Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre “Admirable consejero”, “Dios fuerte”, “Padre eterno”, “Príncipe de paz”.
Isaías 9:6
¡Qué retrato tan extraordinario! Apenas necesita ninguna introducción. De pronto, después de un tiempo de gran tribulación, la nación se dará cuenta de que su glorioso Rey, su Mesías, vino en el pasado como un niño pequeño: “un niño nos ha nacido”. Aquel que fue por toda la eternidad el Hijo de Dios nos fue “dado” como un Bebé pequeño en Belén. Reconocerán, por fin, después de tantos siglos de rechazo, que Éste bien se merece los títulos divinos. Éste es Emanuel, “Dios con nosotros”.
Los cuatro títulos que Isaías lista le representan: “Admirable consejero”. ¿Hubo alguien que cumpliera esto más plenamente que Jesús? Nos desvela secretos sobre nosotros mismos; nos aconseja cómo debemos evitar las angustias y los problemas que de otra forma nos asediarían, mostrándonos el camino de liberación de la mancha y la polución del pecado.
“Dios fuerte”. Ese título indudablemente sólo puede describir a Dios. Él es el Fuerte, y en 10:21 el mismo término es usado inequívocamente para Dios.
El siguiente título es más que simplemente “Padre eterno”. Es, de hecho, “Padre de la eternidad”. Esto es verdaderamente una referencia al hecho de que sólo Jesús puede dar vida eterna; Él es el Padre de la vida eterna, la cual se origina con Él: “Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Nadie contiende el último título: “Príncipe de paz”. Él mismo declaró: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27). “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (9:7a). Esta frase capta el carácter universal del reinado del Mesías y su extensión por todo el cosmos creado.
La clave, por supuesto, está en estas palabras: “un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado”. Aunque estos acontecimientos, tanto en Isaías como en los evangelios, se llevaron a cabo hace miles de años, cuando una nación (o un individuo) tiene contacto personal con el Señor de gloria, le parece como si fuera el recipiente por primera vez de ese Regalo maravilloso. Es por esto que describimos que “encontramos al Señor” y cómo “vino a nosotros”, porque es tan real en nuestra propia experiencia. Fue a nosotros que vino, a nosotros nos es nacido. Él es “Dios con nosotros”, para fortalecernos y guiarnos, para proveer nuestras necesidades y para solucionar nuestros problemas.
Una mujer me dijo que luchaba con un sentimiento de haber sido abandonada, dejada sin dirección, necesitando Su presencia. Y afortunadamente pude señalarla hacia estas maravillosas promesas. El Señor ESTÁ con nosotros.
Padre, gracias, no sólo por mandar a Tu Hijo, sino también por dárnoslo a nosotros. ¡Él es el regalo más maravilloso!
Aplicación a la vida
¿Estamos experimentando la realidad que cambia nuestra vida de “Dios con nosotros” en la presencia de Su Hijo? ¿Buscamos primeramente Su consejo, Su paz y Su poder como nuestro Padre eterno?