Ruego a Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir en el Señor.
Filipenses 4:2
En estos pocos versículos Pablo enciende el foco sobre el problema que ha sido débilmente discernible a lo largo de toda esta carta. Había en la iglesia de Filipos dos encantadoras señoras que se estaban peleando la una con la otra. Estaban en algún tipo de desacuerdo, y la disputa se había extendido a otros en la iglesia. Algunos estaban tomando partido, y estaba empezando a amenazar la unidad de la iglesia. No se habían dividido todavía, no era una división de iglesia, pero estaban a punto de ello.
Él dice lo que se necesita para resolver la dificultad; es la base de la maravillosa revelación que se da en esta carta de la vida que tenemos en Jesucristo. Ahora se trata de tomar acciones prácticas; hay dos cosas que deben hacerse: primero, ser de un mismo sentir en el Señor. Eso significa encontrar intereses comunes. Tú sabes cómo son las cosas cuando tienes una disputa con alguien o su personalidad te cae gorda ―son una de esas personas irritantes que siempre hacen las cosas de forma distinta o es difícil vivir con ellas― y nuestra tendencia es a decir: “Oh, no tenemos nada en común con ellos”, y nos vamos cada uno por su lado. Pero el apóstol dice que esto está absolutamente mal para los cristianos. La separación entre los creyentes en Jesucristo nunca debe permitirse, así que está mal el decir que no tenéis nada en común. Los cristianos siempre tienen algo en común en el Señor. Por lo tanto, deben estar de acuerdo y llevarse bien en el Señor.
Es imposible saber de qué se trataba este pleito, pero no es necesario que sepamos. Para cualquier área de desacuerdo, siempre hay grandes áreas de acuerdo en el Señor para los creyentes. El apóstol está animando a estas dos mujeres a juntarse y conversar acerca de ellas, y desde ese acuerdo empezar a tratar los problemas en los que no están de acuerdo. Pronto encontrarían que, al empezar desde esa base, las áreas de desacuerdo empezarían a disminuir hasta desaparecer y ellas quedaran de acuerdo en el Señor.
Lo segundo que hay que hacer es el tema de la carta: “Gozaos en el Señor”. Esto también es necesario. Para poder estar de acuerdo es necesario encontrar el sitio donde puedas empezar a regocijarte en lo que está ocurriendo. “Regocijáos en el Señor siempre. Otra vez digo ―ésta es la marca de la madurez espiritual―: ¡Regocijáos!” (4:4). “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18), les escribe a los tesalonicenses. Aprende que todo lo que entra en tu vida, incluso aquellos irritantes desacuerdos con otros, es mandado por el Señor para revelar algo en tu corazón que no has visto, o para darte la oportunidad de manifestar la dulce sensatez del Señor Jesús.
Padre, en los conflictos y los desacuerdos en los que me encuentro con mis hermanos y hermanas en Cristo, enséñame a estar de acuerdo con ellos, juntos en el Señor, y a regocijarnos de que mediante estas luchas puedas obrar Tu buen propósito en cada uno de nosotros.
Aplicación a la vida
¿Estamos aprendiendo a ver los desacuerdos con otros cristianos como oportunidades para afirmar nuestra unidad espiritual en Cristo y a ahondar nuestro mutuo júbilo en ser Sus sirvientes?