Al ser puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Ellos, al oírlo, alzaron unánimes la voz a Dios y dijeron: “Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay”.
Hechos 4:23-24
Después de haber sido liberados de la custodia del Sanedrín, los apóstoles no salieron para organizar un comité revolucionario para derrocarlos. Ni siquiera intentaron levantar una manifestación popular. La evidencia clara de este pasaje es que tenían el respaldo popular. Pero los apóstoles no cuentan ni por un segundo con la presión política o popular. Se apoyan en el recurso único de la iglesia en cualquier época, el cual, cuando es olvidado, se convierte en nada más que un instrumento de distorsión. Se apoyan plenamente sobre el poder soberano de Dios que obra en la historia. Esa es la mayor fuerza para alterar la estructura de poder que el mundo jamás haya visto. Ha sido ignorada muchas veces por la iglesia, y por consiguiente los cristianos han malgastado los esfuerzos en actividades relativamente inútiles, que hacen mucho ruido pero nunca consiguen nada.
Los apóstoles encontraron ánimo en dos cosas: Primero, la soberanía de Dios, el hecho de que Dios se reserva el derecho de controlar los acontecimientos humanos. La primera palabra en esta oración reconoce este hecho: “Soberano Señor”. Dios sujeta el mundo en la palma de Su mano y está íntimamente involucrado en cada acontecimiento humano. Encontraron gran consuelo en eso, pero veo que muchos cristianos lo han olvidado. Estos discípulos abiertamente reconocen que Dios hasta había predicho la misma oposición a la que se enfrentaban. Más tarde citaron el segundo salmo como apoyo de ello. Claramente habían estado haciendo lo que los cristianos deben hacer bajo presión. Habían ido a las Escrituras. Habían encontrado en el salmo la predicción de la oposición actual con la que se estaban enfrentando.
La segunda cosa que vieron fue lo que podemos llamar el misterio de la historia. Lo puedes ver en el versículo 28, cuando dicen del Sanedrín: “para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. ¡En otras palabras, el Dios de la historia utiliza cada oposición para llevar a cabo Sus propósitos! Eso es lo que vieron. Dios obró mediante la libre voluntad del hombre. Esta gente se opuso al plan de Dios. Intentaron impedir los propósitos de Dios. Intentaron descarrilar Su programa. Pero Dios opera de una forma tan maravillosa que utiliza incluso esta oposición para llevar a cabo Su voluntad. Esa es la historia de la cruz y de la resurrección de Jesús.
Ese principio es con lo que contaron estos cristianos. Reconocieron el principio que estaba obrando en los asuntos humanos, que es la fuerza más poderosa que el hombre conoce y el cual la iglesia frecuentemente ignora a su propio riesgo.
Gracias, Padre, porque puedo confiar en Tu poder soberano y en Tu control sobre incluso aquellos acontecimientos que me hacen daño.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son los dos principios importantes que derivamos de la Palabra de Dios en cuanto a nuestras reacciones a la profunda descomposición moral y al sufrimiento humano? ¿Estamos dispuestos a actuar fielmente, mientras reconocemos el misterio y la majestad de la soberanía de Dios?