No obstante, si vosotros me obedecéis, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en sábado, sino que santificáis el sábado y no hacéis en él ningún trabajo, entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes… Pero si no me obedecéis para santificar el sábado, para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en sábado, yo haré descender fuego en sus puertas, que consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará.
Jeremías 17:24-25a, 27
¡Qué mensaje tan extraño para mandar! ¿Por qué se preocupa tanto Dios por el sábado a través de toda la Biblia, desde el comienzo hasta el final, y especialmente aquí en los últimos días de esta nación? ¿Por qué se enfoca en el sábado? Es asombroso cómo el mensaje sobre el sábado ha sido distorsionado en el entendimiento de los hombres en la iglesia a través de las edades.
El sábado, si te acuerdas, comenzó cuando Dios suspendió Su trabajo de la creación y descansó en el séptimo día. Cesó de todo Su trabajo. Le dice al hombre a través de todas las Escrituras que esta es la imagen de la vida de fe y confianza en Él. Es el cesar de tus propias obras y confiar en que Dios obrara por ti. Eso es observar el sábado. Todas las ceremonias y los rituales que se acumularon alrededor de este día son sólo para ilustrarnos lo que Dios quiere decir. En el libro de Hebreos dice: “porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hebreos 4:10).
El sábado es una imagen para nosotros de cómo Dios tenía planeado que viviera el hombre: no confiando en sí mismo, no confiando en cualquier otro hombre ni en lo que puedan hacer otros hombres, sino aceptando esta nueva forma de vida que es Dios mismo obrando en nosotros, Dios mismo viviendo en nosotros, y haciendo nuestra humanidad disponible a Él, con nuestra mente, nuestras emociones y todo nuestro ser, y diciendo: “Señor, heme aquí. Aquí está la situación enfrente de mí, las cosas que tengo que hacer. (A lo mejor es mi trabajo mañana y durante toda la semana. Quizás sea alguna demanda especial que se hace de mí por mis hijos, por mi marido o mi mujer. Quizás sea alguna situación a la cual debo responder.) Señor, ¿cómo lo cumplo? Bueno, heme aquí, Señor. Tú lo cumples. Tú lo cumples en mí. Yo haré lo que es necesario, pero contaré contigo para que lo hagas en mí, y Tú serás responsable por los resultados”.
Eso es el sábado. Eso significa que estás descansando interiormente, porque la presión no está sobre ti, está sobre Dios. Estás en paz interiormente porque no tienes que ser responsable por lo que ocurra; Él lo es. Eso es aproximarse a la vida en descanso. Ese es el hombre que nunca se vuelve seco y estéril, sino que permanece verde y fuerte y fresco en medio de la sequía y el desastre a su alrededor. Ese es el hombre o la mujer que permanece el árbol verde en el tiempo de sequía, que permanece constantemente frente a Dios en la cara de cada demanda, y dice: “Sáname, O Señor, y seré sanado; sálvame, y seré salvo”.
Padre, te pido que pueda descansar en el sábado, cesar de mis propias obras, dejar que Cristo viva por medio de mí y conocer Su victoria en mí.
Aplicación a la vida
¿Cómo afecta nuestro entendimiento del sábado la esencia de nuestra vida cristiana? ¿Estamos intentando vivir y servir como cristianos con vigor sin descanso? ¿Qué hay de malo con esta imagen?