Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Filipenses 4:8
Considera lo que es un fallo común en muchas de nuestras vidas, pero que pocas veces reconocemos. Es el problema de una actitud pesimista, de una imaginación negativa. Cuantas veces encuentras que toda tu actitud está colocada en la dirección equivocada por tu imaginación de lo que pudiera pasar o vaya a pasar en una situación, de tal manera que cuando de hecho te encuentras en la situación estás tan frustrado y tan nervioso por lo que habías estado pensando que eres incapaz de manejar el problema. Sé que éste es el tema en el cual están basados muchos libros que se escriben sobre el poder de pensar de forma positiva. Hay un sitio apropiado para los pensamientos positivos, pero sólo después de haber descubierto una vida positiva, la vida de Cristo.
Me acuerdo de la historia de un hombre que se le había pinchado una rueda de camino a casa, y resulta que no tenía un gato en su coche. Así que se puso en camino para ver si podía pedir prestado uno, pero era ya muy entrada la noche, y comenzó a preocuparse de la reacción que le recibiría cuando le pidiera prestado el gato al vecino, teniendo que despertarlo, sacarlo de la cama, todo esto en medio de la noche. Empezó a pensar en cómo se sentiría el vecino, cómo de enfadado y resentido estaría, y cómo no querría levantarse para darle el gato, que seguramente no podría encontrarlo en el garaje de todas maneras y tendría que andar buscándolo, y quizás tener que encontrar una linterna y tener que pasar por todas esas molestias. Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba. Finalmente llegó a la casa del vecino, subió las escaleras y golpeó la puerta vociferando, y cuando el hombre apareció, le dijo: “¡Bueno, pues, puedes quedarte tu maldito gato si es así como te sientes!”.
Eso desafortunadamente ilustra el problema que demasiado frecuentemente ocurre en nuestras vidas. Es porque no hacemos caso de la exhortación del apóstol: “todo lo que es verdadero”. Ésa es la primera realidad: las cosas como son, no como pudieran ser. “Todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Ésta es una elección deliberada de la voluntad a negarnos a pensar en lo negativo, sino a pensar en lo positivo de cada situación, o sobre cualquier persona. Entonces el Dios de paz estará contigo. Si pones tu mente en eso, el Dios que mora en ti se expresará en términos de paz en vez de contienda y confusión.
El propósito del cristianismo es la vida. Estoy impresionado sobre el hecho de que cuando nuestro Señor Jesús vino, no le habló a la gente sobre la religión. Les habló sobre la vida, sobre su trabajo en la cocina o el taller, sobre cómo vivían y pensaban y actuaban, sobre lo que les decían a sus niños y a sus compañeros, y de cómo se llevaban con sus vecinos. No vino para hablarles sobre problemas teológicos, sobre relaciones existenciales y demandas interpersonales y confusión epistemológicas. Vino para hablarles sobre la manera en la que estaban viviendo y para mostrarles qué es la vida. Les enseñó que el secreto es una Persona que mora en nuestro interior, cuya vida puede manifestarse a través de nuestra personalidad, y que todo está diseñado para volvernos a eso.
Padre, enséñame que el optimismo lleno de fe no está arraigado en mi propia fuerza, sino en el conocimiento de que Tú estás en control, y de que Tú eres capaz de satisfacer cualquier necesidad o reto con el que me enfrento.
Aplicación a la vida
¿Estamos ajustando nuestro pensamiento a través de la oración, para que se fundamente en la realidad de que Cristo está vivo en nosotros, confiados del resultado bueno y perfecto de la acción de Dios en todas las circunstancias de nuestra vida?