Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
Filipenses 2:5
Ahora llegamos a lo que yo creo que es el pasaje más impresionante de todas las Escrituras. Este pasaje sobre la glorificación de nuestro Señor Jesús es el monte Everest de entre los picos de las montañas de revelación en cuanto a la persona de Cristo, y es la increíble historia de cómo el Hijo eterno de Dios salió de la eternidad para entrar en el tiempo y se hizo un hombre como Dios había previsto que fuera el hombre. Estos pocos cortos versículos captan algunas de las más asombrosas verdades que han enfrentado la mente humana.
Hay una tentación, según estudiamos este pasaje, de sacarlo de su contexto y tratarlo como si fuera un pasaje de teología. No debemos nunca olvidarnos que este pasaje está fijado sobre el trasfondo de dos señoras que se estaban peleando en la iglesia de Filipos. Esa pelea estaba amenazando destruir la unidad de toda la iglesia. El apóstol dejó claro que el secreto para mantener la unidad es la humildad. Donde haya contiendas, es una revelación de la presencia del orgullo. El orgullo, ya sea en la vida de un solo individuo, en una familia, en una iglesia, en un gobierno, o en la nación entera, siempre destruye, divide, pone a una persona en contra de otra, perpetúa el conflicto, rompe matrimonios, asociaciones y uniones de todo tipo.
Cuando la gente se está peleando, el camino a la paz es buscar humildad en vez de evaluar argumentos y pesar uno en contra de otro, porque cuando hacemos eso nos encontramos con valores relativos que son tan subjetivos que es imposible llegar a una conclusión. Cuando hay mal genio, las pasiones se desatan y la paciencia es puesta a prueba, ¿cómo puedes conseguir calmar a la gente y que empiecen a pensar en tener una actitud humilde? ¿Cómo detienes la necesidad de defenderte a ti mismo y lo que obstinadamente llamas tus “derechos”? La contestación es este maravilloso pasaje relativo a Cristo.
Los cristianos pueden obtener la paz, no simplemente un alto al fuego o una guerra fría o un acuerdo mutuo, sino paz, que es una sensación de ofensa mutua. Cada persona debe admitir que contribuyó a ello, y deben enterrar el pasado en perdón. El resultado es una sensación de aceptación mucho más profunda que nunca antes. Cuando llegamos a este punto, la pelea de hecho ayuda a la unidad en vez de destruirla. Resultará en un entendimiento y amor más profundo que antes. Esto es lo que quiere el apóstol para estas dos señoras en Filipos y para aquellos en la iglesia que se estaban poniendo de parte de ellas.
Padre, que el Espíritu aplique estas palabras a las situaciones prácticas de mi vida. Sea que simplemente yo me rinda y que mi voluntad terca acepte las condiciones y me traiga paz.
Aplicación a la vida
El relato de la humildad de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es totalmente contrario al sistema del mundo, exponiendo la total locura de nuestro propio orgullo. ¿Hemos entendido la belleza trascendente de la auténtica humildad?