Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?
Salmo 22:1a
En muchos sentidos éste es el salmo más asombroso de todos los salmos. Tenemos ante nosotros una imagen de la crucifixión y de la resurrección del Señor Jesús pintada por el salmista David mil años antes de que Jesucristo naciese. Ésta es una de las más asombrosas predicciones de todos los tiempos.
Se describen por lo menos nueve sucesos o aspectos concretos de la crucifixión, descritos con minuciosos detalles. Todos ellos se cumplieron durante las seis horas que Jesús estuvo colgado en la cruz. Es más, la última parte del salmo describe la resurrección de Jesús de los muertos. La probabilidad de que las predicciones de estos nueve sucesos se cumpliesen por casualidad en una persona una tarde es inconcebiblemente reducida. La posibilidad de que sucediese todo esto por accidente está por encima de cualquier posibilidad, de modo que nuestras mentes no lo pudiesen imaginar. Pero, a pesar de esto, todo se cumplió en este salmo asombroso.
Es del conocimiento común que el 22 de Noviembre de 1963, el Presidente John Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas, mientras iba en un coche por una de las calles de Dallas. Imagine usted que hubiese habido un documento que hubiese predicho este suceso, y supiésemos que había sido escrito en el año 963 d.C. Eso fue más o menos en el momento más álgido del imperio bizantino, cuando una gran parte del mundo occidental estaba siendo gobernado desde Constantinopla y una gran parte de Europa estaba sólo escasamente habitada por tribus de bárbaros, y América aún no había sido descubierta.
Suponga usted que se hubiese preparado un documento en aquellos días de la antigüedad que predijese que habría de llegar un tiempo cuando un hombre de gran prominencia, presidente de una gran nación, estuviese yendo en un carro, yendo por una calle de una gran ciudad en una carroza de metal tirada por caballos, y de repente moriría de manera violenta cuando pequeños pedazos de metal lanzados por un arma hiciesen que la madera y el hierro penetrasen en su cerebro. Esta arma sería dirigida a él desde la ventana de un edificio alto, y su muerte tendría un efecto de alcance mundial y haría que se hiciese duelo por todo el mundo. Usted puede imaginarse con qué temor ese documento sería visto hoy. Semejante predicción sería semejante a los que leemos en el Salmo 22. Esa predicción hipotética hubiera sido hecha incluso antes de la invención del automóvil o de las armas de fuego y quinientos años antes del descubrimiento de América. Sería considerada como fantásticamente exacta. Como ve usted, tenemos esa misma clase de cosa en este salmo.
El salmo tiene dos divisiones principales. Los primeros veintiún versículos nos cuentan los tormentos de una persona desconocida que está sufriendo, que se encuentra completamente sola y está clamando a Dios en Su agonía. Muchos eruditos afirman que estos primeros veintiún versículos representan los pensamientos que pasaron por la mente del Salvador colgado en la cruz y sufriendo allí. Desde el versículo veintidós al final, el sufriente ya no está solo, sino en medio de una gran compañía, y está alabando a Dios y gritando en victoria. Acaba con Él reclamando la adoración de todo el mundo.
Señor Jesús, a mí me resulta inconcebible lo que Tú soportaste en la cruz. Te doy gracias porque estuviste dispuesto a sufrir y a morir. Te adoro como mi Salvador y Señor.
Aplicación a la vida
Cuando Jesús se hizo pecado por nosotros, tuvo que soportar una separación impensable del Padre, haciendo que se cumpliese esta asombrosa profecía. ¿Qué implicación tiene esto para nosotros hoy?