Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Romanos 5:3-5
Esto nos deja claro que se espera que los cristianos hayan de experimentar sufrimiento. Aquellos que piensan que convertirse en cristiano les va a remover de los sufrimientos han sido mal informados, ya que las Escrituras mismas enseñan que hemos de esperar sufrimientos.
La palabra griega para sufrimiento se traduce como “tribulación, algo que causa aflicción”. Esto puede ser desde molestias menores que tenemos todos los días hasta graves desastres que aparecen de ninguna parte y nos dejan afectados y afligidos. Éstas son los sufrimientos que quizás pasemos, las tribulaciones.
De acuerdo a Romanos 5, la respuesta cristiana a este sufrimiento es el regocijo: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones”. Aquí es donde mucha gente se opone. Dice: “¡Yo no me creo eso! ¿Quieres decirme que Dios me está diciendo que cuando estoy herido y en dolor, se espera que haya de estar contento y regocijarme en eso? ¡Eso no es humano; no es natural!”.
¿Cómo llegas al lugar donde puedes regocijarte en el sufrimiento? La respuesta del apóstol es: “nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo… ”. Nos gloriamos porque sabemos algo. No es sólo porque es un sentimiento tan maravilloso el ser herido; es porque sabemos algo sobre ello. Es algo que nuestra fe nos permite saber, un tipo de información interna que otros no comparten.
¿Qué sabemos? Pablo dice: “Sabiendo que la tribulación produce…”. El sufrimiento hace algo, logra algo. Es productivo. Sabemos que funciona, y eso es lo que nos hace regocijarnos. Observa a una mujer que está de parto. Si tienes algo de empatía, no puedes evitar el sentirte profundamente herido con ella porque está pasando tanto dolor. Y, sin embargo, normalmente hay gozo en medio de ello porque sabe que el parto produce niños. Hay muchas mujeres que gustosamente pasarían por el parto porque quieren un niño. El sufrimiento produce algo que vale la pena.
Entonces, ¿qué produce el sufrimiento? El apóstol dice que hay tres cosas que produce el sufrimiento: Primero, el sufrimiento produce perseverancia. En algunas versiones puede que la palabra sea “paciencia”. La palabra griega literalmente significa “permanecer bajo, quedar bajo presión”. La presión es algo de lo que queremos salirnos, pero el sufrimiento nos enseña a permanecer bajo, el quedarnos ahí y permanecer con ello. La mejor traducción de la que puedo pensar es la palabra constancia. El sufrimiento produce constancia.
Segundo, la constancia produce carácter. La palabra griega para carácter conlleva la idea de ser puesto a prueba y aprobado. Es la idea de haber demostrado ser responsable. Aprendes finalmente que no vas a ser destruido, que las cosas funcionarán. La gente comienza a contar contigo. Ven la fuerza en ti, y te vuelves una persona más responsable.
Tercero, encontramos que la responsabilidad produce algo. La responsabilidad produce esperanza. La esperanza es que compartiremos la gloria de Dios, que es el carácter de Dios. Tenemos esperanza de que Dios está produciendo la imagen de Cristo en nosotros. La esperanza es una certeza. Estamos siendo cambiados. Nos estamos volviendo más como Jesús. Podemos ver que somos más considerados, más compasivos, más cariñosos. Estamos siendo suavizados. Nos estamos volviendo como Cristo: más fuertes, sabios, puros, más pacientes. Nos está transformando a la imagen de Su Hijo.
Gracias que mediante la presión y la prueba nos das un profundo sentido de júbilo. Confío que lanzarás Tu amor en mi corazón, para mantenerme firme y abrazarme y mantenerme fuerte y regocijándome.
Aplicación a la vida
¿Nos sorprende el sufrimiento? ¿Nos prometió o nos demostró Jesús una vida libre de problemas? ¿Cuál es “la información interna” sobre la meta del sufrimiento que produce una expectación jubilosa?