Si está atravesando tiempos de presiones y pruebas, le animo a leer esta pequeña carta. Le alentará grandemente,
especialmente si recuerda que fue escrita cuando Pablo estaba encadenado a un soldado romano y esperando a ser juzgado.
Introducción a las devociones de marzo
Queremos empezar nuestros estudios en el libro de Filipenses. Considero que ésta es la epístola más agradable del Nuevo Testamento. Hay un maravilloso tono de júbilo y agradecimiento que está presente en toda la epístola, y, sin embargo, como sabes, ésta es una de las llamadas “epístolas carcelarias”, que fue escrita mientras Pablo era prisionero. Estaba escrita a los santos de Filipos. Si tienes un atlas verás que era una colonia romana situada en el área que era llamada en la antigüedad Macedonia. Fue el primer sitio en Europa en el que Pablo predicó el evangelio. Te acuerdas del excitante relato en el capítulo dieciséis de Hechos, de cómo Pablo y Silas llegaron a Macedonia en respuesta a la llamada de los macedonios. Al final acabaron en una celda de la cárcel, donde en medio de la noche estaban cantando alabanzas al Señor, y ocurrió un terremoto que sacudió abiertas las paredes de la prisión, y fueron libertados. Como dijo alguien muy bien, el evangelio fue introducido por primera vez en Europa en un concierto sagrado que tuvo tanto éxito que derribó la casa. Así que tenemos un trasfondo tremendamente interesante a esta carta a los filipenses.
Probablemente sabemos más sobre Filipos que sobre ninguna otra iglesia, y el apóstol estaba escribiendo desde allí siendo prisionero esperando juicio. Tenemos el trasfondo a esta carta desde su punto de vista en el capítulo final del libro de los Hechos. En el versículo dieciséis del capítulo 28, Lucas nos dice: “Cuando llegamos a Roma... a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que lo vigilara”. Sabemos que la costumbre romana era que el guarda debía estar encadenado al apóstol, aunque Lucas no nos dice esto. El guarda era cambiado tres veces al día, y al apóstol nunca se le permitía estar más allá del soldado de lo que permitía la cadena. Pero Lucas también nos dice que Pablo vivió durante esos dos años a su propia expensa, dándole la bienvenida a todo aquel que viniera a él y predicando el reino de Dios, enseñando sobre el Señor Jesucristo abiertamente y sin traba en la prisión. Aunque estaba encadenado, bajo guardia y continuamente vigilado, sin embargo, tenía una cierta cantidad de libertad que le permitía tener visitas de sus amistades y poder tener su propia casa. Fue en aquel escenario que escribió esta carta a la iglesia de Filipos.
Señor, ¡qué recordatorio tan maravilloso de la paz que sólo Tú nos das, no condicional o circunstancial, sino totalmente dependiente de Tu presencia en nosotros! Gracias por la fidelidad de Pablo desde un sitio donde podría fácilmente haberse rendido. Sea que yo encuentre fuerza y confianza tan sólo en Ti, en cualquier sitio al que Tú me lleves, al estudiar esta carta a los filipenses, en el nombre de Tu Hijo. Amén.