Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos.
Romanos 1:24
La maldad que funciona entre los seres humanos sigue un proceso que es identificado en este pasaje por una frase que se repite tres veces: “Dios los entregó”. Esta frase identifica lo que está ocurriendo en nuestra cultura. La primera marca de la maldad en una cultura impía es inmoralidad sexual generalizada: la degradación, o la deshonra, del cuerpo. Mucha gente piensa que este relato describe todas las cosas malvadas que el hombre hace y que después dice que Dios se lava las manos de ellos porque son tan asquerosos y sucios. No es eso lo que dice. Pero, porque los hombres corren tras otros dioses y rechazan el testimonio de sus propios corazones y no glorifican ni le dan las gracias al verdadero Dios, Dios elimina Sus restricciones de la sociedad, para que lo que se hace en secreto se permita que salga a la luz y a la aceptabilidad. Ésa es la marca de la ira de Dios obrando. La primera marca de la maldad en una civilización es que la inmoralidad sexual se vuelve ampliamente aceptada.
Quizás te preguntes: “¿Cómo es que el sexo siempre es elegido como la señal del juicio de Dios?”. Muchos cristianos han concluido erróneamente que los pecados sexuales son los peores tipos de pecados. Pero eso no es verdad. Este pasaje en Romanos lo confirma. Comienza con impureza sexual y procede con la perversidad sexual. Pero, el resultado final no son pecados sexuales, sino pecados del espíritu. Animosidad extendida, odio del corazón, estos son peores pecados. Hay una buena razón por la cual Dios permite que salgan a la superficie las prácticas sexuales. Lo permite para enseñarnos lo que está ocurriendo en nuestras vidas espirituales. Resalta el hecho de que el sexo está ligado con la alabanza. El sexo es el deseo de poseer otro cuerpo y de ser poseído por otro. Es un ansia profundamente arraigada inherente en cada ser humano.
Todos hemos oído la declaración: “Las chicas dan el sexo para conseguir amor; los chicos dan amor para poder conseguir el sexo”. Esto es verdad, superficialmente. Pero lo que ambos realmente quieren no es el sexo para nada; lo que quieren es adoración. Lo que realmente quieren es adorar y ser adorados. Lo que realmente quieren es un sentido total de realización, una unidad, una identidad. Sólo Dios puede dar esa realización. Sólo Dios puede satisfacer ese profundo sentido de anhelo de una identidad completa y unidad con otra persona. Eso es lo que llamamos adoración. Cuando adoramos, estamos anhelando ser poseídos de Dios, y de poseerle plenamente. Es por eso que la más completa descripción de una relación posible a un creyente se encuentra en las palabras de Jesús en Juan 14-15: “vosotros en mí y yo en vosotros” (14:20). Cuando la gente piensa que van a encontrar realización en el sexo, Dios les dice: “Mira, no va a funcionar. Pero no lo vas a creer hasta que no lo intentes”. Así que elimina las restricciones y permite que las prácticas sexuales inmorales se vuelvan ampliamente aceptadas, entendiendo que el hombre consintiéndose estas cosas finalmente se encontrará igualmente de insatisfecho, vacío y desesperado como cuando comenzó. Así que aprenderá que el alabar a Dios es la única forma en la que la gente hallará realización.
Padre, veo cuán exactamente describen estas palabras nuestros propios tiempos. Gracias porque no has abandonado este mundo, y que el mensaje de verdad y luz está tan disponible ahora como lo ha estado siempre.
Aplicación a la vida
¿Reaccionamos a la inmoralidad cultural prevalente con mojigatería condenadora? ¿Incrementa nuestra reverencia y gratitud por la gracia de Dios para nosotros y, por tanto, nuestro cuidado compasivo de otras personas?