Dios halló un modo de permanecer santo y aún así perdonar a los impíos. Él nos colma de perdón todos y cada uno de los días.
Cuando me levanto por las mañanas, muchas veces me digo: "He sido perdonado. Todas las debilidades, fallos y fragilidades de ayer han sido barridas.
Hoy tengo una nueva página en blanco. He sido perdonado".