Pero todo lo he recibido y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.
Filipenses 4:18
Aquí tenemos una expresión de cálidas y fragantes gracias por los regalos que esta gente le había mandado por la mano de Epafrodito, pero se da prisa en apuntar que está más interesado en lo que su regalo hace para ellos que por lo que hace por él. Acuérdate de lo que dijo el Señor Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35b). Esto es lo que está diciendo el apóstol: “No es que busque donativos, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta”. Estos realmente son términos financieros. La palabra “fruto” aquí es una palabra común en el mundo de los negocios de aquellos días para “interés”. Lo que Pablo está diciendo es: “No deseo el capital; sólo quiero el interés, y está continuamente acumulándose en vuestra cuenta”. Eso es, al darme a mí, hay una bendición que vosotros recibís que continuamente se acumula para vuestro deleite. Eso es lo que él persigue; no que necesite el regalo. Él quiere que sean bendecidos en el dar, y es por eso que recibe estos regalos de ellos con tanto gusto.
Entonces escribe lo que no es nada más ni nada menos que un recibo, en el versículo 18: “Pero todo lo he recibido y tengo abundancia”. Ahora no te confundas. Esto no es necesario para que el departamento de impuestos te lo deduzca de tus impuestos sobre la renta. Ésta es la razón por la que damos recibos hoy en día. Pero este recibo se dio para que ellos supieran que el regalo había ido más lejos que Roma. Había llegado también a los cielos, donde es presentado como un fragante incienso que deleita el corazón de Dios. Dios ve este regalo, dado con tanta liberalidad de su pobreza. En otra epístola, habla de la profunda pobreza de la cual dieron. Se convierte en una deliciosa fragancia al corazón de Dios, complacido con la evidencia de la obra del Espíritu Santo en sus vidas.
Cada ofrenda en la iglesia, cada regalo de cualquier cristiano a cualquier necesidad específica, debería ser algo que se da de tal disposición, gracia y generosa expresión de amor y acción de gracias, que el corazón que Dios esté simplemente deleitado, ya que sabe que es el espíritu de amor en uno que causa este tipo de ofrenda.
Acuérdate que se nos dice: “Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho” (Marcos 12:41). Él siempre hace eso, en un sentido. Él mira mientras nosotros ponemos nuestro cheque en el plato de la ofrenda o una moneda en la caja, o si lo mandamos por correo. Y Él sabe las intenciones de nuestro corazón en esto, y es por eso que el apóstol dice enfáticamente: “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7b), uno que da con una alegría suprema, uno que sirve contentamente. Esto deleita Su corazón, porque ésta es la manera en la que Él nos da en Su Hijo.
Señor, cuántas veces he dado con las motivaciones equivocadas. Gracias por la oportunidad de dar con un corazón alegre que ha recibido mucho más.
Aplicación a la vida
¿En las fluctuaciones de dar y recibir, es la preocupación por nosotros mismos nuestro principal interés? ¿Cómo afecta esto a nuestro contentamiento? ¿Al final tienes gratitud por todos los buenos y perfectos regalos de Dios?