Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.
1 Timoteo 4:6
Es necesario que entendamos claramente la frase que usa Pablo acerca de Timoteo. Cuando le llama un “buen ministro de Jesucristo”, no está pensando en él como un miembro del clero, como pensaría de un pastor de una iglesia puesto en pie delante de una congregación. La palabra que se usa aquí de hecho es la palabra diácono en lugar de ministro, “un buen diácono de Jesucristo”. Pero incluso en este caso la palabra no se refiere a Timoteo como un oficial de la iglesia, sino que es más bien la palabra que normalmente se traduce en muchos lugares de las Escrituras como “siervo”. Eso es lo que es un diácono, uno que sirve. Aquí Pablo está usando la palabra en su sentido más amplio posible: “un buen siervo de Jesucristo”. Como es natural, en este sentido siervo incluía a todo el mundo. Todos nosotros hemos sido llamados a ser siervos del Señor Jesús.
A fin de poder ser un buen siervo de Jesucristo, el apóstol dice que usted necesita ciertas cosas, y la primera advertencia que hace Pablo a Timoteo es: “¡Presta atención de lo que te estás alimentando! Aliméntate de las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido”.
¿Qué es lo que le alimenta a usted? Ésta es la interrogante que aparece en este pasaje que tenemos ante nosotros. ¿De qué se alimenta usted a diario? ¿Cuál es el consumo habitual en su vida? ¿Las páginas de deportes, tal vez? ¿Los promedios del Dow Jones? ¿Las novelas en la televisión? ¿Las novelas más populares? Si alguna de estas cosas es su dieta diaria, puedo garantizarle que estará usted como siervo de Jesucristo insuficientemente alimentado, porque el apóstol deja muy claro que aquello con lo que se alimenta usted es lo que va a determinar lo efectivo que puede ser.
Yo no quiero que nadie elimine ninguna de estas cosas como si estuviesen mal, porque ninguna de ellas está mal por sí misma. No debemos eliminarlas, sino regularlas. Eso es el punto que enfatiza Pablo. Es preciso que las regulemos como cosas que pueden ser un peligro, en el sentido de que nos distraigan y con frecuencia controlan demasiado fácilmente nuestros pensamientos.
El apóstol recomienda a Timoteo que en lugar de ello se dedique a lo que realmente alimenta su vida espiritual. ¿Qué es lo que necesita usted esencialmente? Pablo nos dice: “las palabras de la fe y de la buena doctrina”. No tema usted a la palabra doctrina, que significa enseñanza, la enseñanza de la verdad, la realidad de la vida, que es lo que necesitan los cristianos.
Fíjese usted cómo combina Pablo dos elementos importantes: el conocimiento y la decisión. Dice que necesitamos palabras buenas y sanas de la fe, y buena y sana enseñanza, y debemos seguirlas. Primero usted aprende, y luego hace lo que dice. Ésta es la fórmula para un buen siervo de Jesucristo, dedicándose usted a alimentarse de estas cosas y luego siguiéndolas.
Señor, enséñame a ser una persona de fe hoy. Dame una fe que actúa, una fe que se pone en pie y obedece a lo que Tú me dices que haga.
Aplicación a la vida
Nosotros tenemos tendencia a buscar los títulos que dan la impresión de encumbrar nuestra importancia o prestigio. ¿Estamos aprendiendo nosotros la verdadera dignidad de cumplir con nuestro llamamiento para tener un corazón de siervo, sea cual fuere el papel que desempeñemos?