¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Si Abraham hubiera sido justificado por las obras, tendría de qué gloriarse, pero no ante Dios, pues ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia.
Romanos 4:1-3
Pablo dice que Abraham nuestro antepasado descubrió dos formas de ganar valía: Una, Pablo sugiere, es por las obras. Abraham era un hombre de buenas obras. En Génesis, Abraham era un idólatra y veneraba a la diosa de la luna. Pero no estaba deliberadamente buscando evadir a Dios. Veneraba en ignorancia. Fue en medio de esa condición que Dios se le apareció y le habló. Abraham creyó a Dios, respondió a Su llamada y se emprendió una marcha sin mapa. Confió que Dios le guiaría a una tierra que nunca había visto antes, que cuidaría de su familia y que cumpliría Sus promesas. Así que Abraham aparece en las Escrituras como un hombre de grandes obras.
Pablo admite que si Abraham era justo a causa de sus obras, tenía algo de que jactarse. Las obras siempre te dan algo de que jactarte. Puedes ver la crónica, puedes enseñarle a la gente lo que has hecho y por qué debería ser apreciado. Quizás no te jactes abiertamente, pero todos tenemos formas muy sutiles e ingeniosos trucos de sacarlo a relucir para que la gente vea lo que hemos hecho. Puedes dar pistas de algo que has hecho, esperando que la gente te pregunte más sobre ello. De alguna forma manejas las cosas para que la gente sepa que eres una persona de importancia. Es así como el mundo es hoy en día, y como era en los días de Abraham.
Puede que eso funcione frente a los hombres, pero no frente a Dios. Dios nunca está impresionado por ese tipo de actuación. Dios, que ve el corazón, no está mirando la actuación externa. Él conoce el egoísmo, la codicia, la avaricia, el egocentrismo, la crueldad con la cual eliminamos a la gente de nuestras vidas y dañamos a aquellos que declaramos querer. Él ve todas las maniobras y las manipulaciones, las ingeniosas organizaciones que hacemos en nuestras vidas y en nuestros corazones. Por lo tanto, esa bella actuación es completamente inválida, sin valor a Dios. Es por eso que el sentido de justicia que resulta de nuestra actuación frente a los hombres nunca dura. Es una inyección temporal en el brazo que necesitamos repetir una y otra vez, casi como si estuviéramos adictos a ello. Pero siempre nos decepcionará en la hora de crisis. Es sólo la justicia que viene de Dios que es duradera y funcionará, no sólo en el tiempo, sino por toda la eternidad. Eso es lo que descubrió Abraham. Descubrió que la justicia que viene de la actuación es sin valor.
¿Cómo descubrió esto? Pablo se refiere al capítulo 15 de Génesis, donde Dios apareció frente a Abraham. Le sacó una noche y le mostró las estrellas en los cielos: “¡Abraham, mira hacia arriba!”. Abraham miró a la quietud de la noche, con las estrellas centelleantes en toda su gloria. Dios le dijo: “Si puedes contar esas estrellas, puedes contar tus descendientes. Su número será mucho mayor que las estrellas de los cielos”. Pablo dice: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”: la autoestima, la valía frente a Dios, la aceptación, un sentido de amor y valor a los ojos de Dios.
Dice: “Abraham creyó a Dios”, pero tenemos que ir con cuidado.
Curiosamente, cuando Santiago cita este pasaje de Génesis 15, dice: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”; entonces añade: “y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23). ¿Eso es aceptación, no es cierto? Abraham se convirtió en amigo de Dios, no porque se portara tan bien, o porque fuera un hombre piadoso y obedeciera a Dios; se convirtió en amigo de Dios porque creyó la promesa de Dios. Abraham es un bello ejemplo sobre lo que Pablo está hablando aquí en Romanos.
Padre, perdóname por cualquier deseo persistente en mi corazón de intentar ganarme una valía frente a Ti, por cualquier hambre de justicia que viene del hombre. Ayúdame a vivir y a operar por fe, como lo hizo Abraham.
Aplicación a la vida
¿Difiere nuestra valía frente a Dios de la que tenía Abraham? ¿Cómo afecta esto nuestro caminar por fe? ¿Continuamos ganándonos nuestra valía por medio de las buenas obras?