Pero levántate y ponte sobre tus pies, porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo y de los gentiles, a quienes ahora te envío para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
Hechos 26:16-18
Aquí está el corazón del mensaje de Pablo frente al rey Agripa: su propia experiencia transformadora con Jesucristo, en la cual presenta las buenas nuevas en resumen frente al rey. ¡Qué maravillosa declaración del evangelio! Aquí de las mismas palabras de Jesús, como Pablo se acuerda de haberlas oído en el camino a Damasco, hay un análisis preciso del problema con la humanidad. ¿Qué es lo que ocurre con la gente? “Están ciegos”, dice Jesús, “ciegos y viviendo en la oscuridad”.
Dos mil años más tarde eso es exactamente lo que está mal con nuestro mundo. La gente no sabe a qué recurrir; no saben dónde encontrar las respuestas. No saben cómo analizar los problemas precisamente; no pueden ver lo que está ocurriendo. No pueden predecir el final de los rumbos que adoptan ni de las fuerzas que pierden. No saben a dónde van. Están totalmente ciegos, como hombres tambaleándose en una habitación oscura, tanteando y sintiendo e intentando encontrar el camino a través del curso de la historia. Este sentido de estar perdido impregna nuestra sociedad. Dos mil años después, podemos ver la verdad de las palabras de Jesús. ¡Cuán precisamente analiza el problema!
Entonces el Señor Jesús analiza por qué los hombres están ciegos. “Porque”, dice, “están bajo la potestad de Satanás”. Detrás de la oscuridad está el gran enemigo de la humanidad, quien está torciendo y distorsionando el pensamiento del hombre, nublando sus ojos y propagando engaños extensamente. Ha soltado una gran inundación de propaganda engañosa en este mundo. Y en todas partes hoy hombres y mujeres han creído estos engaños y mentiras.
Los oyes por todas partes. Todas las filosofías que son comúnmente aceptadas en nuestros días reflejan la mentira básica satánica de que somos capaces y adecuados e independientes, capaces de encargarnos de nuestros propios asuntos. También oyes que si vives para ti mismo, entonces debes cuidarte de la persona más importante, o sea, tú mismo, y así hallarás progreso y realización en tu vida. Y oyes que las cosas materiales te pueden satisfacer, que si consigues bastante dinero serás feliz. Todas estas mentiras impregnan nuestra sociedad. Ése es el poder de Satanás.
Pero el poder del evangelio es que viene para volver a los hombres de la oscuridad a la luz, y del poder de Satanás al poder de Dios. Dios ha encontrado la forma de perdonar los pecados del hombre, de borrar toda la culpa de los errores del pasado, de todo lo que han hecho en su ignorancia y la esclavitud a la propaganda engañosa de Satanás, y el darles un recurso del cual pueden vivir en realización y fuerza. Eso es lo que quiere decir Jesús cuando dice: “herencia entre los santificados”. ¿Lo entiendes? Jesús dice precisamente: “por la fe que es en mí”. Es por eso que le creemos cuando dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. No tenemos ninguna otra opción, porque fue Jesús mismo quien dijo que todo esto ocurre “por la fe que es en mí”. En donde sea que los hombres se han vuelto a Él, de hecho se han vuelto de la oscuridad a la luz y del poder de Satanás al poder de Dios.
Padre, qué agradecido estoy de que este mismo poder para librarnos poderosamente está tan disponible para la gente hoy que les puedes volver de la oscuridad a la luz, del poder de Satanás a Dios, y perdonar sus pecados y libertarlos y darles una herencia, una nueva posición, un nuevo recurso del cual puedan vivir.
Aplicación a la vida
¿Hemos sido tan impactados por Jesús, la Luz del mundo, que estamos apasionados por extender Su luz a la ceguedad profunda y oscura que mantiene a este mundo presa del enemigo? ¿Demuestran nuestras vidas la sabiduría y el poder trascendente de Jesús? ¿Estamos extendiendo la fragancia de Jesús en todas partes?