Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.
Marcos 1:4
Juan anunció esta gran palabra: que el arrepentimiento es la manera mediante la cual las personas pueden venir a Dios, y el resultado es el perdón de los pecados. La mayor bendición que pueden recibir las personas es la de que sus pecados sean perdonados. Esto es lo que las personas que salían de Jerusalén para escuchar a Juan estaban buscando. Encontraron el perdón de los pecados, algo que recibieron por medio del arrepentimiento.
Éste es el motivo por el que el profeta Isaías dijo que el mensaje de Juan sería como una gran apisonadora, que construiría una carretera por el desierto, para que Dios pudiese alcanzar al extranjero aislado en medio del desierto. Sin un camino usted no puede conducir por el desierto, a fin de ir a ayudar a alguien. Usted necesita que haya un camino, una carretera en el desierto. Juan era la apisonadora de Dios para construir aquella carretera. Usted sabe cómo se construyen los caminos, exactamente como lo describe Isaías en el capítulo 40: “¡Todo valle sea alzado y bájese todo monte y collado! ¡Que lo torcido se enderece y lo áspero se allane!” (v. 4). Eso es lo que hace el arrepentimiento: derriba todos los grandes picos del orgullo sobre los que nos apoyamos y negamos que estamos equivocados. Toma las áreas deprimidas de nuestra vida, en las que nos golpeamos, nos torturamos y nos castigamos a nosotros mismos, para levantarlas. Toma los lugares torcidos, en los que hemos mentido y engañado, y los endereza. Y hace que los lugares escabrosos se vuelvan llanos. Dios está presente en ese momento del arrepentimiento.
¿Se ha arrepentido usted alguna vez? ¿Ha cambiado usted alguna vez de opinión, ha dejado usted de defenderse a sí mismo e intentado echar la culpa de todo a los demás, y ha dicho usted: “No, Señor, ninguna otra persona tiene la culpa, sólo yo; así es como soy y necesito ayuda”? Es ahí donde Dios se encontrará con usted. Él siempre se encuentra con los humanos al llegar a este punto, lavando la culpabilidad, limpiándonos, perdonándonos. Es ahí donde encontrará usted perdón por sus pecados. Si usted no se ha arrepentido nunca con anterioridad, yo le animo a que lo haga ahora. Dios se encontrará con usted en este momento. En la tranquilidad de su propio corazón, donde sólo Dios escucha, usted puede decirle a Él: “Señor, me arrepiento. Señor, envíame al Espíritu Santo por medio de Jesús”, y Él lo hará.
Señor, te doy gracias porque Tú has prometido encontrarme en este lugar del arrepentimiento. Vengo a Ti sobre esta base.
Aplicación a la vida
Un año nuevo, incluso una nueva vida puede empezar con el don liberador del perdón. ¿Hemos entendido nosotros y adoptado el medio por el cual podemos conocer esta bendición?