La primera carta a Timoteo trata del ministerio a la iglesia misma: su carácter y su naturaleza.
La segunda carta se centra en el mensaje que tiene que transmitir; el gran tema es el evangelio y la relación de Timoteo con el evangelio.
Introducción a las devociones de noviembre
A las dos primeras epístolas de Pablo a Timoteo, juntamente con su epístola a Tito, se las llaman con frecuencia "las epístolas pastorales". Esto es apropiado en un sentido porque estas epístolas fueron escritas a pastores jóvenes que estaban encargados del liderazgo en las iglesias. Por lo tanto, constituyen una especie de manual para pastores. Pero yo prefiero llamar a estas epístolas "las filiales" en lugar de "las pastorales", porque filial tiene que ver con los hijos, y eso es lo que eran Timoteo y Tito, hijos en la fe del apóstol Pablo, porque él les había llevado a los dos a Cristo. Pablo sentía un gran amor por ellos, y ellos habían compartido muchos sufrimientos con él en sus viajes por el imperio romano.
En esta primera epístola a Timoteo (al que había dejado en la iglesia en Éfeso), Pablo le está dando consejo y guía acerca de cómo comportarse en el liderazgo de la iglesia. Los eruditos han tenido dificultad para identificar la fecha en que fueron escritas estas epístolas a Timoteo. Nada de lo que se refiere Pablo en ellas encaja con la historia de la que ha quedado constancia en el libro de los Hechos, por lo que algunos han dudado que fuese Pablo el que las escribiese. La mayoría de los eruditos, sin embargo, están ahora de acuerdo en que éstas son las últimas epístolas escritas de mano de Pablo.
El libro de los Hechos acaba con Pablo prisionero en una casa alquilada en Roma, en la que permaneció durante dos años. Lucas sugiere que Pablo fue liberado de ella, y muchos eruditos creen que una vez que fue puesto en libertad, después de esta primera vez que fue hecho prisionero, Pablo viajó con Timoteo y Tito por el imperio romano antes de regresar de nuevo al este. Dejó a Tito en la isla de Creta para guiar a la iglesia emergente allí y llevó consigo a Timoteo a Éfeso, donde había ya una iglesia que llevaba largo tiempo establecida. A continuación el apóstol dejó a Timoteo en Éfeso y él continuó viaje a Macedonia.
Muchos creen que desde allí el apóstol fue a España e incluso, tal vez, hasta a la Gran Bretaña. Fuera como fuese, después de que el apóstol dejase a Timoteo, fue posteriormente arrestado y vuelto a meter en la cárcel en Roma, esta vez muy posiblemente en la prisión de Mamertine. En ese frío y oscuro agujero, el apóstol escribió la segunda epístola a Timoteo. Poco después, según nos dice la tradición, a Pablo le cortaron la cabeza en la vía Ostia, en las afueras de Roma. Por lo tanto, estas epístolas son de la última época del ministerio del apóstol. Fueron escritas a alguien que era muy amado por el corazón de Pablo, que había participado muy estrechamente con su ministerio. Éstas son unas preciosas epístolas de un padre a un hijo amado que está realizando una exigente y peligrosa labor.