Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: ―Habría sido por cierto conveniente haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave, pues esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, y me ha dicho: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; además, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”. Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.
Hechos 27:21-25
El capítulo veintisiete es un fascinante relato por Lucas del viaje de Pablo a Roma y del naufragio que ocurrió de camino. Lucas ha tomado nota de la angustia de estos hombres. Habían estado tan molestos durante tantos días y ansiosos sobre el resultado de este viaje que el temor había destruido sus apetitos y no habían comido. En medio de esto, Pablo se pone en pie frente a estos hombres y anuncia con absoluta convicción: “No habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave”. Su razón para decir esto es que un ángel había venido a él la noche anterior y le había animado con el mensaje de que iba a estar frente a César y que no debía temer. El miedo había comenzado a sobrecoger incluso el corazón del apóstol, pero es calmado por el mensajero angélico. Lo que es más, el ángel había dicho: “Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”. Pablo ha estado orando para que los marineros y soldados que le acompañaban fueran salvados también, así como para que su objetivo fuera consumado en este viaje. Dios oyó su oración y le concedió sus vidas.
Fíjate en el tremendo poder que un hombre de fe ejercita por medio del instrumento de la oración. Él hará cosas tan poderosas si tan sólo se lo pidiéramos. Dios está listo para concedernos mucho, mucho más de lo que jamás hayamos soñado. A menudo he dicho que la iglesia es realmente el gobierno secreto de la tierra, y que tiene el poder de controlar los acontecimientos actuales que ocurren a nuestro alrededor, los acontecimientos que son relatados en nuestros periódicos. A veces nos sentimos como si fuéramos peregrinos indefensos a la deriva a través de esta edad, esperando llegar al cielo. Pero las Escrituras nunca describen a un cristiano de esa forma. Él está íntimamente relacionado con los acontecimientos ocurriendo a su alrededor y tiene gran control sobre ellos. Aquí Dios concedió a este hombre, a causa de su oración, las vidas de doscientos setenta y cinco individuos que habían navegado con él. Fueron salvados porque Pablo oró por ellos. ¡Qué revelación del poder de la oración!
Fíjate así mismo en la ayuda secreta que se le da a un creyente en el tiempo de aflicción. Pablo fue expuesto al mismo riesgo que los demás, y sin embargo Dios le ha fortalecido con una palabra de ánimo en medio de la prueba. No le quitó de la prueba. La tormenta no era menos severa para Pablo que lo fue para ningún otro. El peligro era igual de evidente, las olas eran igual de altas, la oscuridad igual de intensa. Todo era exactamente igual excepto que Dios le había concedido una palabra de ánimo, un conocimiento secreto que los otros no poseían. No disminuyó la presión, pero le dio un consuelo interno que le permitió a Pablo distinguirse de los demás.
Esto revela de lo que se trata la fe cristiana. Es una forma de descubrir los recursos ocultos, los recursos secretos que otros no conocen, que hace posible que puedas vivir y actuar y reaccionar de forma distinta a aquellos a tu alrededor. Ésta es la característica del cristianismo. Es así como debe ser siempre.
Padre, gracias por los recursos ocultos que provees por medio de la oración y fe en medio de las tormentas de la vida. Enséñame a recurrir a los recursos ocultos que provees, para que pueda reaccionar de forma distinta a aquellos a mi alrededor.
Aplicación a la vida
El temor es la reacción natural e instintiva frente a las circunstancias amenazadoras de la vida. ¿Cuál es el antídoto supernatural al temor disponible para nosotros por medio de la oración creyente? ¿Estamos sucumbiendo al temor, o eligiendo conquistar nuestros miedos por medio de la oración, en una conciencia que se hace cada vez más profunda en la presencia y paz de Dios?