Jehová es mi pastor, nada me faltará.
Salmo 23:1
Porque el Señor es mi pastor, no me falta nada. Él satisface mis necesidades. Ése es el lugar al que desea llevarnos Dios. Él quiere que seamos independientemente dependiente de Él, que le necesitemos sólo a Él. Al estudiar este salmo me llamó la atención el hecho de que sólo existen dos opciones posibles. Si el Señor es mi pastor, entonces no me faltará nada, pero si estoy necesitado, es evidente que el Señor no es mi pastor; es así de sencillo. Si existen en nuestra vida el vacío, la soledad, la desesperación y la frustración, entonces el Señor no es nuestro pastor. O si alguien o cualquier otra cosa nos está guiando, no nos sentimos nunca satisfechos. Si nuestra vocación es lo que nos guía, sentimos inquietud, una actividad febril y frustración. Si la educación es nuestro pastor, nos estamos sintiendo continuamente desilusionados. Si otra persona es nuestro pastor, nos sentimos siempre decepcionados y a la postre nos sentiremos vacíos. Si el abuso de las drogas es nuestro pastor, en ese caso estamos “arruinados”, como dijo recientemente un artista del rock, pero si el Señor es nuestro pastor, dice David, nada nos faltará.
Se me ocurre a mí que si Jehová es nuestro pastor, tenemos que empezar reconociendo que somos ovejas. Francamente a mí no me gusta esta analogía, porque no me gustan las ovejas. El hecho de que no me gustan es algo que me sucedió de una manera honesta. Yo acostumbraba a criar ovejas. En la escuela secundaria pertenecí al Club 4-H y tenía un rebaño de ovejas y de cabras. A las cabras las puedo soportar, porque es posible que sean molestas, pero por lo menos son listas. Las ovejas son, sin duda alguna, los animales más estúpidos sobre la faz de la tierra. Son tontas, son sucias, tímidas, indefensas y desvalidas. Las mías se perdían constantemente, se hacían daño, y las mordían las serpientes. No saben literalmente lo suficiente como para ponerse a resguardo de la lluvia. Las ovejas son criaturas miserables.
¡Y que luego me diga Dios que yo soy una! Eso hace que me sienta dolorido, pero si soy realmente honesto conmigo mismo, sé que es verdad. Sé que me falta sabiduría y fuerzas. Tengo cierta inclinación a ser un tanto autodestructor. Isaías lo expresó mejor: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6a). Conozco mi tendencia a satisfacer mi propio individualismo, a seguir mi propio camino y a hacer las cosas como yo quiero. Ése soy yo; soy una oveja, y si Jesucristo ha de ser mi pastor, tengo que admitir que necesito uno. Es difícil, pero es ahí donde debemos empezar. Una vez que admitimos nuestra necesidad, descubrimos la verdad de lo que está diciendo David. Nada nos faltará.
Señor, aunque soy una oveja que tiene tendencia a extraviarme, ven y sé mi pastor hoy. Llévame al lugar en el que pueda decir: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”.
Aplicación a la vida
Si todavía existen en nuestra vida el vacío, la soledad, la desesperación, la frustración, la falta de esperanza o la necesidad, el Señor no está siendo nuestro pastor. ¿Podemos nosotros reconocer Su llamamiento para rescatarnos?