Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1
La primera cosa que aprendes como cristiano es que eres justificado por fe. Para ayudarnos a entender lo que significa eso, el apóstol sacó a la luz el ejemplo de Abraham en el capítulo 4. Antes de que fuera dada la Ley, Abraham fue justificado por fe. Fue declarado aceptable a Dios. Era amigo de Dios. Abraham no se ganó eso. Fue dado ese derecho al comienzo de su relación con Dios, cuando creyó a Dios. Eso es lo que significa la fe. Cuando Abraham creyó que Dios podía y haría lo que había prometido, Abraham fue declarado el amigo de Dios y entró en esa relación íntima con Dios que caracterizó su vida. Esto es lo que significa ser justificado por fe. Recibes esto sin ningún tipo de mérito de tu parte, sino sólo por fe, por creer las promesas de Dios, de acuerdo a la obra de Su Hijo. Esto es justificación.
Entonces, Pablo dice, hay una forma en la cual puedes poner a prueba si realmente crees esto y has sido justificado por fe: ya que hemos sido justificados por fe, el resultado seguro es que tenemos paz con Dios. Al pensar sobre tu vida y tu relación con Dios, si realmente has creído que Dios justifica a los impíos, tendrás paz con Dios. Estás en la familia de Dios. La guerra ha terminado. Todo el conflicto entre tú y Dios ha terminado; estás en paz con Él.
Yo estaba en Honolulu cuando terminó la segunda guerra mundial. Habíamos pasado por la emoción y el júbilo del día VE algunos meses antes, cuando la guerra había terminado en Europa, pero eso estaba muy lejos del Pacífico Sur. Aunque estábamos contentos de que había terminado la lucha en Europa, todavía teníamos una guerra que luchar. En el Pacífico Sur todavía quedaban muchas sangrientas batallas. Nunca me olvidaré del día que se anunció que se había firmado la paz con Japón. Por todo el mundo, la segunda guerra mundial había terminado. En Honolulu la gente se echó a las calles. Había miles de personas llenando las playas y las calles de la ciudad, regocijándose porque estaban en paz. Eso es lo que ocurre en el corazón cuando entendemos que hemos sido justificados por fe. La guerra ha finalizado; estamos en paz con Dios. Todo conflicto ha cesado.
Si no tienes un sentimiento de paz, la forma de conseguirlo de nuevo no es cambiar tus sentimientos, sino revisar tu justificación. Repasa los hechos; recuérdate a ti mismo de lo que Dios ha declarado. Entonces tu fe es restaurada, y puedes manejar estas dudas y temores. Si tienes paz con Dios, tienes una respuesta a la acusación de tu propia conciencia cuando pecas. Sé que muchos cristianos jóvenes, en esa gloria y primer rubor de amor en su relación con el Señor, realmente piensan que no van a volver a pecar. No se pueden imaginar volver y hacer algunas de las cosas que hicieron una vez. Pero finalmente volverán a hacer algunas de esas cosas. Quizás no vuelvan a hacer todas las cosas que hicieron anteriormente, pero volverán a caer en algunas de ellas. ¿Qué es lo que le dices a tu conciencia acusadora cuando entonces te dice: “¿Eres un cristiano? ¿Puedes posiblemente ser un cristiano cuando actúas de esta forma?”? Es ahí donde entra la justificación por fe. Te recuerdas a ti mismo: “Mi lugar y mi aceptación por Dios no dependen de mí. Ni siquiera mi pecado cancela eso. La esencia completa de esta verdad es que Dios ha encontrado una forma de dejar de lado mi pecado, por fe en la obra de Su querido Hijo de mi parte”.
Gracias, Padre, por estas riquezas que son dadas tan gratuitamente en Jesús. No me las merezco, pero las tengo porque he creído en Tu gran y poderosa promesa. Tengo paz contigo; he sido reconciliado. Tengo aceptación en Tu presencia y continuo acceso a Tu ayuda.
Aplicación a la vida
¿Cuál es la alternativa a nuestros sentimientos cuando estamos ansiosos y temerosos sobre nuestra relación con Dios? ¿Depende de nosotros la paz con Dios? ¿Necesitamos revisar los hechos sobre nuestra justificación por fe?