“¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.” Entonces Agripa dijo a Pablo: “Por poco me persuades a hacerme cristiano”. Y Pablo dijo: “¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fuerais hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!”
Hechos 26:27-29
Al continuar, Pablo, hablando directamente a Agripa, le dice: “¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees”. ¿Ves lo que está diciendo? Está diciendo: “Tú conoces los hechos históricos de la vida de Jesús. Tú crees a los profetas. Así que, haz la conexión. ¿Qué es lo que dijeron los profetas que Jesús haría? ¿A qué te lleva eso? Jesús cumplió lo que los profetas escribieron”.
En ese momento, este rey esclavizado, dominado por sus propias lujurias, es enfrentado con el asunto. Puedes imaginártelo retorciéndose en su trono. Desafortunadamente, su respuesta es darle la espalda a lo que Pablo dice. Es un poco difícil entender exactamente lo que respondió. El griego es un tanto oscuro. Ciertamente no dijo lo que tenemos en nuestra versión de la Biblia: “Por poco me persuades a hacerme cristiano”. No está diciendo: “Casi me tienes, Pablo. Casi me tenías convencido”. Muchos mensajes han sido predicados sobre ese tema, como si Agripa casi hubiera llegado al punto de convertirse en cristiano. Es mucho más probable que lo dijera con un sarcasmo burlón: “¿Realmente piensas que en este corto tiempo me vas a convertir en cristiano? ¡Vas a tener que hacer mucho más que eso para convertirme en cristiano!”.
La respuesta de Pablo es magnífica. Con un corazón pesado le dice: “Rey Agripa, fuera que tuviera que pasar un tiempo corto o un tiempo largo contigo, simplemente quiero que sepas el hambre que tiene mi corazón de que no sólo tú, en tu trono con tu mujer a tu lado, sino que cada persona que está en esta habitación pudiera ser como soy yo, excepto estas cadenas”. ¡Ésta es una respuesta magnífica! Apenas es la respuesta de un prisionero, ¿no crees? Al permanecer frente al rey dice: “Deseo que pudieras ser como soy yo. Deseo que tuvieras la paz, la libertad, el poder, el júbilo y la alegría de mi corazón y vida”.
¡Qué solicitud de un gran corazón! ¡Qué revelación de la excelencia del evangelio! Puede sobreponerse a cada circunstancia, cada situación, y llenar el corazón de júbilo, para que un hombre en cadenas, atado y prisionero, pueda estar en pie frente a un rey y decirle: “Aunque eres un rey y tienes todo lo que la riqueza puede comprar, contentamente te recomendaría que te convirtieras en lo que yo soy, tan excelente es esta gloriosa libertad en Jesucristo”. Es un momento desafiante, una maravillosa presentación de la libertad que da el evangelio, que este prisionero encadenado pudiera de tal forma desafiar a un rey sobre su trono y ofrecerse a cambiar sitio con él. Pero acuérdate de que Agripa es un Herodes. Es un edomita, un descendiente de Esaú. A través de las Escrituras Esaú está representado como una marca de un espíritu independiente que rechaza la ayuda de Dios, que le da la espalda a todo el amor de Dios derramado para alcanzarnos, y en arrogancia independiente rechaza la mano ofrecida de la gracia de Dios. Eso es lo que hace este rey. Y ahora se desvanece de la historia. Es el último en la línea de los Herodes. Pero las fabulosas palabras de Pablo todavía resuenan en nuestros oídos a lo largo de los siglos. No hay nada como la libertad de Jesucristo. Ninguna condición externa de riqueza o prestigio o poder tiene el valor del chasquido de los dedos comparado con la libertad y el poder y el júbilo y el contentamiento que un hombre puede hallar en Jesucristo.
Padre, gracias por la libertad que me das en Cristo, una libertad tan estupenda que ninguna circunstancia humana me puede robar de mi júbilo en Ti. Por favor, deja que esta libertad y júbilo me hagan, como Pablo, no avergonzarme del evangelio.
Aplicación a la vida
¿Estamos desencadenados de nuestras circunstancias, liberados por la nueva propiedad al poder trascendente del Salvador y Señor que mora en nosotros? ¿Estamos reclamando la práctica liberadora de la presencia de Cristo como la esencia de la vida?