Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces y reposará sobre él el espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
Isaías 11:1-2
No nos es difícil ver que ésta es una predicción clara del Señor Jesús. Aquí en estos versículos iniciales hay una pista de que el Mesías aparecerá en la historia en una forma muy recóndita. Eso es sugerido por estas palabras: “Saldrá una vara del tronco de Isaí”. Como un gran árbol que ha sido cortado, el linaje de Jesús representado por David y su padre Isaí ha sido reducido a lo recóndito y lo insignificante. Pero de ese humilde tocón saldrá un retoño, un solo brote, un hombre que, como dice el profeta, será lleno del Espíritu de Dios, y que hará una gran labor en la tierra. Cuando el Señor es referido como “el hijo de David” en los evangelios, es siempre en términos de gloria real. Pero cuando se le llama “el tronco de Isaí”, es en referencia a Sus humildes comienzos.
El profeta no sólo ve el linaje de Jesús, sino que lo ve en Su ministerio lleno del Espíritu. “Reposará sobre él el espíritu de Jehová”, dice Isaías. El Espíritu consta de tres pares de características. Según vayas observando estos pares más de cerca, verás que describen a Jesús de Nazaret. El primer par, el “espíritu de sabiduría y de inteligencia”, habla de Su asombrosa percepción sobre los asuntos humanos. La sabiduría es el conocimiento de la naturaleza de las cosas, mientras que la inteligencia es la conciencia de las diferencias entre ellas. ¡Jesús claramente reflejaba estos en Su ministerio! Uno de los símbolos de nuestra época es el diván del terapeuta. Los terapeutas hacen que sus pacientes se reclinen en un diván y les preguntan cosas en un esfuerzo por entender sus problemas. Pero nuestro Señor nunca utilizó un diván, ya que nunca tenía que preguntar nada. El evangelio de Juan nos dice que Jesús no tenía necesidad de que ningún hombre le dijera lo que había en el hombre, porque Él conocía al hombre.
El segundo par, el “espíritu de consejo y de poder”, habla de autoridad. Consejo es la habilidad de dar buen y correcto asesoramiento, mientras que poder es la habilidad para ayudar a llevarlo a cabo. Esto se describe más a fondo en las palabras del versículo tres: “No juzgará según la vista de sus ojos ni resolverá por lo que oigan sus oídos”. ¡Qué descripción más maravillosa de Jesús según se iba encontrando con la gente! Él habló de la verdad que nunca podemos averiguar por medio de los poderes humanos. Describió cómo viven los ángeles, qué es lo que ocurre después de la muerte, cómo funciona la oración y cómo trabaja el diablo. Describió estos con total autoridad. Ni siquiera tuvo que estudiar libros de referencia, sino más bien, “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46b).
El tercer par, el “espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”, habla de la relación íntima que tenía nuestro Señor con Su Padre. De allí fluye la maravillosa serenidad de Su vida. Nada le pillan por sorpresa; siempre parece dominar la situación. Esto surge de la conciencia total de la mente de Dios. En una ocasión dijo: “Vosotros no lo conocéis. Yo sí lo conozco” (Juan 8:55). Él vino para revelarnos la mente del Padre, la gracia, la compasión, la verdad y la fidelidad de Dios. Todo surgió de Su “conocimiento y temor de Jehová”.
Padre misericordioso, te doy las gracias por las maravillosas palabras de este antiguo libro. Pintan una imagen tan precisa de Aquel que ha venido a significar más que ninguna otra cosa para mí. Te doy las gracias por la confirmación del Espíritu a mi propio corazón de que estas palabras también pueden ser realizadas en mí.
Aplicación a la vida
En una humildad profundamente maravillosa Jesús vino como uno de nosotros para poder hacernos uno con Él. ¿Estamos aprendiendo que Su poder es perfeccionado en nuestra debilidad?