Luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu como paloma que descendía sobre él.
Marcos 1:10
No hay mayor necesidad que podamos tener como personas que recibir el don del Espíritu Santo. Es por medio del Espíritu Santo que podemos vivir como deseamos hacerlo para vencer el poder del pecado, de la culpa y del temor en nuestro interior. Por lo tanto, la necesidad principal, elemental y más fundamental de las personas culpables es el don del Espíritu Santo. Así que, cuando Jesús empezó a ocupar nuestro lugar, le fue dado de inmediato el don del Espíritu Santo.
Ésta no es la primera vez que Jesús tuvo al Espíritu. Ha quedado constancia acerca de Juan el Bautista diciendo que había sido lleno del Espíritu Santo desde la matriz de Su madre. Y. sin duda, si esto era cierto de Juan, también lo era de Jesús. Él vivió por el Espíritu durante estos tranquilos años en Nazaret. Se sometió a Sus padres, se crió en una carpintería, aprendiendo el oficio. Y durante estos días tranquilos, Jesús vivió por el poder del Espíritu en Su vida.
¿Qué es lo que sucede cuando el Espíritu desciende sobre Él como una paloma? La contestación es que se le muestra una nueva manifestación del Espíritu, especialmente en términos de poder. Para hacer uso del lenguaje de las Escrituras, Jesús fue ungido por el Espíritu al llegar a este punto. En los tiempos del Antiguo Testamento, a los reyes y a los sacerdotes se les ungía derramando aceite sobre sus cabezas, encargándoles la función y el oficio en el cual debían servir. Ésta es la imagen de lo que está sucediendo ahora en la vida de Jesús. Está siendo ungido por Dios por medio del Espíritu con poder, poder para cumplir con las exigencias de Su ministerio, que está a punto de comenzar.
No piense usted que esto es algo remoto en lo que a nosotros se refiere. Todas estas cosas que le sucedieron a Jesús pueden y, de hecho, deben sucedernos a nosotros. Éste es el enfoque total de esta enseñanza. Él estaba ocupando nuestro lugar, y, por lo tanto, lo que le sucedió a Él debe sucedernos a nosotros. Éste es el motivo por el que Jesús, estando con Sus discípulos después de la resurrección, les dijo: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8a). Es preciso que el Espíritu Santo venga sobre nosotros.
Esto no es para que nosotros podamos realizar actos dramáticos, sino más bien para que podamos tener una nueva calidad de vida que es hermosa e irresistible, sin embargo, tranquila y honorable. Fíjese usted en el símbolo de la clase de poder que se manifiesta aquí en forma de paloma. En algunas ocasiones los equipos atléticos usan pájaros como emblemas, como señales de su poder y habilidad. Tenemos los Halcones y las Águilas, hasta los Patos. ¿Pero ha oído usted hablar de un equipo llamado las Palomas? Ningún equipo usaría una paloma como un símbolo de su poder. Una paloma es un ave tranquila, que no amenaza a nadie, una que no lucha, a pesar de lo cual, es irresistible.
Éste es el poder que está describiendo Jesús, el poder del amor, como es natural, un amor que puede ser golpeado y aporreado, que se puede matar, a pesar de lo cual, puede levantarse de nuevo, hasta salir venciendo, que es el amor maravilloso que mostró Jesús. La más poderosa fuerza en el mundo hoy, sin duda alguna, es el amor, a pesar de lo cual, es la clase de poder que no amenaza ni rompe ni destruye, sino que reúne y sana. Es rechazado, dejado de lado y golpeado, a pesar de lo cual, se levanta repetidamente. Así que la paloma es un símbolo apropiado de la nueva vida acerca de la cual vino a enseñar nuestro Señor.
Señor, lléname con el Espíritu Santo. Haz posible que manifieste el Espíritu por medio de mí el poder del amor.
Aplicación a la vida
¿Qué poder simboliza la paloma en el bautismo de Jesús? ¿De qué manera se compara con el poder prometido al creyente por medio del cual podemos demostrar Su amor a diario?