Respondiendo Jesús, les dijo: ―Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Marcos 12:17
Recuerdo haber leído hace algún tiempo sobre un brillante abogado joven que había sido criado como un pagano y no tenía el menor interés en el cristianismo. Alguien le había dado un Nuevo Testamento, y lo estaba leyendo hasta el final. Cuando llegó a este relato de Marcos, leyó esta cuestión con un gran interés, porque él mismo se había visto involucrado en un dilema por el estilo. Cuando todo el impacto de las acciones de Jesús le impresionaron, se quedó totalmente sorprendido. Dejó la Biblia y se dijo a sí mismo: “¡Ésa es la más sorprendente sabiduría!”. Porque nuestro Señor no intentó contestar a esta cuestión directamente. De la misma manera que Él hacía las cosas, pidió una moneda (Le tuvieron que prestar una, porque Él mismo no tenía ninguna) y la levantó en el aire. “¿De quién es la imagen que aparece en esta moneda?”, preguntó. Ellos contestaron: “De César”. Él continuó, diciendo: “Está bien, entonces debe de ser el dinero de César. Dad a César las cosas que son de César. Pero Dios tiene Su sello sobre vosotros; así que, dad a Dios las cosas que son de Dios”.
Él nos muestra que la autoridad humana no solamente está limitada en su duración, sino que está limitada en su alcance y trata solamente con una parte de las personas. El gobierno secular ha sido ordenado por Dios. El apóstol Pablo nos dice claramente, y Pedro dice lo mismo: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien” (1 Pedro 2:13-14). Pedro reconoce que Dios está tras el gobierno secular, incluso cuando es un mal gobierno. Porque el rey al que se refiere Pedro no es otro que Nerón, un desgraciado degenerado moral. A pesar de lo cual, Pedro dice que es preciso honrar al rey como “autoridad suprema”.
Pero el gobierno humano, dice Jesús, sólo tiene un control limitado sobre el pueblo. Tiene ciertos poderes sobre los cuerpos y las mentes de sus ciudadanos. Puede regular nuestra conducta hasta un cierto grado y tiene el derecho a influenciar y regular nuestras actitudes y acciones, lo que decimos y cómo lo decimos. Pero hay un área en la vida humana sobre la cual el poder secular no tiene ningún control, y ésa es el espíritu humano. El poder secular no puede legislar a quién adoramos, quién gobierna nuestra conciencia y quién es la autoridad definitiva en la vida. “Dad a César lo que es de César”. Hay ciertas cosas que efectivamente le pertenecen a César; así que, dádselas. Pero otras cosas relacionadas con usted sólo le pertenecen a Dios; así que, déselas usted a Dios.
El autor ruso Solzhenitsin representa un ejemplo del daño que hace el poder secular cuando intenta gobernar y controlar la adoración del pueblo. Él ha desafiado prácticamente por sí solo a uno de los más impresionantes poderes en la tierra y ha revelado lo vicioso y la explotación que siempre se produce como resultado cuando el poder secular intenta invadir el área proscrita de la existencia humana, que es el espíritu humano. Jesús está diciendo que los asuntos definitivos relacionados con la vida le pertenecen a Dios, no al pueblo, y la autoridad humana está, por lo tanto, limitada en su alcance.
Padre, te doy gracias por Éste que me ayuda a ver las cosas como es debido, que coloca las cosas en su justa perspectiva y hace que pueda entender quién soy y lo que soy y saber ante quién soy responsable.
Aplicación a la vida
¿Hasta qué punto necesitamos reconocer y someternos al gobierno humano? ¿Cuáles son sus limitaciones? ¿Cuál es la autoridad definitiva ante la cual fueron responsables los discípulos de Cristo?