A vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.
Filipenses 1:29
Acuérdate que Jesús mismo dijo: “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25). Continuamos intentando controlar nuestras vidas, disfrutar de las cosas que queremos e insistirnos en satisfacer nuestros deseos y placeres, sin darnos cuenta de que inevitablemente e irresistiblemente la vida se nos está escapando de entre los dedos y la estamos perdiendo. Aquel que esté dispuesto a abandonarla, tirarla si es necesario ―desperdiciarla, aparentemente― en aquellos asuntos que conciernen la causa de Cristo y el evangelio, ha salvado esa vida. Si no estás preparado para sufrir, entonces olvídate de ser cristiano, porque la Palabra nos advierte que aquellos de nosotros que viviéramos piadosamente en Cristo sufriremos cierta cantidad de persecución, y el Señor dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Inevitablemente en la vida cristiana habrá que aguantar ciertos malentendidos, pena condescendiente, ridículo o desprecio, y cosas similares. Alguien bien dijo que cuando aparezcamos frente al Señor Él no nos buscará las medallas sino las cicatrices. No siempre serán cicatrices físicas. Son las pruebas y sufrimientos que pasamos los que dan profundidad a nuestras vidas.
Me encontré con esta cita de Oswald Chambers, que pienso que expresa esto muy bellamente: “Dios nunca nos puede convertir en vino si nos oponemos a los dedos que Él utiliza para machacarnos. ¡Ojalá Dios tan sólo utilizara Sus propios dedos para hacernos pan partido y vino derramado de forma especial! Pero cuando Él utiliza a alguien que no nos gusta, o nos somete a una serie de circunstancias a las que hemos dicho que nunca nos someteríamos, objetamos. Nunca debemos desafiar el escenario de nuestro propio martirio. Si alguna vez vamos a ser convertidos en vino para beber, tendremos que ser machacados. No puedes beber uvas. Las uvas sólo se convierten en vino cuando han sido apretadas”.
Así que Dios sabiamente ha diseñado la vida para que conlleve sufrimiento. Y no es un sacrificio sino un privilegio que se nos otorga, por amor a Cristo. Pablo dijo: “teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí”. Él sufrió tanto emocionalmente como físicamente.
Pablo sufrió la crítica de sus propios amigos, dificultades, sufrimiento y rechazo. Esto es necesario para que crezcamos en gracia. Pero hay algo que nunca debemos hacer cuando estamos bajo conflicto, y eso es tener miedo. El miedo es el enemigo que nos alejará de la fe.
Padre, te doy gracias por las luchas y las dificultades que has colocado en mi vida. Confío que estas circunstancias están bajo Tu control y a través de ellas me estás conformando a la imagen de Tu querido Hijo.
Aplicación a la vida
La asombrosa gracia de Dios nos provee ambos privilegios, el de creer en Él y el de sufrir con y por Él. ¿Estaremos temerosos, o nos rendiremos a Su buen y perfecto propósito?