Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Filipenses 3:7
¿Cuál era la base de la confianza de Pablo de que podría lograr su misión? Él podía tener confianza en cuatro cosas: su linaje, su ortodoxia, su actividad y su moralidad. Pero es importante ver cuándo fue que Pablo cambió su opinión sobre estos asuntos. La mayoría de los comentadores sugieren que el cambio ocurrió en el polvo del camino a Damasco, cuando fue convertido en ese notable encuentro con Jesucristo. No creo que eso sea cierto. De hecho sólo uno de esos valores fue cambiado en ese momento.
Cuando Saulo de Tarso, el perseguidor, cegado por la luz, fue llevado cautivo a Damasco, inmediatamente se ocupó en otra dirección y se dedicó a otra forma de actividad de la que sintió gran orgullo. Creo que podemos decir con toda seguridad que durante por lo menos cinco a diez años después de su conversión, Pablo tenía tanta confianza en la carne como antes de la conversión. Su vida, por tanto, era tan estéril e inefectiva como cuando era Saulo de Tarso y perseguía a la iglesia, con una excepción: fue nacido de nuevo, y el Espíritu Santo le estaba enseñando lo que necesitaba para convertirse en un ministro efectivo para Jesucristo.
Ésta fue una de las muchas experiencias donde Pablo aprendió que todo su trasfondo, entrenamiento y educación, su linaje y moralidad y actividades no añadían nada al propósito de Dios en él. Fue traído al sitio donde podía escribir: “cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”.
Éste es el gran secreto de la vida de un cristiano. No puedes confiar en la carne y en Cristo. Es una cosa o la otra. Si crees que más educación y más oración, o más esfuerzo o más fervor, o más estudio de la Biblia, o más de cualquier otra cosa te va a hacer mejor sirviente de Dios, estás poniendo confianza en la carne. No, Cristo es todo lo que necesitas. Él puede suplir toda necesidad. Él puede enfrentarse con cualquier falta y cada situación. ¡Ahora créetelo! ¡Cuéntalo como verdad! Él probablemente te llevará a estudiar más, orar más, a trabajar duro, a aprender más, pero sabrás que estos sólo son instrumentos mediante los cuales el poder de Su vida puede fluir. Cuando Pablo pudo salir de sí mismo, pudo entrar a la plenitud de Cristo. ¿Has aprendido eso?
Padre, que estas palabras sean más que palabras para mí, que pueda percatarme de este brillante secreto del corazón del apóstol, que efectivamente vea que has proveído otra manera por la cual se puede vivir la vida: no en mi propia fuerza, no en ninguna confianza en lo más mínimo en lo que yo hago, sino en quien Tú eres.
Aplicación a la vida
¿Valoramos nuestra valía por nuestras posesiones y/o logros? ¿Estamos tan envueltos en el síndrome del esfuerzo propio y la derrota propia? ¿No es tiempo de cortar por lo sano y elegir el valor supremo de nuestra unión con Cristo?