada una y otra vez, y por fin, cuando se ponga un día junto a un campo brillante de trigo, que se menea con la brisa, dorado por el sol, podrá decir usted que ha visto un grano de trigo. Usted ha visto todas sus posibilidades; todo ello se ha desplegado y ahora es visible a los ojos. Eso es lo que quiso decir Jesús. El mundo no vería todo el resultado de Su obra y de Su vida hasta que no fuese a la cruz.
Si Él no hubiese muerto en la cruz y sido enterrado, es muy posible que nosotros no supiésemos nada más acerca de Él de lo que sabemos de otros grandes dirigentes religiosos como Buda, Mohammed o Confucio, y posiblemente no habríamos oído hablar acerca de Él. Tan escasos fueron los resultados de Su enseñanza que solamente un puñado de personas se mantuvieron junto a Él hasta el final. Pero, debido a la cruz, Él pudo hacer algo que de otro modo jamás podría haber hecho: pudo compartir Su vida con millones de personas. ¿Cómo podemos nosotros explicar personas como Lutero, Calvino, Knox, Zwinglio y otros que cambiaron todo el mundo occidental durante su vida? ¿Cómo explicamos nosotros el impacto que han tenido hombres como los hermanos Wesley? ¿Cómo podemos explicar el cambio en el verdugo de la administración de Nixon, Charles Colson, que cambió el sistema de prisiones en este país en el nombre de Jesús? ¿Cómo podemos explicar Solzhenitsyn, la Madre Teresa y millones que a diario proveen evidencia de una vida transformada? Todo ello se produce gracias a la cruz y la resurrección de Cristo que lo confirman. Dios nos está diciendo a nosotros en este relato que el único camino a la gloria es morir.
Señor Jesús, te doy gracias porque estuviste dispuesto a morir, para que fuese posible una cosecha de almas. Enséñame a estar dispuesto a morir, para que la cosecha de almas fructifique. Enséñame a tomar mi cruz a diario, para que yo también pueda dar fruto.
Aplicación a la vida
Jesús enseñó y demostró la asombrosa realidad de que Su muerte era necesaria para nuestro nuevo nacimiento en Su vida de resurrección. ¿Hemos captado la visión de la vida de la semilla que cede ante la muerte, de modo que podamos disfrutar el gozo y cumplir con reproducir Su vida en y por medio de nosotros?