Respondiendo él, les dijo:
―¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.Marcos 7:6-7
Éstas son palabras discernientes. Con la aguda percepción de nuestro Señor, Él va directo al grano. Cuando los fariseos le preguntan: “¿Por qué tus discípulos no observan las tradiciones?”, les hace notar, para empezar, el efecto que tiene el observar la tradición en nuestras vidas, convirtiéndonos en hipócritas. ¡Yo a veces me quedo asombrado al leer los evangelios por la brusquedad de la manera de hablar de Jesús! De hecho, el relato de Marcos nos dice que los discípulos le dijeron a Él después: “¿Te has dado cuenta de que has ofendido a los fariseos?”.
Pero fíjese usted en lo que está haciendo aquí. Está apuntando al resultado de la “alabanza” tradicional. Y utiliza la palabra del profeta Isaías para mostrarnos cómo es. Según Isaías, está lo que consiste en las palabras apropiadas, pero actitudes equivocadas. Todo lo externo está bien, pero desde el punto de vista interior la mente y el corazón están mal. Eso, dice Jesús, es hipocresía: dar la impresión de que la persona está haciendo algo religioso y relacionado con Dios, pero en el interior tiene una actitud diferente.
Hace unos pocos años, muchos de nosotros nos sentimos extrañados y ofendidos cuando los jóvenes nos decían de una manera u otra: “No queremos ir a la iglesia porque las iglesias están llenas de hipócritas”. Algunos de nosotros no podíamos entender lo que querían decir. Sabíamos que era posible que hubiese algunas iglesias que estuviesen llenas de hipócritas, ¡pero no la nuestra! Teníamos una sincera dificultad con esto. No podíamos ver cómo podía haber hipocresía en una iglesia evangélica como la nuestra, que se centra totalmente en la Biblia. Pero lo que ellos estaban diciendo era esto: “Ustedes usan grandes palabras que son maravillosas, pero en realidad no hablan en serio. Hablan ustedes sobre el amor, pero ustedes no aman. Hablan sobre el perdón, pero no perdonan. Hablan sobre la aceptación, pero no aceptan ustedes”. Y tenían razón.
Eso es lo que puede hacernos la tradición. Externaliza la religión; hace que sea algo externo en lugar de interno. Siempre y cuando estemos cumpliendo con la forma exterior prescrita, creemos que somos aceptables ante Dios. Ése es el gran peligro de la tradición. Esta forma particular que menciona Isaías aquí, es decir, usar las palabras correctas pero con actitudes equivocadas, está muy difundida entre los cristianos. En ocasiones todos padecemos de ella, y deberíamos reconocerlo y admitirlo. Y ha dado resultado en lo que es probablemente el peligro más mortal para el mensaje evangelístico de la iglesia, los cristianos pagados de su propia rectitud, que pensamos que porque hacemos las cosas de la manera “correcta” y decimos las palabras “apropiadas” y creemos las doctrinas que “está bien”, estamos complaciendo a Dios de esta manera.
Padre, te confieso que muchas, muchas veces he hecho las cosas externas con el corazón interno muy lejos de ellas. Te doy gracias porque Tú me conoces y ya has hecho provisión para mi perdón. Enséñame a adorarte en espíritu y en verdad.
Aplicación a la vida
La hipocresía es una acusación rutinaria hecha en contra de cristianos que viven su fe. ¿Nos estamos nosotros tomando en serio esta crítica? ¿Cuál es el principal obstáculo que nos impide la autenticidad?